La contaminación ambiental no solo ataca a la capital mexicana

Ciudades como Guadalajara en Jalisco; la capital de Puebla con el mismo nombre; Monterrey, en Nuevo León, o Toluca en el Estado de México son focos de enfermedades relacionadas con una mala gestión

MÉXICO –  Haz fama y échate a dormir, reza el refrán que pesa como el plomo que contamina el medio ambiente la Ciudad de México, acorralada por destartalados camiones de carga, millones de autos, una industria con regulaciones deficientes y montañas que impiden la circulación del aire.

Pero la capital mexicana no es la única sino la que hace de cortina de humo a otras metrópolis con los mismos o peores problemas en México.

Ciudades como Guadalajara en Jalisco; la capital de Puebla con el mismo nombre; Monterrey, en Nuevo León, o Toluca en el Estado de México han sido denunciadas en los últimos meses por activistas, universidades y hasta los mismos gobiernos por superar constantemente a la mal afamada CDMX por polución.

Uno de los capítulos más dramáticos en la lucha frontal de la población en contra de una de las causas se vive actualmente en la capital regiomontana donde, habitantes de un fraccionamiento de alto nivel socioeconómico emprendieron una demanda legal y política en contra de la más poderosa industria: Magotteaux, Vitro, Cemex y otras.

En el residencial Céntrika, ubicado a unos pasos de estas empresas, los autos, las casas y los árboles se cubren de una capa de ceniza y, cuando intentan lavarla, ésta se endurece como cemento mientras la salud de los habitantes es una alerta.

Teresa González será operada de la nariz en la próxima semana “debido a la  mala calidad del aire. Salvador Guillén, quien se mudó ahí en 2015, precisó a medios de comunicación local que se le desarrollaron alergias y ahora no puede dejar de tomar antihistamínicos, luego perdió el sentido del olfato y se tuvo que operar de los pólipos nasales.

“Nosotros  no somos los apropiados para corregir ese problema. Hay autoridades mayores que deberían de hacer algo”, dijo González frente a los nulos avances de su denuncia.

Un estudio del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP) denunció que tan sólo en 2018 el impacto económico en la salud de los mexicanos fue de casi 10,000 millones de dólares y en 2017 se le atribuyeron 49,095 muertes por complicaciones cardiovasculares, diabéticas y renales, muchas de las cuáles, distan de la CDMX.

En Guadalajara y su área metropolitana, donde se reconocen 15,000 fallecimientos relacionados,  el año pasado tuvo más días de contaminación atmosférica que capital mexicana: 16 frente a cuatro, según cifras oficiales

Recientemente el gobierno de Jalisco  rediseño el programa de verificación vehicular, la transición del parque automor de las dependencias públicas a eléctricos e híbridos, la creación de un “fondo verde”, arbolado urbano y monitoreo de la calidad del aire, pero han sido insuficientes.

Otros estados tienen peores situaciones y no existen ni quiera cifras reconocidas oficialmente por los gobiernos locales como en Puebla, donde  la Sociedad Mexicana de Ingeniería Ambiental, denunció que la calidad del aire supera por más de 40% por arriba de lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS): hay hasta 60 micras y lo recomendable es de 25 micras.

Pero incluso quienes han tomado medidas, éstas han sido insuficientes. Hasta el 2016, la CDMX había controlado por  casi una década y media sus niveles de contaminación ambiental hasta que recayó con altibajos que aún no puede controlar a pesar de medidas como la prohibición de circulación de vehículos y de ciertos rubros de la industria y programas de transporte alternativo.

El Centro Mario Molina, fundado por el único premio Nobel de Química mexicano ha criticado la falta de voluntad política de los gobiernos en todo el país para imponer medidas poco populares como desincentivar el uso del coche; de no invertir más en dignificar el transporte público o permitir la corrupción en los centros de verificación.

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