Incendio consume negocios latinos en Montecito Heights

El consuelo de que lo material se repone mantenía en pie a Raquel Arias, dueña de uno de los negocios afectados por un voraz fuego ocurrido la madrugada del miércoles en una plaza en Montecito Heights.

“Es nuestro sustento”, dijo con pesar Arias, originaria de Guatemala, mientras los bomberos seguían lanzando chorros de agua para sofocar por completo un incendio que dañó cuatro establecimientos.

En la plaza comercial ubicada en la cuadra 5900 de la Monterey Road, en el noreste de Los Ángeles, un fuego aparentemente accidental redujo a cenizas un restaurante, una lavandería y una tintorería.

También afectó el techo del salón de belleza que Arias y su hija atienden desde hace 12 años.

“Son muchos sentimientos encontrados”, expresó la centroamericana sobre el incidente.

Las autoridades reportaron que la conflagración inició alrededor de las 4:30 a.m. en una estructura que alberga cinco locales comerciales. El fuego se contuvo alrededor de las 7 a.m. y no hubo heridos.

Parte del techo de la estructura colapsó, por lo que los bomberos realizaron la estrategia “envolver y ahogar” con el fin de prevenir que las llamas se propagaran a otros negocios.

Un tramo de la Monterey Road fue cerrado al tráfico vehicular mientras se contenía el fuego.

La causa del siniestro seguía bajo investigación al cierre de esta edición, aunque se descartó que alguien lo hubiese provocado. Un testigo contó que las flamas surgieron por un aparente corto circuito.

No se habían cuantificado los daños materiales y no está claro cuántas personas perdieron su empleo.

Efrén Navarro, quien trabaja como panadero en una tienda de donas que sólo sufrió algunos daños, se percató de un fuerte olor a humo y al salir a ver qué pasaba notó que había flamas dentro de una lavandería contigua. Él llamó a los bomberos. Era el único en la plaza comercial entonces.

“Cuando llegaron los bomberos las llamas se extendieron hacia arriba”, contó Navarro, que desde hace 17 años elabora donas en el local “Monterey Donut”.

Desconcertado por el futuro de su fuente de empleo, el rostro de Navarro cambió al enterarse que los inspectores permitieron que se reabriera en unos días el negocio donde trabaja.

Pero otros no han corrido con la misma suerte. El fuego envió a las filas del desempleo a un número no determinado de empleados del restaurante de comida oriental Aki Sushi, que estuvo ahí por cinco años.

“Para todos es difícil y más para las personas que se quedaron sin trabajo”, dijo Arias, quien no sabe cuánto tiempo tardará la reparación del techo de su salón de belleza. En tanto, ella y su hija, únicas empleadas del salón de belleza, no recibirán una ganancia promedio de 500 dólares por día.

La centroamericana trataba de asimilar la noticia. “Es casi como cuando se muere alguien, está uno pasmado y luego lo asimila. Lo importante es que, gracias a Dios, no se perdieron vidas”, expresó.

Su esposo, Miguel Delgadillo, originario de la Ciudad de México, agradeció que el fuego no dejó consecuencias fatales, pero lamentó que algunas familias perdieron el sustento.

“Pobre gente, todo eso se fue, no se salvó nada”, dijo mientras veía los daños en el restaurante de sushi.