Mixtecos tienen acceso por primera vez a una playa virgen en Oxnard

Los residentes que trabajan en la agricultura local fueron invitados a conocer el proyecto de rescate ambiental más importante de California: Ormond Beach.

La familia Tello no sabía que la playa Ormond estaba cerca.

La familia Tello no sabía que la playa Ormond estaba cerca. Crédito: Cortesía Pilar Marrero para La Opinión

Un viaje a la playa suele ser una ocasión feliz para cualquier familia, pero esta vez fue además una sorpresa para residentes mixtecos de la zona de Oxnard que por primera ocasión visitaron una de las pocas costas salvajes que quedan en California: Ormond Beach.

Esta no es una playa cualquiera.

Es aislada. Sólo se llega a ella por accesos que no anuncian su existencia y en vez de hermosas mansiones o centros comerciales típicos de Santa Bárbara o Malibu -que quedan al norte y al sur- está rodeada por una base naval, una recién abandonada planta eléctrica y una montaña de tóxicos que dejó una ya clausurada recicladora de metales.

“No parece una playa”, dice el pequeño William Tello, quien camina de la mano de su mamá Verónica por el camino que comienza al final de una carretera sin marca, prosigue al lado de un pantano y termina a la orilla del mar y una playa virgen con hermosas dunas.

Ormond Beach es también la sede de uno de los proyectos más importantes de recuperación de humedales y medio ambiente costero en la historia reciente del sur de California y un lugar clave para la supervivencia de varias especies de pájaros y otros animales.

“La razón por la que esta playa es tan especial es que no hay otra parte de la costa de California que haya permanecido en un estado salvaje, sin casas o desarrollo”, explica Cynthia Hartley, bióloga de la organización Audubon, que se especializa en la protección de pájaros y sus hábitats. “Hay dos tipos de pájaro muy específicos que hacen sus nidos en las dunas de este tipo de playas, y este hábitat casi desapareció en décadas anteriores, hasta que comenzamos a prestar atención”.

Ajena a la catástrofe de especies en vías de extinción, la familia Tello Hernández simplemente se alegra de saber que este lugar existe, cosa que hasta ahora ignoraban. “Nos sorprende mucho esta playa, nunca la habíamos conocido y es una tristeza que esté olvidada cuando muchos niños o personas podrían usarla para el disfrute de sus familias”, dijo la joven madre indígena, que trabaja en el cultivo del cilantro.

La comunidad participa en un foro para rescatar la playa. Cortesía Pilar Marrero

Verónica y su esposo Baltasar se dedican, como tantos inmigrantes mexicanos – en su mayoría indígenas de estados del sur de ese país- al trabajo de la agricultura en la zona de Oxnard, una de las zonas más importantes de la producción de fresa, apio, frambuesa y vegetales de hoja verde en California.

En este sábado soleado de primavera unas 60 familias migrantes, en su mayoría indígenas mixtecos, han sido invitados por la ciudad de Oxnard y grupos medio ambientales como Coastal Conservancy y Nature Conservancy, a conocer el lugar donde, desde hace años, estos grupos luchan por rescatar una costa hasta hace poco a merced de tóxicos industriales.

“Estas son las comunidades que están más cerca de este lugar, que pueden beneficiarse de este plan de restauración en el que varios socios están involucrados”, dijo Miguel Ramos de la ONG Nature Conservancy, quien agregó que el proyecto además incluye acceso a trabajos.

Pero no se trata solo de ofrecer empleo sino de dar a la comunidad residente en la zona – cuya voz no es tradicionalmente tomada en cuenta- la oportunidad de involucrarse en el proceso que incluye proteger la playa, las especies que allí habitan o se reproducen y hacerla accesible a un público informado de lo que está en juego allí.

Oxnard y los grupos ambientales, han convocado a organizaciones comunitarias como MICOP (Proyecto Comunitario de Organización Mixteca Indígena) y CAUSE (Alianza de la Costa Central por una Economía Sustentable) para que sirvan de puente con los residentes, en su mayoría trabajadores inmigrantes del campo.

