Adiós al terruño, el paseo y la fiesta: paisanos vuelven a EEUU
El principal delito contra los viajeros es la extorsión

Muchos paisanos hacen el esfuerzo por viajar a México. (Cortesía) Crédito: Archivo | Cortesía Programa Paisano Los Ángeles
MÉXICO – El país de origen de alrededor de cinco millones de mexicanos que cada año regresan en estos días a Estados Unidos después de varias semanas en sus tierras, es un collage de aventuras que no se quieren perder aquellos que tienen documentos y algunos arriesgados, aún sin papeles.
No importan las altas posibilidades de extorsiones, de algunos accidentes o de la inseguridad, sino estar cerca de la familia, conocer lugares que por falta de dinero no pudieron explorar antes de la migración y no perderse las fiestas de sus pueblos de origen.
Según describieron paisanos a analistas del Colegio de la Frontera Norte sobre las razones de volver a México, todas las causas de estar aquí tienen un mismo común denominador: no pueden olvidar al país y vienen a disfrutarlo así sea unos cuantos días, o a una fiesta donde los reciban con los brazos abiertos como ocurre en Jalpan de Serra, en la huasteca del estado de Querétaro.
Cada año, los migrantes procedentes de diversos estados de la Unión Americana llegan hasta el municipio y sus alrededores en caravana (este años fue de un millar de vehículos, según el Instituto Nacional de Migración) que recorren calles y plazas vestidos con botas y sombrero. Los pobladores aplauden primero en las banquetas y posteriormente en una plaza de toros donde se realiza un concurso para decidir cuál es la “la troca’’ mejor decorada con motivos del campo, antes de romper el baile.
Los bailes públicos en honor a los migrantes se volvieron tan comunes en algunas zonas que incluso es el presidente municipal quien los organiza, como ocurrió hace unos días en Dolores, Hidalgo, donde se ofreció ponche y tamales a diestra y siniestra y se contrató a los Titanes del Norte para cantar “Quédate’’.
“Esta siempre será su casa’’, dijo el alcalde Juan Rendón en un largo discurso que la prensa transcribió puntualmente.
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Los mexicanos que viven en el exterior y regresan a México a fin de año, principalmente procedentes de EEUU, constituye casi una quinta parte del total de los 22 millones de turistas que el gobierno contabiliza anualmente aún con los riesgos de la visita.
El principal delito contra ellos es la extorsión. A pesar de que el Programa Paisano involucra a 21 dependencias del gobierno en sus tres operativos vacacionales del año, todavía no se logra controlar la corrupción de algunos elementos policíacos, migratorios y y de la sociedad civil.
A principios de diciembre pasado, una pareja que viajaba con menaje de casa procedente de California se encontró con un reten en un vehículo con placas de la Ciudad de México que se identificaron como agentes del Sistema de Administración Tributaria (aunque su unidad no tenía logo) y les exigieron 250 dólares para dejarlos seguir su camino en Nogales, Sonora.
El ingreso de menaje para mudanzas no tiene ningún costo, pero los migrantes tuvieron que darles el dinero para que los dejaran en paz, detallaron activistas que presentaron la queja sin dar nombres por razones de seguridad: los afectados aún dudaban si poner una denuncia judicial o no.
En algunos estados han sido otros actores perjudicados indirectamente quienes se han quejado. Así ocurrió en Coahuila, donde el presidente de la Asociación de Hoteles y Moteles, Horacio Dávila reportó lugar y hora donde policías estatales hacían de las suyas contra paisanos.
“Se ponen a medio día entre Monclova y Candela para pedir los moches (sobornos)’’, describió.
Otro contratiempo constante son los accidentes en carretera. Desde el primero de diciembre a la fecha al menos cada tercer día se registraron reportes con al menos un choque en el que se vieron involucrados migrantes procedentes de Texas, California, Ohio, Nevada, etc,
El 29 de diciembre se registró el peor de ellos en el estado de Guerrero. Una familia de nueve personas procedente de Washington murió al quedar atrapada en el fuego que provocó el accidente en la carretera Acapulco Zihuatanejo. El mayor de ellos, Gaspar Gómez, tenía 46 años; el menor, un año. “Murieron, pero en su tierra’’, repetían en las estaciones de radio.