Los latinos beben el agua de los peores sistemas de la nación
Investigación de The Guardian muestra que áreas latinas violan reglas federales hasta en el doble del resto de EEUU; más de 25 millones de estadounidenses se ven afectados
Millones de personas en Estados Unidos beben agua que no cumple con los estándares federales de salud e incluso viola los límites para contaminantes peligrosos.
Los latinos están expuestos de manera desproporcionada, según un análisis de The Guardian en más de 140,000 sistemas públicos de agua potable en todo el país y con base en información demográfica a nivel de condado.
Los sistemas de agua potable en los condados que albergan un 25% o más de población latina violan las reglas de contaminación del agua potable al doble de la tasa del resto de la nación.
Los peores sistemas públicos de agua de Estados Unidos -aquellos que han acumulado más de 15 ‘puntos de infracción’ por violar los estándares durante cinco años- sirven a más de 25 millones de estadounidenses, de los cuales, se estima que 5.8 millones son latinos, según la investigación.
Texas, donde millones de residentes perdieron el acceso al agua y la energía durante la reciente tormenta, la mayoría de los sistemas de agua sobrepasan este límite, seguido por California y Oklahoma. El número promedio de infracciones es mayor en Oklahoma, Virginia del Oeste y Nuevo México.
Científicos y exfuncionarios del gobierno describen a este como un sistema de regulación roto. “La mayoría de los legisladores cree el estándar de cumplimiento de las reglas ambientales es alto”, dijo Cynthia Giles, quien se encargaba de hacer cumplir la ley en EPA bajo la Administración Obama, pero esa creencia es “errónea”.
Los expertos están aún más preocupados por los sistemas que sirven a la comunidades más pequeñas. Según ellos, los latinos están particularmente en riesgo porque a menudo viven cerca de granjas industriales en California y el oeste que han contaminado el agua local con nitratos provenientes de fertilizantes y estiércol. También es más probable que vivan en el suroeste, donde las violaciones de arsénico son comunes.
Los investigadores han encontrado que los latinos son más propensos a no confiar en el agua del grifo.
Paloma Beamer, investigadora de salud pública de la Universidad de Arizona, encontró que la mayoría de los residentes latinos en Nogales, Arizona, pensaban que beber agua del grifo era tan peligroso como beber alcohol y conducir, y más perjudicial para su salud que fumar. Muchos recurren al agua embotellada, pero esta no está sujeta a los mismos requisitos regulatorios y puede ser tan peligrosa o peor que el agua del grifo, dijo Beamer.
Hablando de manera más amplia, agregó: “Debe haber más transparencia para explicar cómo se analiza el agua, qué estándares se cumplen y cómo pueden confiar en que sea una fuente de agua potable segura. Es importante que las personas conozcan cuáles son las principales violaciones en el agua y qué alternativas tienen en su comunidad”.
Incluso, las consecuencias de pequeños niveles de contaminantes en el agua pueden ser significativas.
La Agencia de Protección Ambiental establece un límite de 10 miligramos de nitrato por litro de agua, pero este tope se sobrepasaba con frecuencia. El estándar está destinado a proteger a la población contra el “síndrome del bebé azul”, que ocurre cuando un feto no ha recibido suficiente oxígeno o cuando la enfermedad de la tiroides causa fatiga, aumento de peso y pérdida de cabello.
Los nitratos son un gran problema en las comunidades del Valle Central de California como en East Orosi, una comunidad no incorporada de unos 700 habitantes, donde los niños crecen aprendiendo a nunca abrir los ojos o la boca mientras se bañan. María Orozco, residente de 30 años, no recuerda un momento en el que se sintiera segura bebiendo agua del grifo. Recientemente, el cabello de sus hijas comenzó a caerse más de lo habitual en la bañera y su propio cabello también ha comenzado a caerse. “Es como tener un nudo en el estómago”, dijo, sobre la preocupación constante sobre el agua y la salud de su familia.
Activistas en East Orosi dicen que enfrentan múltiples desafíos solo para asegurar un consumo de agua potable. “El Valle Central produce una gran variedad de alimentos a partir de uvas, almendras, albaricoques, arándanos y también creamos una variedad de agua tóxica”, dijo Susana de Anda, directora ejecutiva del Community Water Center. “Nuestra agua subterránea es una mezcla tóxica de nitratos, arsénico, 123TCP y cromo”.
Desde 2015, el sistema de agua de la ciudad ha superado el límite legal federal de nitratos 15 veces.
‘Peligroso’
Los activistas de salud pública están cada vez más preocupados por los nitratos en el agua potable.
