Lo que puede aliviar la tensión en el conflicto entre Belice y Guatemala
Los gobiernos de ambos países se han dedicado a apagar fuegos, y a desatender medidas que podrían reducir el potencial para conflicto
En el conflicto territorial Belice-Guatemala, los dos países han atendido lo urgente en lugar de lo importante. Durante años han apagado fuegos sin llegar a la raíz del problema. Claro que hay tropiezos para realizar un diferendo que lleve a una resolución en una corte internacional, en parte, porque Belice sólo validaría los resultados si vota al menos el 60% de su población. Además, hay una fuerte convicción entre los beliceños a votar para no llevar el caso a la citada corte. Pero hay otras cosas que estos países podrían hacer para reducir el conflicto en la zona fronteriza.
Es irónico que Belice y Guatemala enfrentan este conflicto considerando que sus poblaciones tienen los mismos problemas: pobreza, corrupción en el gobierno, inseguridad , una tasa de homicidios comparable a las del resto del triángulo norte de Centroamérica, irrespeto a los derechos humanos, impunidad, abuso de las autoridades, narcotráfico y violencia de las pandillas. Belice incluso supera al resto de la región en algo: el 95% de los homicidios fueron perpetrados con arma de fuego, en un contraste con cerca del 80% en Honduras, Guatemala y El Salvador.
No es excusable el ataque armado de cualquier autoridad contra un civil desarmado, sean las autoridades y la víctima de cualquier nacionalidad. Sin embargo, también es innegable que los abusos que la prensa de Belice reporta de las autoridades de su país contra su propia población civil, se reflejan en la muerte de un adolescente guatemalteco de 13 años a manos de soldados beliceños. Guatemala tampoco puede decir que su población no ha sufrido abuso físico de las autoridades. En 2015 se volvió viral un video de dos soldados propinando una golpiza a dos adolescentes desarmados.
¿No sería útil que, mientras se resuelve (si eso algún día es posible) el conflicto territorial, cada país tome DE VERDAD cartas en profesionalizar a sus autoridades, para que no agredan ni disparen a civiles desarmados?
Otra cosa. Pese a que cada población ve con recelo a su gobierno, y duda de la palabra de sus autoridades, cuando del conflicto territorial se trata, guatemaltecos y beliceños creen ciegamente lo que su gobierno les dice y desechan la versión del otro país. Toda una ironía. Por ejemplo, en varios de los casos de los diez guatemaltecos baleados por soldados beliceños en los últimos cuatro años, el gobierno beliceño asegura que los hechos ocurrieron en Belice. En un caso, dijeron que fue 16 kilómetros tierra adentro. Es decir, mucho más allá de los dos kilómetros de zona de adyacencia entre ambos países. También dice que algunos de los guatemaltecos heridos o muertos estaban armados. Esto será para siempre la palabra de uno contra otro a menos que un ente independiente, como la Organización de Estados Americanos (OEA), investigue el hecho y divulgue sus hallazgos citando evidencias concretas. Se anunció que lo haría con el caso más reciente. Debió hacerlo desde un principio. Quizá ello habría empujado a alguna medida correctiva.
Además, excluyendo los casos en los que tropa beliceña ha incursionado en Guatemala, según el reporte de testigos, algunos guatemaltecos tal vez entran a Belice (más allá de la zona de adyacencia) sin conocer dónde están exactamente. Pero otros, entran a sabiendas de que están en Belice, especialmente si recorren al menos 16 kilómetros, como en un caso de 2012. Belice ha dicho que los sorprenden cosechando xate, o buscando oro en los yacimientos de una reserva natural, una zona protegida. De pronto estos guatemaltecos preferirían realizar otra actividad para ganarse el sustento de sus familias, pero aquí está otra gran falla del Estado de Guatemala. Si hubiera mayor desarrollo en Petén, generación de empleo, salud, educación y seguridad, ¿tendrían necesidad de aventurarse en la nebulosa frontera con Belice para ganarse la vida? El Estado de Guatemala no necesita resolver un conflicto territorial para atender las necesidades básicas de la población en esa zona, y el resto del país.
Así las cosas, más allá de que si es plausible o no cuanto exige Guatemala, o defiende Belice, atender las necesidades básicas de la población y asegurar que las autoridades no cometan abusos contra civiles (sean extranjeros o no), podría haber contribuido a reducir considerablemente las tensiones en la zona de adyacencia.
Exacerba esta situación la falta de información imparcial (de la OEA, por ejemplo), que confirme o desmienta la historia que los gobiernos le cuentan a sus poblaciones. En cambio, cuanto dicen los gobiernos sólo contribuye a echar leña al fuego, y a una animadversión mutua sustentada en conjeturas acerca de los hechos, que a veces son un sin sentido. No son pocos los beliceños que temen una gran invasión guatemalteca con tanques y bombas, y su temido Ejército. Si supieran que, primero, el gobierno no tiene plata ni para que funcionen debidamente sus hospitales nacionales o suficiente gasolina para las autopatrullas de la policía, menos para una invasión militar. Segundo, que la mayoría de guatemaltecos está más afanado con poner comida sobre la mesa, o en llegar vivo de su casa al trabajo y de regreso, que en el conflicto territorial con Belice. Pero nos estamos leyendo mal uno al otro, y en el camino, se van perdiendo tiempo y vidas valiosas.