Entre Tonatico y Waukegan: El golpe del coronavirus a una población binacional

Familiares en uno y en otro lugar comparten la crisis del coronavirus

Dos comunidades totalmente integradas. Aquí en el ultimo desfile realizado en Tonatico, paralelo a otro en Waukegan.

Dos comunidades totalmente integradas. Aquí en el ultimo desfile realizado en Tonatico, paralelo a otro en Waukegan. Crédito: Abacuc López | Cortesía

MÉXICO – A los poblados de Waukegan y Tonatico los separan más de 3,000 kilómetros y, sin embargo, sus habitantes comparten un dolor común y fraternal por el coronavirus. En el norte de Illinois y en el sur del  Estado de México, ambas comunidades de mexicanos se contagiaron unos a otros.

Migrantes y otros oriundos tienen tíos y primos, hermanos, hijos padres, sobrinos, abuelos en ambos lares que fueron y vinieron con el COVID-19 encima.

Entre parientes hicieron  sendos convivios a pesar de la pandemia porque en las comunidades binacionales no hay fronteras ni límites y así hicieron festivales y juergas religiosas.

“El Covid nos afecta por igual a las familias estemos donde estemos”, advirtió Abacuc López, un líder comunitario Waukegan, donde viven alrededor de 6,000.

Abacuc López espera los resultados de la prueba que se hizo en estos días. No tiene síntomas, pero en las últimas semanas el COVID-19 se la tomó en contra de la ciudad ubicada al norte de Illinois.

De acuerdo con datos oficiales, de los 5,270 contagios y 140 muertes que se registran en el condado de Lake, el 56% se concentran en esta localidad y la mayoría entre mexicanos.

“Estamos viendo familias enteras infectadas”, destacó Abacuc López. “El problema creció porque, al inicio de la pandemia, el gobierno no puso ninguna medida; las fábricas siguieron operando y, por otro lado, los tonatiquenses vivimos muy hacinados por necesidad o por gusto de las grandes familias”.

Donación de víveres para la comunidad latina en Waukegan.
Donación de víveres para la comunidad latina en Waukegan.

Entonces, el virus se reprodujo más o menos así: un padre se infectó en el trabajo o la calle y llevó el  virus a casa, contagió a los hijos, a la esposa, a la abuela, al primo y luego al vecino, al amigo, al compadre… en un intercambio cultural que antes del coronavirus los fortalecía, pero ahora los llevó al borde de la muerte.

En el círculo social de Abacuc ya hubo dos muertos en  EEUU. Omite sus nombres por privacidad de la familia pero precisa que se trata de una señora que era de La  Puerta, un pueblito cerca de Tonatico, y un hombre oriundo otro de la cabecera municipal que ya fue cremado.

Sus cenizas se quedarán en Waukegan porque los padres lo llevaron desde el Estado de México a Illinois cuando era muy pequeño.

Mientras tanto, la población de Tonatico está “con el alma en un hilo” por los cuentos que llegan desde Waukegan. Que el virus ya le dio a un primo, que ahora al cuñado o al concuño; al excompañero de la escuela, a la muchacha que vendía pan en tal esquina hasta que emigró…

En la mayoría de los casos, la información llega a retazos, imprecisa, a manera de rumor o chisme como ocurre en los lugares de poca gente, donde la mayoría se conoce. “Pueblo chico, infierno grande”, dicen y sufren y batallan con los contagios y los temores lejanos y los propios.

El gobierno del estado afirma que Tonatico no tiene casos, pero desde el hospital local les rebotan otros datos. Dos, cuatro, ocho, diez… ¿De dónde llegaron? Socorro Acosta, ex candidata a la presidencia municipal no se arriesga a especular.

Pudo ser de cualquier parte, dice.

Sin embargo, hay muchas sospechas desde Waukegan porque la comunidad no ha parado de saltar de un lado al  otro desde el siglo pasado, cuando se empezaron a quedar en Estados Unidos los primeros braceros que vieron en la industria otra oportunidad.

También pudo venir de Iguala, Guerrero, una ciudad con la que Tonatico tiene mucha comunicación y es actualmente un foco e infección al punto de que el alcalde guerrerense declaró a la entidad como “incontrolable” en la contención de los brotes.

O desde las centrales de abasto de Toluca o la Ciudad de México, a donde los campesinos locales llevan sus productos del campo para vender, cebollas, jitomates, pepinos, frijol, maíz y así sumar dinero a las remesa que llegaban contantes y sonantes. Sea de un lado al otro, el caso es que el COVID-19 está a acecho.

