Mascarillas a prueba de fuego y del COVID-19
Latino confecciona tapabocas que protegen a trabajadores del LADWP durante sus labores con cables de alta tensión
Miles de trabajadores esenciales en Los Ángeles se vieron obligados a tener que usar mascarillas para protegerse de potenciales contagios del coronavirus.
No obstante, el Departamento de Agua y Electricidad de Los Ángeles (LADWP) se percató que los cubrebocas comerciales podrían resultar inadecuados debido a la labor de sus trabajadores bajo el intenso calor y el contacto con el alto voltaje.
Francisco Villalobos Casillas, un tapicero que hasta hace poco orientaba su trabajo a arreglar o mejorar asientos de vehículos LADWP, dijo a La Opinión que, sin esperarlo, se convirtió en diseñador de las únicas mascarillas contra el COVID-19 que son capaces de soportar un alto voltaje.
“Cuando mis supervisores me preguntaron si podía hacer mascarillas con esa resistencia, les respondí que lo único que necesitaba era cambiar de maquinaria”, expresó.
El LADWP le hizo llegar dos máquinas que había pedido, una para coser con cinco agujas, de forma que las máscaras pese a intenso uso no se deshilacharan, y otra para reforzar la costura de toda la mascarilla.
El arreglo de los asientos dejó de ser la rutina; resistir al COVID-19, al fuego y a la corriente en alto voltaje, pasó a ser la prioridad.
Los intentos
Villalobos y un equipo de trabajadores produjeron una serie de 10 tapabocas y lo presentaron para que los supervisores los analizaran.
Los supervisores escogieron un tipo de mascarilla y los trabajadores, en el taller sobre la calle Main, les produjeron una serie. No obstante, al probarlas en el trabajo de campo, descubrieron que las mascarillas debían ser modificadas.
“Lo que pasó es que muchos trabajadores electricistas y de otros campos tienen que usar casco de protección” y las mascarillas necesitaban adecuarse, platicó Villalobos.
Con esa observación, el equipo en el taller de tapicería, convertido hoy en centro de protección, elaboró otros tipos de cubrebocas y los envió nuevamente a los supervisores, quienes eligieron un modelo para volver a probar.
Desde entonces las mascarillas cubrieron los requisitos de permitir a trabajadores esenciales en hacer su labor de campo con cubrebocas, además de ser lo suficientemente resistentes para aguantar el fuego o la alta tensión.
Villalobos reconoció que, por la necesidad que genera la pandemia, se convirtió en diseñador de un tipo de mascarilla que hasta ahora no existe en el mercado comercial.
Dijo desconocer cuánto puede costar cada mascarilla porque él y su equipo solo reciben el material para
producirlas.
“La meta inicial que me han puesto es de 3,000 mascarillas”, comentó. “Es la planilla de trabajadores de campo de LADWP, pero probablemente quieran que haga adicionales por si se necesitan”.
El equipo en el taller de tapicería ha elaborado hasta ahora unas 1,500 cubrebocas resistentes al fuego y a la electricidad.
En promedio diario hacen alrededor de 100 nuevas, que salen a distribuirse entre los trabajadores que han continuado en labores por ser considerados esenciales.
Sin embargo, Francisco considera que cuando termine la cuota que le han asignado para los obreros de campo de LADWP, es posible que le encarguen hacer más mascarillas para proteger a otros trabajadores esenciales que las necesiten con urgencia.
Al preguntarle qué le gustaría que los lectores de La Opinión supieran de su trabajo de diseño original, el tapicero de oficio dijo que desearía “que sepan que aquí podemos diseñar algo que se necesite y que todavía no esté disponible en el mercado, porque nos inspira querer ayudar”.