“Un 60% de la fuerza laboral del condado de Ventura es indígena”, dijo Arcenio López, director ejecutivo de MICOP. “Somos unas 24,000 personas indígenas Mixtecos, Zapotecos, Otomí, Nahuatl, Purépecha, Amuzgos, entre otros”.

A diferencia de otras zonas de California, cuyos residentes casi siempre pertenecen a las clases medias y pudientes -ya que se desarrollaron alrededor de ricos enclaves residenciales- Oxnard nunca fue una comunidad playera sino más bien un pueblo agricultor que fue creciendo hacia el océano.

Quizá por eso, su historia reciente incluye décadas de industrialización y proyectos que dejaron un legado de contaminación y basura impensables en zonas costeras con más influencia política.

“La consciencia ambiental que tenemos hoy no existía antes”, dijo Maricela Morales, de CAUSE. “Aquí hubo una planta recicladora de metales que ahora es un sitio tóxico controlado por el gobierno federal y en los últimos 12 años hemos continuado peleando contra más proyectos tóxicos e industriales”.

Los residentes del área más cercanos a esa playa y zona industrial son en su inmensa mayoría inmigrantes, 80% hablan en su casa una lengua que no es el inglés y la tercera parte son menores de 18 años. “En otras palabras, son jóvenes, pobres y morenos”, agrega Morales.

Tras la visita a la playa, el grupo de residentes se reúne en un centro comunitario de Oxnard para un almuerzo de pollo con mole. Carmen Ramírez, la alcaldesa interina de la ciudad, explica que cuando era niña en Los Ángeles, siempre soñaba con ir a la playa. Pero nunca pudo ser, porque vivía a 20 millas de la misma y sus padres eran pobres y trabajaban sin parar.

“Yo quiero que las personas que viven y trabajan en esta comunidad tengan la oportunidad de usar este tesoro que tenemos aquí”, dijo.

La comunidad en Oxnard quiere rescatar la única playa virgen de California. Cortesía Pilar Marrero

Hace algunos años, la ciudad de Oxnard impuso restricciones a vehículos, perros y fogatas en Ormond Beach, para impedir la destrucción de las dunas y de los pájaros que hacen sus nidos en ellas. La Nature Conservancy y la Coastal Conservancy compraron terrenos circundantes para protegerlos. Ahora trabajan para limpiar y restaurar el área.

“Queremos un futuro en el que Ormond Beach sea accesible al público, que la playa y los humedales sean protegidos y que podamos asegurar la supervivencia de la diversidad de plantas y animales en el lugar”, dijo Peter Dixon, de Nature Conservancy. “También tenemos como objetivo proteger la zona de la contaminación industrial que ha sido su legado”.

En el futuro, los humedales y dunas protegerán las zonas interiores, los campos y ciudades aledañas de la subida de las mareas que vendrán con el cambio climático.” Peter Dixon

Sentados entre el público, los Tello Hernández y las otras familias escuchan atentamente. Algunos tienen un audífono que les traduce del inglés al mixteco todo lo que allí se dice.

Verónica, mucho más habladora que su esposo Baltasar, coincide en que a menudo los seres humanos “no sabemos valorar lo que tenemos, y estamos matando la naturaleza”.

López, de la organización Mixteca, apunta que los indígenas viven “muy conectados con la madre naturaleza y que esta es una costumbre que se va perdiendo con la migración y el trabajo del campo, que es de sol a sol”.

“Este fue un recordatorio hacia nuestra comunidad, un momento de reconexión con el agua”, dijo el activista indígena. “Aunque los mixtecos generalmente no vivimos en las playas, tocar el agua, la arena, tener un espacio abierto, apreciar los animalitos que viven allí, es estar en contacto con la naturaleza y también saber que tenemos que preservarla”.

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