Big Papi: Último héroe de la gran guerra
En un sobrio evento, los Yankees despiden al legendario pelotero dominicano David Ortiz
Los acuerdos en la guerra se pactan entre generales. Asimismo fue. Y por eso la noche en la que los Yankees despedían a David Ortiz, su enemigo más odiado en varias décadas, Mariano Rivera se encargó de poner todo en orden y dejar para la posteridad un evento sobrio, pero marcado por la decencia en el que todos cuidaron las formas para decirle adiós.
Presentaron a Ortiz con una mezcla de aplausos y silbidos. Y el grandulón número 34 de los Medias Rojas de Boston caminó acompañado por su esposa y sus dos hijos hasta home.
Hasta allí llegó el primer emisario Yankee, Jacoby Ellsbury (de origen bostoniano) le entregó un libro firmado por los integrantes de los Yankees entre ellos de manera especial Joe Girardi y Derek Jeter. No pasó ni un minuto para que desde los altavoces del Yankee Stadium llegara el nombre de Mariano Rivera, como notario de un momento especial.
Un saludo cordial. Un abrazo muy cálido. Y como ya había pasado en otros estadios, donde le dieron obsequios y tuvo reconocimientos, Mariano Rivera desveló un cuadro en el que aparece Ortiz caminando hacia adentro del estadio de los Yankees.
No serían más de cinco minutos y para hacerle más grato el momento y hacerlo sentir más en casa, hicieron sonar “Sweet Caroline”, algo que es infaltable en los partidos de los Medias Rojas en Fenway Park.
Fue la noche del adiós a Nueva York de un beisbolista gigante que es el último de los héroes de las grandes guerras.
Son casi 14 años de “Big Papi” con la bandera de los Medias Rojas en lo alto y con una llamativa disposición para hacerle daño a los Bombarderos.
De la dinastía de los Yankees que rescató en la última década de los 90s, su prestigio centenario, solo quedan los próceres.
Derek Jeter, Jorge Posada, Mariano Rivera son los rostros más visibles de los Yankees. Y en la contraparte, Pedro Martínez, Curt Schilling, Manny Ramírez y Jason Varitek entre otros, ya están en las enciclopedias. Todos, excepto uno.
“Big Papi” Ortiz, sin duda el gran sobreviviente a una guerra en la que ganó el béisbol, pero sobre todo ganaron los aficionados que se graduaron en varias formas de sufrir y gozar por cuenta del béisbol. Ya en la conferencia de prensa previa al juego, Ortiz había sido claro y expresivo: “Agradezco a los Yankees este acto”.
Y continuó Ortiz: “Es un día especial para mi carrera y para mi vida. Les decía en una carta que hice pública esta semana que ganando o perdiendo en nuestros duelos con Yankees siempre los respeté y siempre tuve su respeto… Les doy las gracias”.
Destacó asimismo que “en esta ciudad y en el estadio de los Yankees siempre me sentí como en casa. Por la proximidad de Boston y porque los fans nuestros nos acompañan y porque los dominicanos de Nueva York y todos los latinos nos dan siempre su respaldo”, dijo.
Podrá gustar más o menos, pero le dieron los Yankees a Ortiz el respeto que merece alguien que como pocos deja un historial maravilloso en los números, pero que además deja un legado lejos del diamante, pues en el 2011 ganó el trofeo Roberto Clemente por su labor social.