Comunidad indígena no creía que la pandemia fuera real hasta que lo escuchó en su propio idioma
Promotoras de salud ayudan a las personas dando información en mixteco y zapoteco sobre el COVID-19.
OXNARD – Cuando comenzó la pandemia del coronavirus COVID-19, muchos trabajadores indígenas del condado de Ventura dudaron de que el virus fuera real, principalmente porque no tenían acceso a la información en su idioma.
Los trabajadores agrícolas indígenas y sus familias a menudo desconocen los servicios de salud disponibles o temen arriesgar una visita a la clínica, usualmente por al aislamiento que conlleva la falta de fluidez en inglés o español y, a veces, la falta de un estatus legal en el país.
Eso es un desafío en tiempos normales. Durante la pandemia de coronavirus, puede ser fatal. Estas barreras—compartidas con otros inmigrantes que hablan principalmente idiomas menos comunes, como el hmong, idiomas africanos como el ibo o el yoruba y dialectos menos conocidos de todo el mundo—son un contribuyente poco entendido hacia los resultados del COVID-19.
En el condado de Ventura, los trabajadores se benefician de la ayuda de las promotoras de salud que brindan información vital en su idioma. Pero esto ha sido más difícil durante la pandemia. No obstante, aquellos que sirven a esta comunidad todavía están profundamente comprometidos a correr la voz.
Casi todos los días, Rosita López y Lidia López solían caminar por las calles de la ciudad de Oxnard, en el condado de Ventura para informar a los residentes de bajos ingresos acerca de los servicios de salud gratuitos o de bajo costo en su área.
Las dos mujeres, con el mismo apellido pero que no están relacionadas, son promotoras de salud enfocadas principalmente en la considerable comunidad indígena de Ventura. Esta comunidad habla varios idiomas nativos, incluyendo el mixteco y zapoteco. Los trabajadores son principalmente de los estados mexicanos de Oaxaca, Hidalgo, Michoacán y Guerrero.
Se estima que hay unas 20,000 personas en Oxnard que hablan principalmente un idioma indígena. La mayoría son trabajadores agrícolas.
El COVID-19 tiene un costo mayor en las comunidades de clase trabajadora donde hay menos acceso al seguro de salud o atención médica regular, dijo Odilia Romero, intérprete de idiomas indígenas y directora ejecutiva de la organización sin fines de lucro Comunidades Indígenas en Liderazgo (CIELO).
Añadió que los indocumentados que temen ser deportados tienen muchas menos probabilidades de arriesgarse a una visita al médico, incluso si tienen síntomas del COVID-19.
Esta es la razón por la cual las promotoras juegan un papel tan importante en las comunidades indígenas y de bajos ingresos.
Antes del brote, con libreta en la mano y una camisa y un gafete con su nombre que las identifica como promotoras de la salud del Proyecto Mixteco Indígena de Organización Comunitaria (MICOP), Rosita y Lidia centraban su alcance en algunos lugares familiares de la ciudad. Se dirigían a alguna lavandería, un parque público u otros lugares en los vecindarios donde se congregan los residentes indígenas. Lidia habla mixteco y español, mientras que Rosita habla zapoteco, español e inglés.
“Me siento bien ayudando porque hay personas que solo hablan mixteco”, dijo Lidia, quien se encontró en la misma situación cuando llegó a Estados Unidos en 1993.
Lidia trabajó 12 años en el campo recogiendo moras y otros nueve años recogiendo fresas. En esos empleos, los trabajadores agrícolas trabajan encorvados durante horas. Al final del día, cuando intentan enderezarse, el dolor puede ser insoportable, recordó.
“Además, en el campo de moras respiramos mucho polvo de los químicos y como a mediodía, la garganta se sentía como si estuviera ardiendo”, contó Lidia. “Años más tarde me enteré que la salud es importante y que hay programas de descuento; además, las clínicas del condado tienen programas, pero a veces uno duda”.
Para evitar que otras personas pierdan los recursos disponibles, Lidia y Rosita se enorgullecen de compartir información sobre opciones de salud adaptadas a las necesidades de cada familia.
