Abuelitos logran conseguir vivienda temporal

Vivieron cinco meses en la calle tras un desalojo; hoy una campaña en redes sociales busca ayuda para encontrarles algo permanente

Amanda González y Jorge García afuera de la escuela donde vivieron por cinco meses. (Suministrada)

Amanda González y Jorge García afuera de la escuela donde vivieron por cinco meses. (Suministrada) Crédito: Cortesía

Por casi siete años, Amanda González y su compañero, Jorge García, alquilaron un cuarto por $450 al mes en Los Ángeles. Sin embargo, hace unos seis meses la dueña les pidió que se salieran porque le iba a dar el lugar a su hijo.

“De ahí no teníamos a dónde ir. Mi nieta me dejó guardar mis cosas en su casa pero no nos podíamos quedar con ellos… Ella vive en casa [del programa de] la Sección 8 y no los dejan meter a más personas”, contó Amanda, de 93 años de edad y quien es nativa de El Salvador.

Sin más opciones, la pareja optó por convertir una de las entradas de la escuela intermedia Virgil —ubicada cerca de la calle 1st y Vermont— en su hogar temporal.

Amanda dijo que así pasaban días y noches. En ocasiones Jorge, de 65 años, iba a trabajar como cargador de mudanzas pero últimamente ya no le daban empleo porque no podía cargar cosas pesadas debido a que padece de dolor de la ciática.

Por ello, ambos se dedicaban a recoger botes para obtener dinero con el reciclaje y juntarlo con una pequeña pensión que Amanda recibe mensual. No obstante, confiesa que no es suficiente para pagar un alquiler. “Las rentas están muy caras”, lamenta.

Al preguntarle si no tiene más familia para que la socorra, dijo que dos de sus ocho hijos ya fallecieron y que aunque tres viven en Los Ángeles, ninguno la puede tener en su hogar ya que también reciben ayuda del gobierno.

“Yo me vine a Estados Unidos en el [año] 80, después que mi hijo me sacó los papeles, y trabajé limpiando casas y recogiendo botes”, recordó Amanda.

Agregó que el hijo que le ayudó a legalizar su estatus migratorio falleció. Otro hijo con el que vivía ya tiene 71 años y le amputaron un pie por lo que ya no puede trabajar para mantenerla. Y su otra hija cuida de su hermano, lo que la deja sin espacio para que Amanda y Jorge lleguen a vivir ahí.

“Me empezaron a dar ayuda [del gobierno] porque ya no puedo trabajar debido a que me operaron de la espalda”, dijo la nonagenaria quien aseguró que no tiene planes de regresar a El Salvador.

La pareja aún se asombra de ver que en plena pandemia han podido mantenerse a salvo.

Amanda dijo que usan cubrebocas en todo momento y que ella va constantemente a sus citas médicas.

Indicó que durante su permanencia en la calle, se bañaban en la casa de su nieta y a diario solían alimentarse de la comida que entregaba la escuela a familias necesitadas. Dormían dentro de una carpa.

“Se sentía rico porque ya no nos mojábamos pero a veces se volaba porque no estaba enterrada [anclada al piso]”, dijo Amanda.

“Los que trabajaban en la escuela eran testigos porque nos veían siempre”.

Así pasaron cinco meses en la calle incluyendo las fechas de fin de año, lluvias y frío. Amanda dijo que posiblemente no fueron echados de la escuela porque su esposo se encargaba de barrer el área para que estuviera limpia.

Ella mantenía sus dias ocupados leyendo “de todo”, aseguró la salvadoreña quien padece de artritis, glaucoma y vértigo.

Ayuda inesperada

A principios de la semana Amanda dijo que se cayó afuera de la escuela y una joven “de ojos muy bonitos” que pasaba por ahí llegó a socorrerla.

Era Maritza Vásquez, una residente del área, que dijo para La Opinión haberse enterado del caso en aquel incidente. En un intento por ayudarlos, decidió dar a conocer el caso en sus redes sociales.

“Ellos tenían sus pertenencias ahí y me dijeron que llevaban varios meses durmiendo en la calle y que no tenían familia que les pueda ayudar”, contó. “Son una pareja de viejitos necesitados”.

Tras dar a conocer la situación, Vásquez fue contactada por personal de la Autoridad de Servicios para Desamparados de Los Ángeles (LAHSA), que prometió ayudar a la pareja.

Amanda contó que el jueves de esta semana llegó un miembro de LAHSA en un auto y les dijo que los llevaría a un hotel donde podrían vivir de manera temporal.

Los instaló en un hotel del centro de Los Ángeles, que es subsidiado por la ciudad de Los Ángeles, como parte de Project RoomKey —un programa que busca sacar de las calles a personas de la tercera edad vulnerables y a aquellos con condiciones crónicas.

Ahmad Chapman, portavoz de Project RoomKey, dijo que el objetivo principal es que todas las personas que llegan ahí puedan conseguir hogar permanente. Sin embargo, ha sido difícil por la cantidad de vivienda limitada en el condado de Los Ángeles.

Desde que comenzó Project RoomKey en mayo de 2020 en el condado de Los Ángeles han ayudado a más de 6,000 personas mayores de edad o con enfermedades crónicas y que no están contagiadas de COVID-19 para hospedarlas en uno de sus 15 hoteles y moteles disponibles.

“De estas personas, 636 han recibido vivienda permanente hasta el 17 de febrero que son los últimos datos disponibles”, dijo Chapman.

Sin dar los detalles específicos de la pareja, el portavoz dijo que las personas llegan al hotel o motel designado mediante un proveedor del servicio que se encarga de su estadía.

“Se les hace un chequeo de bienestar y de COVID, después se les da un cuarto donde pueden estar temporalmente y reciben tres comidas al día y hay una persona que sigue su caso”, dijo Chapman.

Las personas tienen la libertad de entrar y salir de los cuartos siempre y cuando sigan las reglas de su proveedor del servicio.

Durante el tiempo de hospedaje se les ayuda a crear un plan de vivienda y cada vez que hay disponibilidad de hogar permanente se envía a la persona que califique.

Hace poco en la ciudad de Los Ángeles, el alcalde Eric Garcetti anunció que Project RoomKey será extendido hasta finales de septiembre.

Se espera que para entonces, al menos otras 1,000 personas de la ciudad angelina logren obtener ayuda para acceder a un lugar permanente.

Este viernes después de varios meses Amanda y Jorge despertaron cómodos en una cama, con comida caliente y sin temer a la intemperie.

“Yo no me lo creía, tanto que oraba por ayuda”, dijo Amanda quien nunca perdió la esperanza de que su vida mejoraría. “Fue muy duro vivir en la calle pero la biblia dice ‘Ayúdate y esfuérzate que Jehová estará contigo’”, finalizó.

Para ayudar a la pareja puedes visitar su página de GoFundMe AQUí

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