“En esa pelea sentí la muerte”: Julio César Chávez recuerda su combate más dramático

El Gran Campeón Mexicano confesó cuál fue su pelea más peligrosa

Julio César Chávez, una leyenda de Culiacán, Sinaloa , aunque nació en el Estado de Sonora.

Julio César Chávez, una leyenda de Culiacán, Sinaloa , aunque nació en el Estado de Sonora. Crédito: Imago7

Julio César Chávez abrió la caja de los recuerdos para revelar que en una de sus peleas vio a la muerte de cerca, ya que se sintió en peligro contra un rival más veloz y más fuerte que él.

A más de 30 años de la mítica pelea contra Meldrick Taylor, en la que ganó por nocaut de último minuto, pero donde fue sometido durante todo el combate, el César del Boxeo narró en entrevista para TUDN por qué sintió que podía morir sobre el ring esa noche.

“Ese momento marcó mi carrera, fue la pelea más difícil, el peleador más grande al que enfrenté. Con el respeto de De la Hoya y los otros que me ganaron, Taylor fue el mejor, el más rápido, el más fuerte, tenía todo lo que un peleador quiere tener. Era Campeón Olímpico, Campeón Mundial, invicto”, rememoró Julio César Chávez para la cadena televisiva.

Es la única pelea en la que sentí la muerte, se siente horrible. Estaba con un peleador más rápido que yo, más fuerte que yo, pero no tenía los huevos que yo tenía. Quise pelear a un ritmo sobrehumano para no verme lento junto a él, desde el primer round estuve sobre él, mi esfuerzo era sobrehumano y veía que la pelea se alargaba. En el décimo round llego a la esquina y pierdo la noción, no recuerdo nada hasta que en el round 12 me despiertan con aquellos gritos de: ‘Hazlo por tu familia, por México, por todos, puedes noquearlo’“, agregó.

El resto de lo que sucedió fue histórico, ya que faltando unos segundos para que sonara la campana del último asalto, Chávez, quien evidentemente estaba abajo en las tarjetas de los jueces, consiguió el anhelado nocaut que le dio el triunfo en el límite del tiempo, de la única manera en la que podía lograrlo.

Ese 13 de marzo de 1990 se volvió emblemático para él y para todos los aficionados mexicanos al boxeo, ya que fue cuando el peleador azteca logró una de las más grandes hazañas de la historia.

Te juro por Dios que cuando lo tumbé, no me importaba ganar o perder, lo que quería era que sonara la campana porque me quería desmayar, quería vomitar. Si hubiera vomitado me da un derrame cerebral y tal vez no la cuento“, concluyó.

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