Sin embargo, ahora con la pandemia, las promotoras del programa “Camino a la Salud” no han podido caminar por las calles. A cambio, indicó Lidia, el personal de MICOP creó opciones para llegar a las personas de otras maneras, mientras trabajaban de forma remota. Esto incluye anuncios de servicio público transmitidos en estaciones de radio locales y llamadas telefónicas a miembros anteriores y actuales de MICOP.
“Están en mixteco, zapoteco y otros idiomas que habla la comunidad”, dijo Lidia. “Ahí, explicamos cómo pueden mantenerse a salvo por ejemplo lavándose las manos”.
Las promotoras también responden constantemente las preguntas publicadas en la página de Facebook de MICOP y recientemente ofrecieron una sesión para suscribirse a Medi-Cal en Facebook Live.
Ellas hablan sobre los programas de descuento ofrecidos a través de MICOP, incluyendo los programas de caridad y el programa Ability to Pay (ATP) que ofrece el Condado de Ventura para pagar las visitas al médico. Para aquellos que califican para el Medi-Cal, comparten información sobre cómo solicitar este programa de California para familias e individuos de bajos ingresos.
Durante la pandemia, Rosita dijo que algunas personas entienden lo que está sucediendo con el COVID-19 y otras piensan que la epidemia de coronavirus es un truco político, una táctica de campaña preelectoral para confundir a las personas por quién votar.
“Pero los que sí creen, se cuidan y me han dicho que cuando regresan del trabajo, se quitan la ropa y se bañan de inmediato”, explicó Rosita. Al hacer esto, creen que están eliminando cualquier virus que puedan transportar del trabajo.
Pero a veces es difícil mantener la distancia social, ya que estos trabajadores tienden a vivir en hogares abarrotados compartidos por varias familias, dijo Arcenio J. López, director ejecutivo de MICOP.
Dijo que los riesgos surgen cuando los trabajadores comparten una raitera, un viaje a los campos a cambio de dinero para la gasolina, y no todos conocen la condición de salud o los hábitos de higiene de los demás.
Los organizadores de MICOP dijeron que las compañías han realizado algunos cambios para prevenir la infección entre los trabajadores agrícolas durante la pandemia. Juvenal Solano, uno de los organizadores comunitarios, estima que alrededor del 70% de los campos de fresas del área están aplicando algunas reglas.
“Les permiten trabajar manteniendo la distancia y a la hora del almuerzo les dicen que coman separados”, indicó. “Sin embargo, no creemos que ninguno de ellos proporcione máscaras. Les dan pañuelos o bandanas que no son muy seguros porque todavía pueden respirar el polvo”.
Solano dijo que los trabajadores agrícolas tienden a hablar su idioma nativo cuando están trabajando y expresarse con otros de diferente idioma es difícil. Solo cuando es necesario hablar con el capataz se acerca el trabajador que habla más español.
Los defensores de MICOP y CIELO, conscientes de la vulnerabilidad de sus clientes, dicen que sienten una enorme urgencia. El trabajo de campo no se ha detenido durante la pandemia, por lo que es vital llevar información a los trabajadores agrícolas.
Actualmente, los defensores están trabajando en una campaña para persuadir a los empleadores para que ofrezcan pruebas del coronavirus más generalizadas, que busquen formas de que los trabajadores agrícolas se laven las manos en el campo más fácilmente y les proporcionen máscaras faciales.
“Nos preocupa que [el virus] ya haya llegado y tenemos que identificar a los infectados para que puedan recibir la atención adecuada y evitar que sigan infectando a más personas”, dijo Arcenio.
Conociendo la ayuda disponible
Antes de la pandemia, las promotoras habían visto algunos resultados fructíferos. Entre los beneficiarios de sus esfuerzos de divulgación estaban Rosa Perea, de 30 años, y su esposo Demetrio Salvador, de 34 años. La pareja de trabajadores agrícolas tiene cinco hijos, que van de 5 a 14 años.