El alcalde de Waukegan, Sam Cunningham y Socorro Acosta (izquierda) en un convivio con tonatiquenses
El alcalde de Waukegan, Sam Cunningham y Socorro Acosta (izquierda) en un convivio con tonatiquenses

La misma actitud

La familia de Socorro Acosta tiene una verdulería en Tonatico que atienden los papás de ella y decidieron cerrarla por precaución ante el coronavirus. Antes, sólo eran espectadores de las noticias que se leían en redes sociales, principalmente en Facebook y procedentes de Estados Unidos. “A todos nos alteraba porque los contagiados en Waukegan son de la familia aunque  lo sentíamos lejos”.

Luego llegaron las primeras alarmas: “Ya vienen de visita”, cuchicheaban sobre los que iban de Waukegan a Tonatico : “Nos van a traer el virus”, “deberían de quedarse”, “¿qué vienen a hacer?”

Socorro Acosta era de ese grupo de saltimbanquis. A mediados de marzo pasado ella fue a visitar a su hermana en Texas, donde se quedó atrapada varios días porque dos semanas después cerraron los vuelos de retorno y para regresar tuvo que cruzar la frontera caminando.

“Estaba segura de que quería regresar a Tonatico y de que no estaba infectada”, recuerda.

De todos modos tomó precauciones. Los días pasaron y en Tonatico se comenzaron a ver más trocas con placas de Illinois aunque también de la Ciudad de México y rostros de gente que antes sólo iba de paseo los fines de semana a sus casas de campo y de pronto se convirtieron en refugios para la cuarentena.

Los tonatiquenses miraron para otro lado y siguieron con su vida. La mayoría no guardó distancia, ni se quedó en casa. Menos usó gel antibacterial o cubrebocas y muchos negocios no esenciales como de ropa, ferretería siguieron laborando”.

Gilberto Acosta, de 45 años, acaba de superar la enfermedad en el pueblo después de dos estancias en el hospital porque no podía respirar. Primero se contagió él y luego su esposa y los hijos. En su caso, los síntomas fueron leves, fiebre, falta de oxígeno y nada complicado.

Tuvo suerte; otros, a su alrededor, “se están muriendo”. El sabe de ocho casos por lo menos.

Abacuc López reconoce que ha sido “muy complicado” hacer entender a la comunidad de la importancia de quedarse en casa, de no socializar y esa cultura los deja entre la vida y la muerte. “Entre la familia hacen sus fiestas y se siguen reuniendo”.

Otro asunto en contra del confinamiento es el trabajo. Waukegan es una zona industrial donde la mayoría de las empresas no han cerrado operaciones por lo que la mano de obra de los tonatiquenses no cesó.

La corresposabilidad

Otro factor que ha dejado a la comunidad en la vulnerabilidad, según activistas sociales, es la desatención de los gobiernos local, estatal y federal de EEUU y del mexicano. En un momento de desesperación por la falta de mascarillas, la activista Margaret Carrasco diseño caretas plásticas, compró el material y las repartió en supermercados, en las calles, los parques…

“La gente no hacían caso a las medidas, yo tenía que llamar la atención en los negocios por no aplicar reglas mínimas de distanciamiento y hasta me insultaban por eso mientras los inspectores de la ciudad no acudían a verificar”, cuenta en entrevista con este diario.

Donación de comida en Waukegan
Donación de comida en Waukegan

Durante dos meses, Margaret Carrasco exigió también pruebas para detectar la enfermedad, pero fue hasta principios de mayo que se instaló un módulo callejero para hacer 500 pruebas diarias y entonces salió a la luz la realidad: el 56% de quienes acudieron salieron positivos al COVID-19.

“Es una desgracia que no ocurrió en los pueblos de los alrededores que son anglosajones y debemos denunciarlo”, advierte. “A muchos migrantes mexicanos no los reciben en los hospitales y el problema va a crecer”.

De lado del gobierno mexicano —advierte Carlos Arango, presidente del Frente Nacional de Inmigrantes — el problema ha sido el cierre del consulado en Chicago, al que acuden los residentes de Waukegan, porque sólo dan consultas desde casa y se ha entorpecido. “No se cuenta mucho con él”, advierte sobre las razones de la desatención que acumula cuerpos para repatriación y ayuda emergente.

Otros datos

  • Se canceló en Waukegan el desfile anual del 16 de septiembre por el Día de la Independencia de México al que acudía una banda de guerra y el alcalde de Tonatico.
  • 200 mexicanos fallecidos por Covid en EEUU han pedido ayuda al gobierno mexicano para la repatriación de las cenizas, según cancillería.
  • 567 connacionales han muerto en total en la Unión Americana según la Secretaría de Relaciones Exteriores.
  • 14 millones de dólares destinó México para la repatriación de cuerpos
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