El primer celo de tu perra y cómo afrontarlo
Si tu mascota comienza a dejar sangre por la casa y se lame sus genitales es muy probable que sea una señal de que ya comenzó su periodo en el que está apta para la reproducción
Por lo regular se elige una hembra como mascota porque es considerada más hogareña y de mejor carácter, pero también cuando cumpla entre los seis y 10 meses entrará en celo y comenzará a escurrir gotas de sangre, lamerse sus genitales. Esto durará unos 20 días y será cíclico, el de las razas miniatura es más corto y de las gigantes más tarde.
Este periodo se caracteriza por un sangrado de la perra que dura de dos a tres semanas, a la mitad del mismo la mascota aceptará al macho y quedará preñada (aunque el sangrado continúe). Cuando no esté en celo se comportará como asexual, ya que sus hormonas de la reproducción (principalmente estrógenos y progesterona) estarán “apagadas”, pero se activarán iniciando con el sangrado como día uno del celo, de acuerdo con la revista Animales de Compañía.
Durante 30 a 35 días su cuerpo se preparará para la gestación, esté o no preñada sus glándulas mamarias comenzarán a crecer e incluso alrededor del día 40 producirán leche y tendrá cambios de conducta al esconderse e incluso adoptando un muñeco como bebé.
Si la perra está embarazada es un comportamiento normal, pero se llama pseudogestación cuando no lo está. Esta última puede ser muy evidente o apenas perceptible, pero a todas las hembras caninas les sucede. Después pasarán unos cinco meses en donde sus hormonas sexuales de nuevo se “dormirán”, volviéndose asexual hasta el siguiente ciclo.
Algunas recomendaciones para su bienestar
Si bien existen los llamados “calzones anti cruza” o pañales para evitar una monta no deseada o que ensucie en el hogar, se sugiere usarse lo mínimo posible para que no haya acumulación de fluidos y pudiera generar una infección.
Cuando se desea reproducirla, no se recomienda hacerlo al primer celo porque aún no es madura ni ha alcanzado la talla adulta. Se debe desparasitar y vacunar previamente, entre otros cuidados que recomiende el médico veterinario.
Si no se desea que tenga crías, se le debe esterilizar mediante una cirugía sencilla que consiste en retirar ovarios y matriz, con las ventajas de que no volverá a entrar en celo ni a sangrar.
El procedimiento en su primer año de vida reduce a 90 % las posibilidades de tumores en glándulas mamarias y durante el segundo año un 45 %. Al hacerlo sólo se prolonga el periodo de no celo normal y no es necesario que primero tenga crías para esterilizarla.
La esterilización se debe evitar durante el celo porque los estrógenos impiden la adecuada coagulación de la sangre y podría ser catastrófico durante la cirugía.
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