“Vemos cada vez más estudios que muestran que incluso niveles bajísimos de nitrato pueden ser peligrosos. Pueden aumentar el riesgo de cáncer si se está expuesto por muchos años, aunque sea de bajo nivel”, dijo Anne Schechinger, analista económica senior del Environmental Working Group (EWG), autora de un informe reciente sobre nitratos. “Realmente te hace preguntarte si la EPA nos mantiene seguros con muchos de sus límites máximos”.
Cuando se le pidió que comentara a una portavoz de la EPA, ella dijo que “garantizar que todos los estadounidenses tengan acceso al agua potable segura, incluso en comunidades de color y comunidades de bajos ingresos, es una prioridad”.
La agencia dijo: “Si bien más del 92% de los estadounidenses reciben agua potable que cumple con todos los estándares de salud todo el tiempo, la EPA continúa trabajando con sus socios para cerrar las brechas comunidades restantes”.
Solo en California, 5.25 millones de personas en comunidades de mayoría latina beben agua que excede los límites federales de nitratos, según el informe de Schechinger para el EWG. Incluso más podrían estar en riesgo por el agua contaminada en pozos privados sin regulación.
La administración de Biden ha prometido hacer de la justicia ambiental una prioridad después de cuatro años de recortes regulatorios bajo el expresidente Trump.
Si bien la mayoría de los estadounidenses no tienen que preocuparse por el tipo de contaminantes biológicos que afectan a las naciones en desarrollo, es probable que estén expuestos a amenazas mucho más silenciosas: metales pesados, radiación y productos químicos que pueden provocar problemas de salud serios con el tiempo.
Los sistemas pequeños de agua potable que sirven parques de casas móviles, restaurantes de comida rápida en carreteras, iglesias y escuelas, a menudo tienen los peores problemas y menos recursos para solucionarlos.
“Las historias de terror comienzan cuando miras los servicios públicos que atienden a menos de 10,000 personas”, dijo Betsy Southerland, exdirectora de la oficina de ciencia y tecnología de la oficina del agua de la EPA.
Contaminación
Peligrosos contaminantes que los sistemas de tratamiento de agua tienen problemas para filtrar varían en todo el país, desde el nitrato de los líquidos resultantes del trabajo agrícola en estados donde la agricultura es tan prominente como California, hasta sustancias radiactivas en estados como Virginia del Oeste.
Los efectos sobre la salud también son muy variados. El arsénico, el cloro y los radionúclidos están relacionados con una mayor incidencia de cáncer; los fertilizantes de nitrato pueden dificultar el suministro de oxígeno a los glóbulos rojos; el herbicida atrazine está relacionado con la alteración hormonal en las mujeres, los partos prematuros y niveles bajos de IQ en los niños. Entre las comunidades con mayores desafíos de agua potable, el análisis mostró:
Coal Mountain, Virginia del Oeste, que atiende a unas 118 personas, encabeza la lista en nuestro análisis con su sistema de agua potable con la mayor cantidad de puntos de inacción en el país: 595 puntos en cinco años. Se han detectado altos niveles de radionucleidos, subproductos de desinfección, arsénico, plomo y cobre, nitratos y coliformes. La comunidad ha visto un aumento en la extracción de carbón en la cima de las montañas. La Comisión Regional de los Apalaches, una asociación federal-estatal, está gastando millones para actualizar el sistema, dijo la empresa de agua pública local.
El Distrito Escolar Independiente de Klondike en el condado de Dawson y el condado de Martin, en el oeste de Texas, registró 390 puntos de infracción durante cinco años. Sus aproximadamente 270 estudiantes en los grados pre-K a 12 podrían haber estado expuestos a arsénico, nitratos, bacterias coliformes, desinfectantes y subproductos de desinfección, cobre, químicos inorgánicos y radionucleidos.
El distrito se extiende por 600 millas cuadradas de campos petrolíferos y granjas de algodón y maní.
Aproximadamente la mitad de los estudiantes son latinos, calculó el superintendente Steve McLaren. Klondike gastó alrededor de $1 millón en actualizaciones para cumplir con estándares más estrictos, incluidos algunos fondos provenientes de una fundación filantrópica. “Queremos hacer lo correcto, pero a veces es difícil, debido a las finanzas”, dijo McLaren.
Problemas mayores
Cuanto más pequeño es un sistema de agua, es más probable que experimenten problemas. A menudo, eso se debe a que hay menos clientes a quienes cobrar por las actualizaciones necesarias.
De los más de 140,000 sistemas públicos de agua en los Estados Unidos, más del 97% atienden a menos de 10,000 personas. Los sistemas pequeños pueden tener dificultades para pagar las pruebas y el tratamiento del agua, o incluso emitir los avisos públicos de infracción que exige el gobierno federal cuando los niveles de contaminantes son demasiado altos. No hay agencia del gobierno dedicada a responder ante las enfermedades crónicas debido al agua contaminada. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU. solo responden a brotes agudos, como bacterias coliformes.
