Migrantes enfrentan un desprecio latente

La ilusión de llegar a Tijuana se extingue al ver reacciones en su contra

Un padre hondureño se encuentra en la caravana con su bebita de 3 meses de nacida. / fotos: Manuel Ocaño.

Un padre hondureño se encuentra en la caravana con su bebita de 3 meses de nacida. / fotos: Manuel Ocaño. Crédito: lA OPINION

La muestra más clara del desprecio de los residentes de Tijuana (México) y otras personas, ocurrió con una agresión a los migrantes de la caravana.

Residentes del vecindario de Playas de Tijuana realizaron una marcha en contra de los migrantes que acampaban en la zona donde se encuentra el faro de la ciudad, junto al Pacífico.

Aunque en contadas tiendas de campaña había señoras con niños, los residentes aseguraban que los migrantes
—en el pequeño asentamiento— eran delincuentes.

El dirigente de un partido político, recientemente formado, exigía que las autoridades locales y estatales sacaran del lugar a los migrantes y establecieran un acordonado y retenes para que los viajeros no regresaran.

Mientras, los miembros de la caravana aún no se enteraban de que a unas calles de distancia los vecinos protestaban en su contra.

Los residentes los acusaron de desmanes, de subirse al muro en la playa y —según ellos— provocar a las autoridades estadounidenses.

Luego cantaron el himno nacional mexicano y realizaron su caminata de protesta. Un poco más tarde, un grupo de personas, que en un video aparentan estar alcoholizadas, llegó hasta el campamento de los migrantes y comenzaron a insultarlos.

En respuesta, algunos miembros de organizaciones de derechos de los migrantes se interpusieron entre las personas que gritaban insultos y los migrantes. Ante ello, los que aparentemente llegaron alcoholizados les llamaron “traidores” y advirtieron que —según ellos— los que protegían a los migrantes se iban a arrepentir “cuando agarren a tu hermana” o “cuando tengas clavada una navaja en la panza”.

De pronto, un grupo de jóvenes, ubicado a unos 15 pies detrás del grupo supuestamente alcoholizado, comenzó a arrojar piedras, botes de cerveza y botellas contra los migrantes y los miembros de derechos humanos.

Mientras todo esto ocurría, varios agentes de policía permanecían como observadores.

Una joven que protegía a los migrantes suplicó a los policías que intervinieran; no osbtante, los agentes se quedaron sin dar respuesta.

Las personas, que aparentaban estar bajo la influencia del alcohol, también buscaron golpear a periodistas, en especial a un reportero del periódico local Frontera, a quien colegas suyos consiguieron alejar del lugar. Pero una reportera del semanario Zeta resultó golpeada en el rostro, además de que fue insultada.

Esa misma noche, un noticiero de la capital mexicana publicaba una entrevista al alcalde de Tijuana, Juan Manuel Gastelum, en la que el presidente municipal declaró que “no queremos a los migrantes en Tijuana”.

Una mujer hondureña intenta pasar el muro. / foto: Manuel Ocaño

Al día siguiente, el viernes, las autoridades locales ofrecieron transporte a los migrantes para llevarlos a los albergues y para horas de la noche todos los migrantes habían dejado el vecindario de Playas de Tijuana.

Para entonces se supo que los jóvenes que arrojaron piedras y botellas no eran residentes de Playas de Tijuana, un suburbio de clase media alta, sino de las inmediaciones del Valle de las Palmas, un vecindario popular a por lo menos 50 millas de distancia.

Se supo también que entre las personas, aparentemente intoxicadas, había residentes del condado de San Diego, incluida una activista a favor del presidente Trump.

Cuando La Opinión preguntó a los migrantes por qué habían elegido caminar para acampar en Playas de Tijuana, las respuestas variaron. Unos vieron en medios o redes sociales que eso hizo la caravana anterior, llegar hasta la playa y subirse al muro para celebrar que al fin habían llegado a la frontera de Estados Unidos.

Ninguno sabía que tenía que ir a la garita peatonal a registrarse y esperar turno para pasar a solicitar asilo. Tampoco dónde está la garita y de hecho tampoco qué es una garita. Solo sabían que los de la caravana anterior por alguna razón habían llegado hasta la playa, “así lo vieron publicado”, dijeron.

Para ver el video de la agresión visita: AQUI

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