‘Semitas Katrachas’: un apapacho durante la pandemia

Dueña de un restaurante hondureño agradece el apoyo de sus clientes para seguir adelante durante la crisis

Johanna Reyes y su esposo, Edwin Amador, junto a sus hijos Johan (c) y Jonathan.

Johanna Reyes y su esposo, Edwin Amador, junto a sus hijos Johan (c) y Jonathan. Crédito: Cortesía

En muchas partes de Honduras, es costumbre durante las mañanas comer una semita con café para el desayuno. Este es un pan dulce tradicional, y tiene un significado similar como lo es la concha para los mexicanos.

Johanna Reyes y su esposo Edwin Amador decidieron traer consigo la tradicional receta de este manjar centroamericano para continuar elaborándolo en California, después de que emigraron desde su natal Olancho, Honduras en 2012.

Como cientos de inmigrantes, que deciden forjar su camino rumbo al Sueño Americano, empezaron haciendo las semitas en su hogar y las promocionaban entre amigos, familiares y páginas de Facebook.

Tras la popularidad de estos panes con sus clientes, la pareja decidió ofrecer su producto a los restaurantes hondureños de Los Ángeles y del Valle de San Fernando, quienes los recibieron con muy buen apoyo.

La empresaria estima que llegaban a hacer hasta más de 1,000 semitas al día y a veces trabajaban desde las 3:00 a.m., hasta las 10:00 u 11:00 p.m.

Así continuaron por los siguientes seis años hasta que en 2018 por fin lograron abrir su propio restaurante “Semitas Katrachas”, en la ciudad de Arleta.

“Siempre habíamos querido un local con ciertas características y sin estar muy cerca de otros restaurantes para no ser competencia”, contó Johanna Reyes, de 42 años de edad.

“Queremos que nuestros clientes se sientan como en casa, que platiquen fuerte sin que les digan nada, porque en Honduras hablamos fuerte, y los que quieran ver televisión, ahí está para que la vean”.

Agregó que junto a su esposo convirtieron el restaurante en el segundo hogar de muchos de sus clientes que están lejos de su tierra.

Comentó también que diversos comensales llegaban de noche a cenar y que esa era la única comida fuerte de su día, ya que es común ver a inmigrantes que viven solos que no cocinan en sus hogares.

“Nuestro compromiso ha sido apapacharlos como cuando estamos en nuestros países. Aquí [en EE.UU.] todo se vuelve más frío pero nosotros tratamos de hacerlos sentir en casa”, dijo Reyes.

Johanna Reyes y su familia sacan el negocio adelante.

Llega la pandemia

Reyes dijo que, al igual que miles de personas en el país, ella y su esposo estaban muy atentos a las noticias y preocupados por el futuro de su negocio, sus empleados y sus dos hijos, de 15 y 12 años.

“Fue muy difícil porque uno va en camino, levantándose y luego llegan a cortarnos las alas y nos detienen”, expresó.

Las noticias cada vez eran más constantes en cuanto al tema de la pandemia y los rumores se convirtieron en realidad.

Hasta que se vio obligada a descansar a tres empleados y quedarse con tres a quienes también les tuvo que reducir sus horas al 50% o más.

Indica que que no cerraron ningún día, desde marzo, ya que para su fortuna la panadería tenía que surtir a los otros restaurantes con semitas. No obstante, asegura que los pedidos bajaron de manera significativa.

“La gente tenía miedo de salir, [además] no tienen dinero para comer en la calle y uno sigue tratando de sobrevivir”, indicó la hondureña.

Entre las cosas que más le preocupaba era poder pagarle a sus empleadas. Indicó que hubo días donde las empleadas ganan en una semana lo que antes ganaban en un día.

“Hasta yo me sentía mal pagándoles eso pero no teníamos otra opción”, contó Reyes.

El establecimiento está sobre el 8923 de la avenida Arleta, en el Valle de San Fernando.

Han pasado cinco meses en una lucha por sobrevivir en lugar de obtener ganancias, pero la pareja no se da por vencida. Reyes dijo que han ocupado algo de sus ahorros para continuar en pie y no piensan cerrar su negocio.

Desde que se permitió servir comida en los restaurantes nuevamente, siempre y cuando se haga afuera para evitar la propagación del contagio, ella y su esposo decidieron reorganizar el restaurante y poner algunas mesas afuera.

En la sección de panadería los pedidos siguen llegando y la empresaria se encarga de llevarlos. Agregó que en ocasiones sus hijos la acompañan para que no se queden solos en casa.

“Si para nosotros la pandemia es difícil, para los niños es peor si se quedaran encerrados todo el día”, mencionó.

Dijo sentir agradecimiento con sus clientes fieles que no la han dejado en momentos de incertidumbre ya que con sus compras la han ayudado a sobrellevar el negocio para evitar que cierren.

“El aprendizaje que me llevo es que debemos depender mucho de Dios y esforzarnos de no vivir al día… Debemos estar un poco preparados para que como dice la Biblia, cuando vengan las vacas flacas estemos listos”.

Para saber más del restaurante y su menú viste: https://www.facebook.com/paisa504/

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