Lenguaje, prejuicios y discriminación, ¿qué tan racista y clasista es nuestro idioma?

Racismo.

Racismo. Crédito: Shutterstock | Shutterstock

¿Qué tan racista y clasista es nuestro lenguaje? Los prejuicios se evidencian de manera consistente en el lenguaje cotidiano, y no hay forma de negarlos. El lenguaje es la expresión de nuestra mentalidad y cultura, sin duda expresa, de manera consciente o inconsciente, distintos grados de racismo y clasismo. El inglés de los Estados Unidos y el español de la ciudad de México son muestras muy reveladoras que nos permiten ver la relación entre lengua y racismo de manera muy clara.

Lenguaje y racismo en EE.UU.

Para empezar, cabe mencionar que existen algunos estudios realizados con distintas comunidades multiculturales en los Estados Unidos, que muestran cómo hay palabras o expresiones impronunciables en contextos públicos, pero que siguen usándose en contextos privados. También estos estudios evidenciaron la existencia de un discurso atenuador racista a través de un código lingüístico indirecto, de duda, que se justifica, que usa digresiones, pausas largas, repeticiones y autocorrecciones, para evitar hablar del tema con claridad y compromiso. Algunos ejemplos: “I am not a racist, but…” “Some of my best friends are…,” “I am not black, but,” “Yes and no…”, “ This is a prejudiced country, you know, eh…”. Además, cuando se discutieron asuntos raciales delicados, se observó el uso de diminutivos para suavizar puntos de vista raciales: “I am a little bit against “affirmative action” because it is terribly unfair to whites” o “I am a bit concerned about interracial marriage because the children…”.  Al parecer está surgiendo una nueva ideología racial en Estados Unidos que está desarrollando herramientas lingüísticas para mitigar la existencia del racismo, que persiste en la sociedad estadounidense y se refleja de la misma forma en que pervive: atenuado, enmascarado, reprimido.

Lenguaje y racismo en CDMX

Por otro lado, el discurso cotidiano del español de la Ciudad de México usa frases y vocabulario abiertamente racistas y clasistas. No se considera si son apropiados o inapropiados por la sociedad, son utilizados con frecuencia y se perciben “normales” para la mayoría de la población mexicana. Algunos ejemplos de frecuente uso son los siguientes:

¡Güerito(a)! Palabra que se usa comúnmente en los mercados o tianguis para ofrecer un producto. El color de la piel se percibe de manera distinta si la persona tiene un nivel económico más alto, habla de cierta forma o lleva un tipo particular de ropa.

Hay que mejorar la raza. Tendencia a favorecer a las personas que tienen un color de piel más clara, a verlas como una raza superior, más pura y mejor en todos los sentidos.

Es un naco. Carlos Monsiváis señaló en Días de Guardar que “naco” es una palabra que proviene del totonaco. Aunque hay otras versiones acerca del origen del término, la mayoría concuerda en que es una palabra de origen indígena. Sea cual sea su procedencia, ha sido utilizada de manera peyorativa que menosprecia y deshonra los pueblos originarios en este país.

Chino, chino, japonés, come caca y no me des. Frase que se originó contra los chinos y personas de origen asiático a mitad del siglo XX.

¡Pinche indio! El insulto no es suficiente, se añade la palabra indio como sinónimo de pobre, despreciable, falto de educación.

Otras frases más que son de uso cotidiano y que no se consideran ofensivas en el contexto lingüístico mexicano, pero que muestran profundos prejuicios en la mentalidad mexicana son:  Trabaja como negro para vivir como blanco. Nunca falta un prietito en el arroz. No tiene la culpa el indio, sino el que lo hace compadre. Trae el nopal en la cara. Lo bajaron del cerro a tamborazos. Es morenito, pero está bonito [frases que usan el diminutivo para atenuar que lo moreno o negro no es algo bueno].

En suma, al ser el lenguaje expresión de una herencia cultural en la que se muestran los distintos tonos de su ser, también es la expresión de prejuicios racistas y clasistas. Sólo resta invitar a la reflexión, así como a reconocer, aceptar y dejar ir de nuestro inventario lingüístico todas aquellas frases y palabras que menosprecian a cualquier ser humano, incluso a nosotros mismos. Hay muchas frases más, muchas ideas que nos han mantenido engañados ante la mentira de que hay culturas más valiosas que otras. Termino con una frase de Martin Luther King Jr., abierta invitación a respetarnos como hermanos:

Cuando miramos al hombre moderno, tenemos que enfrentar el hecho de que sufre una especie de pobreza del espíritu, que contrasta notablemente con su abundancia científica y tecnológica. Hemos aprendido a volar en el aire como pájaros, hemos aprendido a nadar en los mares como peces y, sin embargo, no hemos aprendido a caminar por la Tierra como hermanos y hermanas.

Aída Espinosa Vázquez es maestra independiente egresada de la UNAM.

En esta nota

Estados Unidos lenguaje México Racismo
Contenido Patrocinado
Enlaces patrocinados por Outbrain