Detrás de la huelga de maestros de Los Ángeles

Esta huelga de maestros es fundamental y tendrá consecuencias que resonarán más allá de las aulas de Los Ángeles

Alex Caputo-Pearl, presidente del sindicato de maestros UTLA, con miembros, docentes y padres.   (Foto Aurelia Ventura/ La Opinion)

Alex Caputo-Pearl, presidente del sindicato de maestros UTLA, con miembros, docentes y padres. (Foto Aurelia Ventura/ La Opinion) Crédito: Aurelia Ventura | Impremedia/La Opinión

Por Néstor M. Fantini

Los maestros del Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles (LAUSD) van a la huelga. Ya votaron y, como para que no quede ninguna duda de su determinación, el voto fue de 98 por ciento a favor.

Lo interesante es que como en 1989, la última vez que hubo una huelga de maestros, algunos sectores vuelven a utilizar a los niños como escudo. Y no hay ninguna duda, creo, que los niños son la prioridad de todos los que tenemos interés en la educación. Lo que algunos parecen olvidar, convenientemente, es que las escuelas están compuestas por diferentes grupos de interés; cada uno con reivindicaciones válidas.

Por eso, cuando hablemos de niños, concentrémonos en los niños. Pero cuando hablemos de otros grupos, pues hablemos de esos otros grupos. El debate actual es sobre los maestros, no sobre los niños. Maestros que, como Iza López en North Hollywood High, tienen casi cincuenta estudiantes por clase, que como Jennifer Liebi Zelazny gastan de su bolsillo para completar los materiales necesarios, que llevan trabajo a sus casas, que en medio de una crisis hasta están dispuestos a dar su vida por sus estudiantes; pero maestros que, sin embargo, no son ni respetados ni remunerados como los profesionales que son.

Hace más de un año que los maestros trabajan sin contrato y no hay que ser contador para saber que LAUSD tiene los fondos necesarios para cubrir las demandas del Sindicato de Maestros (UTLA). Pero más allá del número de estudiantes por clase, de cómo establecer la creación de nuevos magnets o del porcentaje del aumento, en realidad aquí hay una ofensiva del superintendente Austin Beutner que parece tener la misión de doblegar a UTLA y dar una lección al movimiento sindical organizado.

El superintendente Beutner, por supuesto, no está solo. Cuenta con el respaldo de una alianza educativo-política que incluye a escuelas chárter, a tres miembros del Consejo de Educación y a multimillonarios como Eli Broad, Richard Riordan y Michael Bloomberg que, más allá de estudiantes y maestros, ven aquí una oportunidad histórica para impulsar su visión privatizadora. Una visión que, de aplicarse exitosamente, daría el golpe final al sistema de educación pública estadounidense.

En ese sentido, esta huelga de maestros es fundamental y tendrá consecuencias que resonarán más allá de las aulas de Los Ángeles. Es un movimiento de profesionales de la educación que siguen la tradición del victorioso movimiento huelguista de 1989 y, más recientemente, las conquistas obtenidas por maestros en West Virginia, Oklahoma, Kentucky y Arizona. La historia parece estar del lado de UTLA.

Néstor M. Fantini es profesor de sociología en Rio Hondo College

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