La silenciosa muerte de niños mexicanos a manos de sus padres

Entre 2012 y 2014 habrían ocurrido 1,143 asesinatos de menores y la cifran siguen en aumento

Crimen contra niños.

Crimen contra niños. Crédito: Shutterstock

MEXICO-  Guadalupe N., gritó al teléfono. Enfureció, maldijo y colgó a su marido tras la discusión de la pareja separada por miles de kilómetros de distancia entre San Juan del Río, Querétaro, y Estados Unidos. Luego fue al cuarto donde se encontraban los hijos de ambos, los degolló y envió la foto del crimen al padre antes de suicidarse.

Al drama ocurrido en agosto  pasado narrado por testimonios del hermano del migrante que acudió al domicilio de la familia cuando éste le pidió ayuda se habían reconocido a lo largo del año 15  casos en todo el país con diversos tipos de agresores y el mismo común denominador: niños.

En abril José Luis R., un padre fue sentenciado a 45 años de prisión en Tlaquepaque, Jalisco,  por matar a su hijo recién nacido de dos codazos en el rostro porque no soportó los llantos del bebé mientras dormía.

En julio una muchacha de 16 años apareció muerta en su casa de Pajacuarán, Michoacán, ahorcada como si hubiera sido un suicidio, pero, al practicarse la necropsia, las autoridades descubrieron que murió debido a una “asfixia mecánica’’ por estrangulación mientras el padre (con quien vivía la chica junto con su hermano) había huido en su Chevrolet rojo.

De acuerdo con los últimos cálculos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) entre 2012 y 2014 habrían ocurrido 1,143 asesinatos de niños y adolescentes a manos de sus propios padres, un delito que en la jerga legal se conoce como filicidio. Un crimen casi todos los días.

Aunque la cifra resulta alarmante, la realidad podría ser mucho peor, según advierte en entrevista Juan Martín Perez, director de la Red por los Derechos de la Infancia, “debido a que en México existe un subregistro oficial para filicidio’’ por tres causas principalmente.

La primera es que los asesinatos de pequeños pueden encubrirse como accidentes (caídas, ahogamientos), la segunda es que la mayoría de los agentes del ministerio público no está capacitada para investigar con profesionalización los homicidios de menores de edad, de hecho, sólo el estado de Coahuila cuenta con una unidad especializada y la tercera es que uno de los padres encubren los hechos por vínculos emocionales con el agresor.

“La muerte de un niño  o una niña a manos de un familiar no es un hecho casual sino la etapa final de una cadena de agresiones ante las que toda una comunidad calló, llámense vecinos o parientes, porque en México hay la cultura de que los niños son propiedad de los padres’’. advirtió Perez.

Un estudio mundial de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), de la cual México es parte, documentó en 2015 que este país es uno de los que más toleran el maltrato a niños como disciplina. Dos años después la situación no ha cambiado y  el pasado 31 de octubre la Unicef dio a conocer que ocho de cada 10 mexicanos encuestados para un estudio reconoció haber pegado a su hijo para educarlo.

De acuerdo con estudios antropolígicos, psiquiátricos y psicológicos son miltiples razones las que llevan a los padres a dar muerte a los hijos, desde la enfermedad mental (principalmente esquizofrenia y depresión) a paternidad rechazada: un informe del Centro Nacional de Información sobre Biotecnología de 1995 reconoció que las tasas de homicidio neonatales se redujeron a partir de que se reconoció el derecho al aborto inducido en EEEUU.

Otras causad son losproblemas económicos, falta de control de las emociones y hasta la venganza. El escritor Francisco Moreno documentó  en su libro ‘’Por la Mano del Padre’’ el caso de Gustavo Leonardo Hernández, un padre de familia en Netzahualcóyotl, un municipio conturbado de la Ciudad de México, que un ataque de celos mató a sus tres hijos en 2006. Lo planeó con tiempo y metió un tiro a sangre fría a cada uno, sin remordimiento.

Analistas del tema de violencias coinciden en la necesidad de hacer una cultura de tratamientos psiquiátricos o psicológicos para poner a salvo a inocentes. “La salud mental no es un asunto que la gente tome demasiado en en serio por lo que es importante hacer campañas entre la población para que ante cualquier inquietud emocional se busque ayuda profesional antes de que ocurra una desgracia’’, advirtió Raquel Gutiérrez, psicoanalista de la Universidad Nacional Autónoma de México.

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