La protesta que inició en forma pacífica, pero cuando llegó la policía todo cambio
La manifestación en contra del abuso policíaco que terminó en disturbios, un toque de queda y con la llamada a la Guardia Nacional para evitar más protestas.
‘No puedo respirar’, era uno de los gritos que se escuchó por varias horas a lo largo del distrito Fairfax, el sábado al medio día, cuando miles de Angelinos salieron a las calles a protestar la muerte de George Floyd, el afroamericano que perdió la vida luego de que un policía de Minneapolis mantuviera su rodilla con todo el peso de su cuerpo sobre su cuello por casi nueve minutos, incluyendo 2 minutos 43 segundos sin que el cuerpo del joven de 46 años respondiera.
Esa escena que quedó captada un video y le dio la vuelta al mundo en las redes sociales, es precisamente lo que los miles de participantes, de todos colores y edades salieron a protestar. En su mayoría eran gente joven, de entre 20 y 30 años de edad; no obstante, también había bastantes angelinos con cabello blanco que se unieron al grito: “I can’t breath”.
“No puedo respirar”, fueron posiblemente las últimas palabras que pronunció Floyd, durante su arresto y último momento de su vida el pasado 25 de mayo. Es por eso que ahora, no solo los jóvenes afroamericanos estaban indignados, también los latinos parecían furiosos, al igual que los asiáticos y los mismos blancos, muchos de los cuales llevaban un letrero que decía: “Terminemos con el silencio blanco”.
La reunión estuvo pactada para las 12 p.m. en el parque Pan Pacific, en el bulevar Beverly en el distrito de Fairfax, un afluente vecindario en el oeste de Los Ángeles. Después de casi una media de escuchar algunos participantes que pedían justica y se preguntaban ‘hasta cuando terminaría el abuso policial’, el escenario resultó pequeño para la gente que no dejaba de llegar. En ese momento los organizadores decidieron tomar las calles por la Tercera (W. 3rd St.) rumbo al Centro Beverly.
Como a la una de la tarde, la calle Tercera se había convertido en un río de gente, con personas que portaban pancartas que decían: “Cuántas vidas inocentes más”, “Dejen de matarnos”, “Terminemos con el racismo”, “Hagan lo correcto, reformen el LAPD”, “El silencio blanco es violencia”, “Justicia por George, Ahmaud y Breonna”, “Dejen de matar gente”, “Es suficiente”, y “Si no hay justicia no habrá paz”, entre otros.
Durante el camino, los cánticos que recordaban la forma en que murió Floyd: ‘I can’t breath’, fueron una constante, mientras muchas personas del vecindario llegaban a la esquina de la calle Tercera para aplaudir, sonar su claxon o proveer agua para los manifestantes. Incluso, muchos de los conductores atrapados entre el río de gente que inundó la calle parecían contentos y aplaudían o levantaban el puño dentro de su vehículo como en símbolo de complicidad y aceptación.
Llegando a la avenida Cienega, los manifestantes se detuvieron un rato y dieron vuelta a la derecha hasta el bulevar Beverly, pero en ese momento la policía no los dejó ir muy lejos, lo que obligó a regresar por la misma ruta, aunque muchos siguieron por la Cienega y otros regresaron por la calle Tercera, pero al llegar a la calle Edinburgh la policía los estaba esperando una vez más, aunque en esta ocasión, era una barra de uniformados con macana en mano listos para dispersar a la gente, de ser necesario.
En esta ocasión, los manifestantes decidieron plantarse y no se movieron, colocaron una valla similar a la policía y, de frente y sin reparo, les gritaban ‘policías asesinos’, ‘dejen de matar a la gente’, ‘las vidas de los negros importan’, etc., mientras que el momento de tención incrementaba porque poco a poco, los manifestantes se acercaban a los policías al punto de estar cara a cara.
En ese momento cualquier error de los manifestantes hubiera terminado en zafarancho, aunque de pronto llegaron refuerzos policíacos con pistolas de balas de goma por la calle Edinburgh, lugar donde si hubo enfrentamiento, un arresto, y algunas mujeres golpeadas. Cuatro helicópteros sobrevolaban la zona ya que en otros puntos del vecindario un autobús del MTA había sido vandalizado y por lo menos tres patrullas fueron quemadas.
Ya eran cerca de las 4:30 p.m. y los manifestantes ni la policía daban un paso atrás, aunque la tención crecía ya que de repente grupos de personas corría de un lado al otro, al anuncio de que la policía estaba arrestando a personas en el callejón. De pronto aparecían personajes que aventaban botellas llenas de agua a los policías o algunos que lejos de ser manifestantes, se miraban sospechosos, por alguna razón daban a entender que buscaban la confrontación a costa de lo que sea, pero incluso, uno de los organizadores pidió al grupo que se hincara y que por favor, no tiraran artefactos a la policía.
Cerca de la 5 p.m., los gritos de “Don’t shoot” y “I can’t breath” continuaban, mientras decidimos regresar, no obstante, al partir de la escena y pasar por la avenida Beverly y la avenida Fairfax, dos patrullas ya habían sido quemadas, mientras algunos manifestantes celebraban como en símbolo de triunfo y de revancha por la gran cantidad de personas, en su mayoría afroamericanas, que han sido victimizados por la policía a nivel nacional.
Al final del día, hubo disturbios, decenas de negocios vandalizados, y otros terminaron en cenizas. Algunas personas aprovecharon el momento y se metieron a los almacenes y tiendas para llevarse mercancía. Los disturbios llegaron a tal grado, que el alcalde de Los Ángeles pidió la ayuda de la Guardia Nacional que se esperaba llegara a la media noche; mientras anunciaba un toque de queda hasta las 5 a.m. del domingo. Momentos después, el gobernador de California declaró estado de emergencia a la ciudad de Los Ángeles.
En la noche, una joven afroamericana fue entrevistada por el canal 7 ABC y así resumió la protesta.
“El mensaje que quiero mandar es que hay una gran diferencia en EE.UU. entre los estadounidenses blancos y afroamericanos. Los negros son tratados en forma muy diferente. Y aunque no quiero que los blancos experimenten lo que los afroamericanos viven en cuanto al trato de la policía, quiero que la policía llegue a un acuerdo con nosotros y nos de la protección que les da a los estadounidenses blancos. Necesitamos la misma protección para los latinos. Queremos ser tratados como personas”, dijo la joven que se identificó como Jane Do.
Esta manifestación que sucedió el sábado, fue la continuación de una serie de protestas que se han venido dando a nivel nacional desde el miércoles en más de dos docenas de ciudades de Estados Unidos. El viernes en Los Ángeles, más de 500 personas habían sido arrestadas; mientras que el sábado el número de detenidos ascendió a 400.