Batalla por la vida: ni las quimioterapias ni las cirugías la paran

Durante el Mes Nacional de Concientización sobre el cáncer de mama, madre latina cuenta sobre su lucha contra esta enfermedad

Ada López, de 41 años de edad, disfruta de un día de paseo junto a su familia.

Ada López, de 41 años de edad, disfruta de un día de paseo junto a su familia. Crédito: Cortesía

Hace más de dos años que Ada Alicia López lucha contra un agresivo cáncer de mama, pero gracias a su inquebrantable fe y al amor de su familia ha podido mantenerse optimista y llena de alegría mientras enfrenta esta guerra por su vida.

Tras superar un coma diabético, dos derrames y cuatro cirugías, esta salvadoreña confiesa que no se da permiso de sentirse enferma y trata de llevar su día a día lo más normal posible de la mano del amor de su esposo y de sus tres hijos.

Hace tres años, en agosto de 2017, Ada sufrió el primer golpe de muchos que la vida le tenía preparados, la muerte de sus gemelos cuando tenía seis meses de embarazo.

“Ellos murieron en el vientre, pero tuvieron que provocarme parto natural para expulsarlos. Se me desarrollaron las glándulas mamarias y empecé a producir muchísima leche y tuve que sacármela”, explica Ada en entrevista con La Opinión.

Cuatro meses después, falleció su madre y tres meses más tarde su hermano, dos acontecimientos que dejaron huella en su corazón.

Sin embargo, en septiembre del 2018, las alarmas se encendieron al notar algo anormal en su pecho.
“Estaba bañándome y cuando me estaba enjabonando sentí una pequeña bolita en el seno derecho.
Cuando salí del baño, le comenté a mi esposo y él me dijo que podía ser una bolita de leche que había quedado allí”.

Ada siguió el consejo de la pastora de su iglesia y decidió hacerse un estudio. Los resultados confirmaron que tenía un agresivo cáncer de mama.

“Al principio fue como un baldazo de agua fría, porque cuando te dicen la palabra ‘cáncer’ te entran muchas preguntas”, dice la mujer de 41 años. “A mí me ayudó y me sigue ayudando el tener mi fe puesta en Dios. Yo dije nada pasa sin que no sea la voluntad de Dios”.

Pronto, Ada tuvo que someterse a quimioterapias para tratar de vencer un cáncer, que ya estaba en etapa 4.

“No sentí absolutamente nada después de la primera quimioterapia, pero luego empezó ese dolor de huesos que no se puede describir. No podía pararme de la cama, eran ocho días terriblemente dolorosos después de cada sesión”.

Su primer milagro

El tratamiento tuvo terribles efectos secundarios en Ada y después de su tercera quimioterapia tuvo que ser atendida de emergencia con un diagnóstico poco esperanzador.

“Caí en coma diabético, debido a la quimioterapia, porque altera los niveles de azúcar en la sangre y me dieron dos derrames fulminantes, uno tras otro”, cuenta la mujer y confiesa que sus recuerdos de estos momentos son muy vagos.

“Los doctores le dijeron a mi esposo que sólo un milagro podía levantarme de la cama”.

La “Mujer Maravilla”, como la llama su esposo, Bany Monroy, rompió todo pronóstico y logró salir victoriosa del coma, aunque con algunas secuelas.

“En un principio quedé un poco lenta para hablar, mi pierna izquierda se inflamó exageradamente, salí con andadera y ha sido un proceso muy difícil”, explica.

Entonces fue cuando los doctores decidieron que era necesario remover el tumor pero no querían realizar la doble mastectomía.

Eso la llevó a cambiarse de hospital y ponerse en manos de los especialistas del Adventist Health White Memorial, específicamente del Cecilia González De La Hoya Cáncer Center.

Fue en ese hospital donde decidieron practicarle la doble mastectomía, luego de que el tumor volviera brotar.

“[El seno] es parte de tu vanidad de mujer, sientes que ya vas a estar incompleta, pero la fortaleza de Dios me ayudó mucho y también el apoyo de mi esposo. Él me dijo: ‘No importa, lo que quiero es tenerte aquí, dos senos ya cumplieron su función, ya tuviste a tus hijos y, si esa es la solución hay que hacerlo’”, recuerda Ada.

La salvadoreña ha soportado cirugías y quimioterapias de la mano de su esposo e hijos. v

Un cáncer muy agresivo

Explica que su tipo de cáncer es uno que los doctores aún no saben cómo atacar, pero eso no la detiene a mantener su fe intacta y su corazón lleno de esperanza.

“Mi fortaleza es Dios, él es el que me da todo. Todos los días le digo que él es mi fuerza, que él es todo para mí y yo veo que sí, que él me sostiene en pie”, afirma.

En abril pasado, Ada tuvo que someterse a otra cirugía para remover nuevamente el tumor, pero esta vez no pudo iniciar su proceso de radiación inmediatamente porque los resultados de un estudio arrojaron que tenía otro tumor de tamaño considerable en medio de los pulmones.

“Empezamos con un tratamiento de pastilla en lugar de quimioterapia porque a mí me afecta mucho cada sesión de quimioterapia, pero a finales de junio volví con mi oncóloga y el tumor en medio de los pulmones desapareció”, dice llena de felicidad y agradeciendo a Dios por otro milagro en su
vida.

Sin embargo, su batalla aún no termina, el 30 de septiembre tuvo que volver al quirófano para remover el tumor que sigue brotando sobre la cicatriz de su mastectomía.

“Me practicaron la cuarta cirugía, removieron el tumor. Esta vez fue un poco más complicado, porque ya no había piel para poder cerrar, entonces tuvieron que hacerme un injerto, tuvieron remover piel de mi pierna izquierda para poner en el lugar donde quitaron el tumor”.

Ada cuenta que su fe en Dios le ha ayudado a tener fortaleza durante este proceso.

Llena de alegría

Su fututo es incierto, pero ella se aferra a la vida con alegría y llena de optimismo, tanto, que cada viernes hace quesadillas salvadoreñas para vender, porque asegura que necesita sentirse útil y darle un poco de normalidad a sus días.

“No me doy el permiso de estar enferma”, afirma la mujer que aún con dolencias trata de llevar una vida como cualquier otra persona.

“Las doctoras me dicen que es un cáncer muy agresivo, que ellas no logran entender. Me explican que es un cáncer triple negativo y que es más fácil combatirlo cuando muestran dos positivos y un negativo, pero el cáncer que me ha tocado vivir a mí no hay una manera, hasta el momento, de poder entrar y combatirlo”.

Este octubre, que es el Mes Nacional de Concientización sobre el cáncer de mama, Ada invita a las mujeres a cuidarse, autoexplorarse y a hacerse sus revisiones anuales, ya que sabe que la detección temprana puede salvar muchas vidas.

Su deseo también es llenar de fe y esperanza a las mujeres que, como ella, día a día luchan por vencer a esta enfermedad.

“Si alguien ya recibió esa noticia les digo que no desfallezcan, que si te tienen que quitar uno o los dos senos que no se detengan que eso va más allá de algo estético”, indica.

“Lo que importa es tu vida, a veces te pueden decir que ya no hay esperanza, eso es lo que pasa con mi caso, a penas están viendo cómo entrar y combatirlo, pero mi fe va mas allá, mi fe está cimentada en Dios, yo sé que si él quiere en el momento que él lo decida me pueda dar la sanidad”, concluye.

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