Demanda a la Policía de Los Ángeles por bala perdida que lo impacta dentro de su apartamento

Mexicano no ha podido regresar a su trabajo en la construcción desde que ocurrió el incidente hace seis meses

Israel Hernández y su novia Jully Romero muestran el disparo que impactó al mexicano, el cual dicen provino de un agente de la Policía de Los Ángeles durante un tiroteo cerca de su casa en Wilmington. (Aurelia Ventura/La Opinion)

Israel Hernández y su novia Jully Romero muestran el disparo que impactó al mexicano, el cual dicen provino de un agente de la Policía de Los Ángeles durante un tiroteo cerca de su casa en Wilmington. (Aurelia Ventura/La Opinion) Crédito: Aurelia Ventura | Impremedia/La Opinion

Uno puede pensar que el hogar es el lugar más seguro. Sin embargo, este no fue el caso para Israel Hernández, quien hace seis meses recibió un balazo mientras estaba dentro de su apartamento con su familia.

Lo más impresionante, relata el residente de Wilmington, es que la bala que atravesó su pierna derecha y quedó atorada en la pared de su sala no fue disparada por un criminal, sino por la policía.

Hernández, de 48 años, dijo que estaba en su hogar con su novia, Jully Romero, y las dos hijas de ella—de 5 y 6 años—el pasado 2 de febrero cuando escucharon un choque en la intercesión de las Calles Opp y Fries alrededor de las 3:15 de la tarde. Inmediatamente escucharon los ruidos de la policía y el intercambio de tiros. Hernández se apresuró a mandar a las niñas a la recamara y él iba a cerrar la puerta de su apartamento en el segundo piso cuando sucedió lo inexplicable.

“Me estiré para cerrar la puerta [de metal], pero ya no alcancé porque entonces sentí un calambre y bien caliente y le dije a ella [Romero], que qué había pasado y fue cuando vi que tenía el balazo”, relató

Israel Hernández muestra la herida en su pierna. (Aurelia Ventura/La Opinion)

Hernández no recuerda si fue a causa del dolor o del shock por ver el balazo en su pierna, pero se tiró al suelo y Romero llamó al 911.

El trato de la policía

Poco después del tiroteo, Romero logró llamar la atención de un agente de la División Harbor de la Policía de Los Ángeles (LAPD), quien subió a ver lo que había ocurrido. Sin embargo, dijo que el trato no fue el que esperaban.

“Empezó a hacer bromas tontas como a decirme que era mi día de suerte y debía comprar la lotería”, dijo Hernández.

Cuando llegaron los paramédicos, Romero y Hernández dicen que primero se dirigieron al sospechoso – quien también había sido herido de bala – y después fueron al apartamento—localizado a unas 50 yardas de distancia—para atender a Hernández.

Desde el momento que Hernández fue llevado al hospital Harbor-UCLA Medical Center de Torrance habían agentes de la policía cuidándolos. Uno afuera del cuarto de Hernández y otro siguiendo los pasos de Romero dentro del hospital. Poco después llegaron los detectives al cuarto de Hernández, quien aun estaba anestesiado con morfina y les pidieron sus celulares. La pareja se negó.

“Comenzaron a hacerme un interrogatorio sin mi consentimiento…decían que era voluntario, pero no me dejaban en paz”, dijo Hernández. “Entonces yo les dije que yo soy la víctima, no el delincuente”.

Hernández dijo que, inclusive, uno de los agentes llegó al punto de querer sobornarlo diciéndole que le podía dar la Visa U—estadía legal para las victimas de crímenes—si cambiaba su relato para no culpar a los agentes.

Imagen muestra los orificios que le dejó la bala en su pierna. (Aurelia Ventura/La Opinion)

“A mi solo me dio risa y le dije que yo ya soy ciudadano americano, pero él no se veía muy contento”.

Una vez que llegaron a su hogar, poco después de las 11:00 de la noche, habían unos detectives esperándolos para investigar el lugar donde se encontraba incrustada la bala. Sin embargo, solo llegaron, tomaron algunas medidas y se retiraron, dijo Romero.

“Yo creo que la bala continúa ahí adentro [de la pared]”, dijo la mujer de 27 años.

Otro agente que también llegó esa noche intentó disuadir a Hernández para cambiar su versión de los hechos.

“Él me preguntó si había reconocido al sospechoso que me disparó y yo le dije que no, que fueron ellos [LAPD] y se enojó y se fue sin despedirse”, dijo Hernández.

Sin explicaciones y sin trabajo

Han pasado más de seis meses y Hernández dijo que no volvió a saber de la investigación por parte de la policía.

“No vinieron para ver cómo estaba. En el hospital un detective me dijo que me iba a ayudar con un programa para los gastos de ‘discapacidad’ pero esa no es su ayuda. Ese es pagado con mi dinero que he trabajado”, aseguró Hernandez, quien trabaja en la construcción desde hace casi 30 años.

Trabajo que por ahora no tiene. Hernández dijo que desde el incidente no ha podido regresar a trabajar porque no puede hacer fuerza.

Hernández no ha vuelto al trabajo en la construcción desde que ocurrió el incidente, debido a que no puede hacer fuerza con su pierna herida. (Aurelia Ventura/La Opinion)

“En mi trabajo tengo que cargar varillas y es mucho peso para mi pierna caminando”, dijo Hernández. “Puedo caminar unos 45 minutos, pero después me duele la pierna y me tengo que estar pegando para que se me pase el dolor”, aseguró.

Su seguro médico por medio del trabajo alcanzó a pagar los servicios de la ambulancia, hospital y terapia, pero ya se terminó, explicó el mexicano.

Ahora él debe costear los gastos de sus terapias de estimulación de nervios y de músculos.

“No es para nada cómodo, tengo que pagar mis cobros del carro, seguro—de auto y de salud—manutención de hijos”, dijo Hernández.

Pero lo peor ha sido las secuelas que ha dejado el incidente a él y a la hija de Romero de 6 años.

“La niña vio todo, cuando salió para ver que pasaba lo vio en el suelo”, dijo Romero. “Ahora cada que escucha a los bomberos y la policía se asusta”.

Hernández, por su parte dijo que ruidos tan comunes como el golpe de las botellas de vidrio, lo asustan.

“También cuando veo películas y escucho los ruidos fuertes me asustan…me mantengo despierto en la noche”, aseveró.

Demanda

Ante la nula respuesta policial, Hernández y Romero contrataron a un abogado y el pasado 30 de julio presentaron una queja (preludio de una demanda) en contra del LAPD bajo alegatos de que los agentes fueron imprudentes con el uso de sus armas en medio de la calle, cosa que les ha causado estragos físicos, mentales y económicos.

Tanto Hernández como Romero piden que los agentes de la policía reciban más entrenamiento.

“¿Qué hubiera pasado si yo no tuviera seguro medico, o si en lugar de la bala en la pierna hubiera sido en el pecho?” cuestionó Hernández. “Quiero que se hagan responsables de lo que pasó”.

El LAPD se abstuvo de hacer comentarios. “No hacemos comentarios sobre litigios pendientes”, dijo la agente Norma Eisenman, portavoz con LAPD.

La queja pide una compensación por más de 25,000 dólares y piden que los videos de los uniformados y de una tienda cercana sean revelados.

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