‘No me quiero morir, sin salir de las sombras’: Mayra Todd

La activista lleva 33 años luchando por una legalización

Mayra Todd lleva años luchando por una reforma migratoria. (Cortesía Mayra Todd)

Mayra Todd lleva años luchando por una reforma migratoria. (Cortesía Mayra Todd) Crédito: Cortesía

Los 33 años que Mayra Todd lleva en Los Ángeles, son los mismos que ha luchado por una reforma migratoria con la esperanza de una legalización para los millones de inmigrantes que como ella viven en las sombras.

“Nadie ha esperado tanto una legalización como yo. No me quiero morir sin ser residente de este país”, dice Mayra, una incansable activista por los derechos de los inmigrantes.

Mayra salió de Guatemala en 1988, huyendo de la pobreza y la inseguridad. 

“Fue una época muy difícil en Guatemala. Había muchos secuestros. Ponían bombas. A mi mamá, le mataron a una hija”.

Al emigrar, dejó a su hijo mayor de meses a cargo de su madre, y no fue sino hasta hace un año y medio que pudo reunirse con él, aquí en Los Ángeles. Ya para entonces su hijo tenía 32 años. 

En Los Ángeles tuvo tres hijos más que ahora tienen 28, 23 y 21 años. 

Mayra Todd, siempre tendiendo la mano a los inmigrantes. (Cortesía Mayra Todd)

Mayra solicitó asilo político y obtuvo un permiso de trabajo que le permitió laborar en la Corte Superior de Apelaciones y como supervisora de una escuela.

“Cuando me negaron el asilo político y se me venció el permiso de trabajo, ya no pude trabajar formalmente”.

Mayra se vio obligada a laborar en lo que encontrara. “Trabajé en el cuidado de ancianos en el hogar y en la limpieza de casas. He vendido comida y hasta tamales”, dice.

Cuando realmente se involucró en la lucha por una reforma migratoria fue en la Mega Marcha de mayo de 2006 en Los Ángeles contra el proyecto de ley H.R. 4437 que buscaba aumentar las penas contra la inmigración indocumentada y clasificaba a los indocumentados y a quienes les ayudaran a entrar al país, como delincuentes. “Ahí conocí a Gloria Saucedo y a Nativo López. Ellos me inspiraron mucho y comencé a participar más activamente en la defensa de los inmigrantes”.

En 2011, creó la organización no lucrativa “Lluvia de Esperanza” a la que luego cambió al nombre de “Mujeres de Hoy” enfocada en ayudar a las mujeres que sufren de violencia doméstica. “En una segunda relación fui una víctima de esa violencia. Por eso fundé mi organización para ayudar a las mujeres que han sufrido o sufren de maltrato. Este país te da muchas ayudas, pero el problema es que la gente no sabe dónde están ni cómo obtenerlas”.

Mayra Todd, décadas de trabajar por la comunidad. (Cortesía Mayra Todd)

En su lucha por arreglar su estatus migratorio, dice que dos abogados en migración la estafaron. “A uno de ellos ya le quitaron la licencia, pero el juez no quiso reabrir mi caso. He buscado por todos los medios, conseguir estatus migratorio, pero no he podido. Lo único que logré es que me hicieran firmar una salida voluntaria del país, pero como no me fui, me dieron una orden de deportación.

“Sigo aquí de milagro después de que una oficial de migración pudo deportarme y me dejo ir con la condición de que tendría que presentarme, cuantas veces me lo solicitara. Nunca me llamó”.

Lo más difícil durante los 33 años que lleva de indocumentada – dice – es no trabajar en lo que ella quiere. “No se puede ni en el gobierno ni hospitales”.

Otra de sus frustraciones, es no poder viajar. “No puedo ni ir a San Diego porque si me detienen, me deportan. Siento que vivo en una jaula de oro que no deja de ser una prisión aunque ande libre por las calles”.

Su voz se quiebra al revelar que le duele no haber podido dar el último adiós a sus seres queridos en Guatemala. “Vivo muy triste porque no pude enterrar a mis familiares. En estos años se han muerto mis padres y un hermano, y no estuve para despedirlos”.

Mayra Todd tiene fe en una reforma migratoria. (Cortesía Mayra Todd)

A Mayra, la esperanza de obtener una residencia y convertirse en ciudadana se le avivó cuando Joe Biden en su primer día de gobierno entregó al Congreso una propuesta para una reforma migratoria.

Yo sé que Obama está detrás de Biden, y recuerdo todo lo que Obama nos dijo y no cumplió. Pero esta vez tengo fe en que vamos a lograr una legalización, y para eso vamos a luchar y presionar, porque ya es tiempo”.

Confiesa que siempre ha vivido con miedo a ser deportada, aún en la época de Obama, pero sus temores se incrementaron cuando Trump llegó a la presidencia. “Era terrible. Llegué a dormir en la sala. Decía, si viene por mi ‘La Migra’, mis hijas no se van a dar cuenta, y les voy a ahorrar ese dolor de ver que me llevan esposada”.

A sus 55 años, la inquieta activista dice que ella es una buena persona que ha trabajado mucho por la comunidad, y confía que eso le ayude cuando venga una legalización, pero le preocupa que un abogado de migración que recién consultó, le dijo que las personas que tienen una orden de deportación, no van a calificar para la reforma de Biden

Sin embargo, mantiene firme la esperanza y su sueño más grande es ser residente de Estados Unidos.  

“Nadie se imagina que yo no tengo papeles. Todos piensan que soy ciudadana, pero soy indocumentada como millones y estamos juntos en el mismo barco en la pelea por una legalización”.

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