Las promotoras se encontraron con la pareja cuando enfrentaban un gran problema. Perea había recibido una factura del hospital por $2,200 por servicios médicos debido a un aborto espontáneo, cuando la pareja esperaba un sexto hijo.
Perea, una mujer indígena de Oaxaca, habla mixteco y algo de español conversacional. Salvador entiende español, pero habla muy poco, y ninguno de ellos habla inglés.
Después de recibir asesoramiento de MICOP y ayudar a completar la documentación para un programa de descuento de atención médica, las facturas de Perea se redujeron a $150.
Las estadísticas de un estudio de 2017 mostraron que alrededor de 250,000 trabajadores agrícolas indígenas mexicanos y sus familias viven en California.
Los mixtecos y zapotecos se originan en algunas de las zonas más pobres de México. Muchos no saben leer ni escribir, ni siquiera a un nivel básico, y algunos no hablan español o inglés, sino solo su idioma oral nativo. Y muchos son indocumentados.
Con todas estas barreras, la mayoría no tienen seguro.
Otros estudios encuentran que los inmigrantes que tienen un dominio limitado del inglés también tienen menos probabilidades de tener una fuente regular de atención primaria, recibir atención preventiva o estar satisfechos con la atención que reciben. Y pueden estar en mayor riesgo de experimentar errores médicos.
Juana Zaragoza, especialista en inscripciones para Medi-Cal y el programa de descuentos del Condado de Ventura en MICOP, dijo que antes de la pandemia las personas que acudían al médico y recibían una factura alta generalmente llegaban a la organización para obtener ayuda como fue el caso de Perea y su esposo Salvador.
Los defensores dicen que es una batalla más difícil convencer a los clientes de las comunidades indígenas de que vayan al médico cuando se sientan enfermos, lo que ha demostrado ser tan importante con el contagio del COVID-19.
Antes de la pandemia, Salvador se enorgullecía de decir que nunca había ido al médico para un chequeo médico y dijo que no creía que lo necesitara.
“Cuando me siento enfermo, tomo algunas pastillas y bebo té”, dijo Salvador. “No recuerdo haber ido al médico en Oaxaca. Crecí con la mentalidad de no ir al médico”.
Perea dijo que esta mentalidad es muy común entre los hombres indígenas. Sus dos hermanos tampoco van al médico.
Abogando por la salud de los trabajadores esenciales
Rosita dijo que continuamente reciben actualizaciones de los funcionarios políticos y de salud locales sobre el COVID-19 para que puedan compartirlo con la comunidad. “Muchas palabras no se pueden traducir al idioma indígena, pero tratamos de explicar lo mejor posible”, dijo Rosita.
MICOP también solicita que el estado de California amplíe la elegibilidad para el seguro de desempleo (UI) y otros beneficios públicos para inmigrantes indocumentados y familias de estatus mixto.
“[Las personas] necesitan comprender todas estas intersecciones diferentes en las que nuestra comunidad lucha como la inmigración, el estatus económico, social, la vivienda y la falta de confianza hacia aquellos que prestan servicios de los que han estado excluidos durante muchos años”, dijo Arcenio.
Los trabajadores agrícolas no pueden quedarse en casa porque su trabajo no lo permite. “Se les considera trabajadores esenciales, pero están excluidos de los beneficios esenciales básicos que requieren”, finalizó Arcenio.
Para ver los videos de prevención de la salud en lenguas indígenas, visite:
http://mixteco.org/radio/covid-19-resources-in-indigenous-languages-from-southern-mexico/
Un segundo video lo puede ver en:
https://docs.google.com/document/u/2/d/1HMRXQ0pAY9-o62C3uPPDckHmVpunz31zsPhWE_hsMno/mobilebasic
Este proyecto es resultado de un innovador emprendimiento periodístico —The USC Center for Health Journalism Collaborative— que incluye una variedad de medios informativos de todo el estado de California dedicados a presentar informes conjuntos sobre las personas sin seguro médico que residen en el estado. Entre los medios informativos se incluyen los periódicos de Gannett Co., McClatchy Corp., La Opinión y Southern California News Group, así como también las emisoras Capital Public Radio y Univisión.