Luchan contra el desalojo de familias de bajos recursos 

Unión de Inquilinos de Los Ángeles defiende a familia latina contra medidas que ayudan a los propietarios de alquiler a deshacerse de las personas que rentan. 

Los manifestantes fueron pocos, pero muy ruidosos en las calles de Venice. Jorge Luis Macías/ Especial para La Opinión.

Los manifestantes fueron pocos, pero muy ruidosos en las calles de Venice. Jorge Luis Macías/ Especial para La Opinión.  Crédito: Impremdia/ La Opinión

Con una cuchara en una mano para golpear una cazuela, la oaxaqueña Patricia Sánchez y su esposo Eduardo salieron una vez más a las calles de Venice para denunciar la presunta intimidación y hostigamiento recibido por parte de Tyler Wilson, dueño de la casa donde han vivido por más de dos décadas, y quien aparentemente, los quiere desalojar.

Ellos continuaron el boicot el sábado a dos restaurantes de salchichas Wurstküche, propiedad de Wilson.

“Este señor se metió con una oaxaqueña de Juchitán de Zaragoza y no sabe que somos unas mujeres guerreras para pelear y defendernos ante las injusticias”, dijo Patricia Sánchez, quien fue respaldada por decenas de activistas de la Unión de Inquilinos de Los Ángeles.

Sánchez agregó que “la vivienda es un derecho humano y ya es hora de que los ricos dejen de lucrar con el sufrimiento de nuestras familias”.

Patricia Sánchez y su familia han vivido en la casa de tres recámaras por 21 años. Jorge Luis Macías/ La Opinión

“¡Vivienda si, salchichas no! O “¡Tener un techo es un derecho!” fueron los gritos de protesta frente a los restaurantes Wurstküche del bulevar Lincoln en la ciudad de Venice; y de la calle tercera, en una segunda protesta, en el Distrito de las Artes, en el centro de Los Ángeles.

Patricia Sánchez y su familia han vivido en la casa de tres recámaras por 21 años. Su hija Ruby y su hijo Isaac, quien padece de autismo, asisten a la escuela secundaria de Venice, a escasos minutos del centro donde está el equipo médico y personal de apoyo que ha tenido el joven de 22 años durante toda su vida.

Por años, la familia Sánchez luchó con éxito contra numerosos intentos de desalojo de mala fe -según dijeron- por parte de dueños anteriores, hasta que Tyler Wilson compró la propiedad en 2017. La vivienda se ubica justo al lado del restaurante Wurstküche.

Los defensores de la familia mexicana señalaron que Tyler Wilson acosó a sus inquilinos para que desalojaran la casa, amparado bajo la ley Ellis de California, la cual permite a los propietarios de casas realizar desalojos sin culpa contra inquilinos, en unidades de renta estabilizada bajo el pretexto de la eliminación temporal de unidades de alquiler del mercado.

“¡Vivienda si, salchichas no! O “¡Tener un techo es un derecho!” fueron los gritos de protesta frente a los restaurantes Wurstküche. Jorge Luis Macías/ La Opinión

“Esta ley es inmoral y solo ayuda a los intereses de los propietarios ricos; pero a menudo se usa de mala fe en vecindarios como Venice”, dijeron los manifestantes. “Los propietarios convierten ilegalmente las propiedades de Ellis en alquileres a corto plazo”.

Según la Unión de Inquilinos de Los Ángeles, Wilson entregó documentación de desalojo a la familia Sánchez en junio de 2018, y bajo la misma ley Ellis, habría tenido que esperar un año para lograr su propósito, en base a que la familia Sánchez tiene un hijo con una discapacidad.

“El sufrimiento de esta familia ha sido horrible”, dijo Mayrim Llorens, activista de LATU. “Hay mucha presión de acuerdo a lo que nos cuentan y, de hecho, los niños han sufrido mucho con el trauma emocional”.

Llorens adelantó a La Opinión que las protestas no cesarán hasta que el dueño de la casa no deje en paz a la familia Sánchez.

“Él [Tyler Wilson] tendrá que tomar en cuenta todo el tiempo que quiera seguir enfrentándose a nosotros”, dijo. “Nosotros no vamos a parar, porque vivimos en el barrio y nuestra campaña de boicot va a seguir”.

La Opinión contactó varias veces al restaurante de Tyler Wilson para obtener su respuesta sobre el caso, pero, aunque dijeron que le darían el mensaje, colgaron las llamadas.

“Hasta ahora pago $1,250 mensuales de renta”, dijo Patricia. “Y este señor quiere echarme a la calle, sabiendo que en ninguna parte de Venice podría pagar más renta”.

En efecto, el alquiler de una habitación sencilla en esta ciudad ronda en los $1,800; un departamento de dos recamaras promedia los $2,500 y una casa de tres recámaras como en la que vive Patricia y seis otros miembros de su familia ha llegado a los $5,000 mensuales.

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