Kevin de León, un verdadero líder progresista surgido desde las trincheras de la pobreza

A diferencia de Dianne Feinstein, el político latino luchó con uñas y dientes contra la Proposición 187

Kevin de León, candidato al Senado federal por el estado de California. (Aurelia Ventura/La Opinion)

Kevin de León, candidato al Senado federal por el estado de California. (Aurelia Ventura/La Opinion) Crédito: Aurelia Ventura | Impremedia/La Opinion

Sin hacer una apología de la pobreza, pero sí una defensa del tesón que se requiere para salir adelante en la vida, el senador estatal Kevin de León, hijo de una madre soltera inmigrantem, se ha convertido en el político progresista que le pisa los talones a la veterana senadora federal, Dianne Feinstein.

En una charla con La Opinion, De León recordó sus años mozos en el peligroso barrio Logan Heights, en San Diego, donde su progenitora -Carmen Osorio Núñez- trabajó incansablemente como recamarera y en limpieza de las mansiones más exclusivas y lujosas de La Jolla, para ganar el dinero suficiente y enviarlo a la escuela secundaria y la universidad.

“Mi madre es mi héroe”, dice De León. “Ella limpió casas en mansiones con vista panorámica al océano y eso me enseñó la etiqueta del trabajo duro y cómo ganar un sueldo con el sudor de su frente y con dignidad; yo fui testigo de su trabajo como recamarera y nunca pidió limosna a nadie”.

El aspirante a un escaño en el Senado de Estados Unidos rememoró que el barrio Logan Heights era habitado por un gran número de migrantes de México, Centroamérica y algunos afroamericanos.

Tiempos difíciles

“Éramos gente humilde y trabajadora”, dijo. “Pero había mucha venta de drogas; no había parques alrededor y jugábamos futbol en el cemento o en los callejones; yo tenía unos 17 años y junto con mi madre tuvimos que vivir en el cuarto de un sótano que alquilamos”.

Kevin de León, candidato al Senado federal por el estado de California. (Aurelia Ventura/La Opinion)

El baño estaba afuera del sótano. Lo mismo la cocina.

Sin embargo, el peligro mayor era la presencia de esbirros del cartel de drogas de los tristemente célebres hermanos Arellano Félix, quienes reclutaban a jóvenes para la compraventa de droga.

“Cuando eres pobre y cuando vives en un barrio pobre no lo sabes porque todos los que viven ahí son iguales a ti”, reflexiona De León, con un tono de melancolía en sus palabras. “No era como cuando salí del barrio para ir a la escuela y vi el contraste y las diferencias entre vivir en zonas humildes y lugares exclusivos…Por eso siempre he luchado por hacer todo lo posible para mejorar la vida de nuestra gente, mejorar su estado económico y su estado legal; todos somos seres humanos, mucha gente inteligente pero sin las mismas oportunidades que otros”.

De hecho, De León fue el primero de su familia en graduarse de la escuela secundaria y la universidad. Asistió a la Universidad de California Santa Barbara por un tiempo y luego se graduó con honores de Pitzer College en Claremont.

Es miembro de Rodel en el Instituto Aspen y profesor invitado en la Universidad del Sur de California. Tiene una hija, pero su mayor motivación en la vida es su madre.

“Fui testigo en la vida de ver a una mujer que pagó por el techo donde vivía, el recibo mensual de la luz, el agua y que llegaba cansada cada noche para hacer comida para sus hijos”, recordó. “Esta mujer – Carmen Osorio Núñez- y mi tía Francisca, que también limpiaba casas y fue mesera me han inspirado mucho porque llegaron sin nada a Estados Unidos, nunca pidieron limosna y trabajaron bastante duro, día tras día, y yo soy producto de ese trabajo”.

Lucha social

El liderazgo social de De León ocurrió por 1994 cuando él daba clases de historia, civismo e inglés en One Stop Immigration Center y en California el republicano Pete Wilson pretendía la aprobación de la Proposición 187 durante su campaña de gobernador contra la demócrata Kathleen Brown.

Aquella propuesta legislativa negaría a los indocumentados toda clase de servicios sociales, médicos y educación pública, además que todos los policías que sospecharan que una persona arrestada era indocumentado, debía investigar el estatus del detenido y si encontraba evidencia alguna de ilegalidad, tendría la obligación de reportarlo a las autoridades del entonces llamado Servicio de Inmigración y Naturalización (INS/hoy ICE).

El senador estatal Kevin de León (der.) en una protesta proinmigrante en Los Ángeles. (Aurelia Ventura/La Opinion)

“La 187 nos cayó como aguacero y yo estuve organizando a la gente”, dijo. “Fui el organizador de la marcha donde acudieron más de 100,000 personas; iniciamos en la esquina de los Cinco Puntos [en el Este de Los Ángeles] y de ahí marchamos frente al Ayuntamiento”.

Para De León, esa manifestación masiva le demostró lo fácil que resultaba para los políticos buscar chivos expiatorios a los males del estado o la nación.

“Así de fácil era demonizar a los inmigrantes”, expuso. “Esa es la impresión que me dejó la [Proposición] 187, y el deber de hacer todo lo posible para inspirar, motivar y organizar a la gente a que se hicieran ciudadanos, porque son contribuyentes, sus hijos nacieron en este país y, simultáneamente, ir ganando espacio político, llenando formularios de ciudadanía y empadronando a la gente para que saliera a votar”.

Irónicamente, en aquel tiempo la senadora Dianne Feinstein se encontraba en campaña de reelección para el Senado federal y se opuso a la Proposición 187, apenas dos semanas antes de la elección.

“Yo creo que mi liderazgo surge de mis valores por la justicia social, sin importar el color de la piel ni el código postal donde tú vivas”, concluyó De León. “Creo que ella (Feinstein) calcula cada paso que da como si fuera un vaivén político, porque sus políticas solamente favorecen a los millonarios”.

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