Por qué los espías de WhatsApp pueden tener la vista puesta en Irán

El editor de la BBC en Washington explica por qué

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Crédito: Getty Images

Es hora de atar cabos.

El hackeo a WhatsApp, el “sabotaje” a los buques petroleros, la presión en Estados Unidos para proscribir a los Hermanos Musulmanes y los “planes” de despliegue de tropas estadounidenses en el Golfo son todo hilos de una misma historia: En su núcleo está la pelea entre Israel, Arabia Saudita e Irán.

El ejército israelí es único en el sentido de que supone la columna vertebral de muchas empresas en Israel.

Es así porque los vínculos que se forman durante el servicio militar son para toda la vida.

Es el momento más importante en la vida de una persona joven, mucho más formativo que los años universitarios.

Es el “club de amigos” por excelencia, que en este caso está hecho de “amigos y amigas”.

El ejército israelí acepta a cualquier joven, evalúa cuál es su fortaleza más grande y lo destina al lugar donde pueda ser más útil para el país.

Los nerds informáticos que de otra manera estarían encerrados en el sótano de sus mamás son forzados a salir a la luz y desempeñar su servicio a la nación en la guerra cibernética.

Imagen de un hacker

Getty Images
El ataque contra la aplicación de mensajería WhatsApp fue orquestado por “un actor cibernético avanzado”, según la empresa.

Cuando dejan el ejército, se llevan las habilidades y los contactos que allí hicieron al mundo industrial y forman empresas como el Grupo NSO.

Esta empresa tecnológica produce software de espionaje y hackeo que vende a los gobiernos para combatir el crimen y el terrorismo.

Pero, y es un gran pero, solo consiguen una licencia de exportación del gobierno israelí si este considera que la venta no perjudica los intereses nacionales.

En el pasado, eso significó no vender sus programas a Irán o a los estados del Golfo. En este segundo caso, esto era así porque los estados del Golfo se pusieron de parte de los palestinos contra Israel.

Cambio tras la Primavera Árabe

En la era posterior a la Primavera Árabe (que eclosionó en 2011), los estados del Golfo excepto Qatar abandonaron la causa palestina y se pusieron del lado de Israel contra Irán.

Este lento movimiento fue acelerado por la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos y la inclusión en su gabinete de varios “halcones anti-Irán” como el secretario de Estado, Mike Pompeo, y el consejero de Seguridad Nacional, John Bolton.

Primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu

Getty Images
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ve en Irán una amenaza existencial para Israel.

Hay mucha especulación de que para construir relaciones con sus nuevos amigos en el Golfo, el gobierno israelí permitió al Grupo NSO vender sus programas a esos estados.

¿En qué se fundamenta esto? Quizá no sea una coincidencia que entre los supuestamente afectados por la falla de seguridad de WhatsApp estén abogados que investigan violaciones de derechos humanos en estados del Golfo, un disidente saudita y un ciudadano catarí.

El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, ha hecho del esfuerzo para contener a Irán, país al que proyecta como única amenaza existencial para Israel, su razón de ser (y su único legado político).

Los gobernantes sauditas ven dos amenazas existenciales. Una exterior: Irán. Otra interior: los Hermanos Musulmanes.

Los sauditas tienen miedo de Irán por su poderío militar.

Y le temen a los Hermanos Musulmanes porque ofrecen un islam político como alternativa al liderazgo dinástico de la familia real.

El presidente de Egipto Abdul Fattah al Sisi y el presidente de EE.UU. .Donald Trump estrechan la mano

Getty Images
El gobierno de Donald Trump decidió emprender sanciones contra los Hermanos Musulmanes después de una reunión el pasado abril con el presidente de Egipto Abdul Fattah al Sisi.

El gabinete de Donald Trump está hecho de personas que odian al régimen iraní y todo lo que representa.

Así que los miembros de este nuevo “eje de los egos” se están haciendo favores entre sí para posicionarse colectivamente en una unión total contra Irán.

Se están haciendo muchos trueques o negociaciones.

Algunos implican ventas de armas, otros giran en torno al precio del gas y el petróleo. Otros suponen cambalaches políticos como el que algunos en la Casa Blanca están haciendo a favor de los sauditas al intentar designar a los Hermanos Musulmanes como grupo terrorista.

Similitudes con la guerra de Irak

En una repetición de lo que pasó antes de la invasión de Irak, parece que cualquier hilo de inteligencia que se pueda manipular para convertirlo en una razón para intensificar la presión sobre Irán se está utilizando.

Embarcaciones de Emiratos Árabes Unidos y un tanquero de Arabia Saudita

Reuters
Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos denunciaron el supuesto sabotaje de varios de sus buques petroleros en el Golfo el pasado domingo.

Este ambiente es muy familiar para aquellos de nosotros que fuimos testigos de los momentos previos a la invasión de Irak en 2003.

La diferencia es que el presidente de Estados Unidos entonces, George W. Bush, estaba en parte impulsado por una creencia ideológica de que era su destino llevar la democracia a Medio Oriente. Y eso significaba derrocar a Sadam Husein.

El actual ocupante de la Casa Blanca tiene muchos menos huesos ideológicos en su cuerpo, quizá ninguno.

El rasgo distintivo de la presidencia de Trump es una política transaccional construida en torno a las necesidades empresariales. La doctrina de política exterior del presidente Trump es “Estados Unidos primero”.

Es improbable que se apunte a una nueva guerra en Medio Oriente, especialmente a un año y medio de las elecciones de 2020, a no ser que sea seriamente provocado.

Eso requeriría ser capaz de achacarle a Teherán alguna acción muy grave. La mejor manera de hacerlo es recolectando datos de inteligencia.

Logo de WhatsApp

Getty Images
WhatsApp reveló que unos piratas informáticos consiguieron instalar un software con un sistema de vigilancia remota en teléfonos celulares y otros dispositivos.

Y la mejor forma de hacer esto es que todos tus aliados estén espiando al mayor número de personas posible en la región.

Una de las mejores formas de hacer esto es hackear el caballo de Troya que todos llevamos de forma voluntaria en nuestros teléfonos inteligentes.

*Paul Danahar es el editor jefe de la BBC en Washington y fue jefe de la oficina de la BBC en Medio Oriente entre 2010-2013.


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