“Si nadie se está muriendo de inmediato, no hay prisa por hacer análisis de sustancias preocupantes”, dijo Carl Reeverts, exdirector de programas de la EPA que estuvo en la agencia durante 38 años. “La aplicación es increíblemente baja y no tenemos un programa sólido para hacer que las personas se pongan en fila”.
La Asociación Americana de Trabajadores del Agua – cuyos miembros suplen la mayoría del agua potable de la nación – afirman que los sistemas pequeños tienen menos recursos y afirman que la mayoria de las violaciones son por un mal monitoreo y no por contaminantes.
Sistema roto
Revisiones repetidas bajo la administración de Obama encontraron que los estados no le informan a la EPA sobre las violaciones. En el caso de infracciones de tuberías de plomo y cobre, por ejemplo, los estados no informan al gobierno federal en el 92% de los casos, según la auditoría más reciente de la EPA,realizada por última vez en 2008. Desde entonces, la EPA ha descontinuado las auditorías anuales de archivos estatales como resultado de recortes presupuestarios.
El sistema de informes actual es un “lío”, según el investigador sobre temas del agua Dr. Upmanu Lall, presidente del Departamento de Ingeniería de la Tierra y el Medio Ambiente de la Universidad de Columbia y director del Centro de Agua de Columbia.
La investigación de Lall cita hasta un 38% de subregistro de infracciones de agua potable en promedio, según datos del gobierno. Lall dijo que la mayoría de los sistemas de agua se prueban solo en la planta, no en el punto de uso, lo que significa que pueden pasar por alto problemas importantes como la contaminación de las tuberías de plomo.
Lall no culpa a las personas que manejan los sistemas de agua, que en gran parte viven en las comunidades a las que sirven. Los sistemas tienen problemas de liquidez y los bancos cobran cada vez más por los préstamos para actualizar la infraestructura. Así que toman atajos, recortan personal o dejan de monitorear por completo, explicó.
Además de carecer de seguimiento y cumplimiento, los estándares para el agua potable no son lo suficientemente fuertes para empezar, según exfuncionarios de la EPA. El gobierno de los EE.UU. requiere el monitoreo de 94 contaminantes, sin incluir los peligros para la salud, como el PFAS “químico permanente”, que ha sido implicado en casos de cáncer, daño hepático, disminución de la fertilidad y enfermedades de la tiroides. El PFAS es una sustancia antiadherente que se utiliza en utensilios de cocina y espumas para combatir incendios, que se está descubriendo en los suministros de agua de todo el país.
En una declaración en respuesta a esta historia, un portavoz de la EPA dijo que la agencia trabajaría con los estados para analizar y abordar “los desafíos de cumplimiento en los sistemas de agua potable con problemas” y se enfocaría en la asistencia a las comunidades desatendidas.
Largo camino
La sustancia regulada mas recientemente por la agencia fue el arsénico, en 2003. De las aproximadamente 10,000 sustancias químicas conocidas que pueden estar en los productos de consumo, la mayoría no se ha estudiado de cerca para determinar su impacto en la salud, por lo que no hay información sobre lo que sucede en el suministro.
El sistema de regulación del agua de Estados Unidos no ha logrado proteger a los estadounidenses más vulnerables durante décadas, tanto con presidentes republicanos como demócratas. Donald Trump ha debilitado las reglas que podrían combatir la contaminación del agua desde la fuente inicial, donde los gigantes agrícolas y las corporaciones industriales están contaminando las aguas subterráneas.
Fortalecer un estándar sobre la cantidad de sustancias peligrosas que puede haber en el agua potable es un proceso arduo. Defensores del agua limpia están pidiendo tanto una inyección significativa de recursos federales como una renovación de las regulaciones para que sea más fácil proteger al público y más difícil para la industria resistir estándares más estrictos.
“Confiar en el gobierno federal no nos llevará muy lejos”, dice David Andrews, científico senior del Environmental Working Group. “Los estándares federales están muy por debajo de lo que sabemos que es necesario para la salud humana”.
The Guardian analizó 5 años de informes sobre infracciones entre más de 140,000 sistemas públicos en la base de datos Echo de la Agencia de Protección Ambiental para el cumplimiento de la Ley de Agua Potable Segura.
La investigación reveló que el acceso al agua potable es desigual en EEUU y depende de la raza, el ingreso y la ubicación; que los condados más pobres registran el doble de violaciones y que muchos reportes, año tras año, pasan sin acción concreta del gobierno.
Los autores: Emily Holden es reportera medioambiental y fundadora de Floodlight; Caty Enders supervisa proyectos sobre ciencia y medio ambiente y salud; Niko Kommenda es editor de proyectos visuales en Londres y Vivian Ho es reportera de The Guardian en Oakland, California.