Hice pruebas de mi sangre, del agua del grifo, de productos domésticos y de mi gato para detectar PFAS

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Después de pasar varios meses informando sobre la crisis de las PFAS, vino a mi mente un pensamiento alarmante: la noche de tacos podría estar envenenándome.

Aprendí que el tipo de sartenes antiadherentes que usaba para freír el pescado generalmente contienen químicos tóxicos, también llamados sustancias perfluoroalquilo y polifluoroalquilo. Las investigaciones me alertaron sobre su uso en algunos tipos de papel de pergamino que se usa para enrollar tortillas, mientras que el papel de aluminio con el que envuelvo las sobras dio la señal de alarma con su etiqueta “antiadherente”. Para el postre, compraba galletas que una panadería local empacaba en el tipo de bolsas de papel que a veces se tratan con PFAS, y es posible que los químicos hayan estado en el agua de la llave y en el pescado.

Pero las PFAS, denominadas “químicos permanentes” porque no se descomponen de forma natural, no solo aparecen en la cocina. Los compuestos sintéticos se utilizan a menudo para fabricar miles de productos cotidianos resistentes al agua, las manchas y la grasa, y son populares entre los fabricantes de docenas de manufacturas porque son muy eficaces. Eso es un problema porque la clase de alrededor de 4,700 compuestos está relacionada con problemas de salud graves que incluyen cáncer, enfermedades cardíacas, defectos de nacimiento, enfermedades hepáticas y disminución de la inmunidad.

El alcance de la contaminación por PFAS apenas ahora está saliendo a la luz; estudios recientes han encontrado que los suministros de agua potable para más de 100 millones de personas en todas las líneas demográficas pueden estar contaminados por los químicos. Se estima que están presentes en la sangre del 97% de los estadounidenses, y los defensores de la salud pública recién están comenzando a comprender cuán extendido está su uso en los productos cotidianos.

En investigaciones se ha encontrado que, es posible que haya PFAS en el hilo dental, botas impermeables, paraguas, protector de colchón, lubricante para cadenas de bicicletas, teléfono celular, ropa, equipo de campamento y más. Varias marcas los utilizan en una variedad de productos para el cuidado personal, desde humectantes hasta jabones en barra y cosméticos. Mientras tanto, mi sofá y mi alfombra pudieron haber sido tratados con Scotchgard u otros protectores contra manchas que usan PFAS para fabricar productos para prevenir las manchas.

Cuanto más indagaba en los miles de usos de los químicos, más descubría que estaba potencialmente expuesto a ellos en casi todas las facetas de la vida diaria en mi hogar.

Pronto comencé a revisar mi casa en busca de productos que puedan contenerlas y me surgió esta terrible duda: “¿Estoy siendo envenenado por una exposición constante de PFAS?” 

Me propuse responder a esa pregunta revisando docenas de artículos en mi casa, el agua de la llave y tomando muestras de sangre de mi gato, Ling Ling y mías, en busca de los químicos. Luego envié los resultados a toxicólogos e investigadores de PFAS, que me brindaron información sobre lo que significan y me ayudaron a responder mi pregunta. Dos laboratorios independientes realizaron las pruebas, que se encuentran entre los pocos a nivel nacional que pueden realizar tales análisis.

Las pruebas confirmaron que mi sangre y la de Ling Ling están contaminadas con PFAS. Los niveles de varios compuestos son lo que el investigador de PFAS de la Universidad de Notre Dame, Graham Peaslee, llamó “inusualmente altos”, y en cantidades en las que los toxicólogos dicen que comienzan a ver vínculos con problemas de salud. Algunos expertos que revisaron los resultados dicen que bien podría decirse que estoy siendo envenenado lentamente, pero también advierten que la presencia de químicos PFAS en mi sangre no significa necesariamente que alguna vez me enfermaré.

Y aunque las pruebas indicaron el uso de sustancias químicas en productos en toda mi casa, no está claro cómo contribuyeron a la contaminación de mi sangre, y muchas veces el proyecto generó más preguntas de las que respondió. 

Los resultados y la incertidumbre son, en una palabra, angustiantes.

“Están en tantos lugares”

Los laboratorios detectaron, o yo pude confirmar, la presencia de substancias químicas en 15 productos comunes y, sin duda, están en más productos que no se revisaron. Desde 2018, los reguladores estatales han estado monitoreando los suministros de agua potable, y mi prueba de agua del grifo resultó limpia, pero es posible que estuviera contaminada en el pasado.

Los análisis de sangre revelaron 4 tipos de compuestos PFAS en mi sangre y en la de Ling Ling. Estos se encuentran entre los más utilizados por la industria, y 3 excedieron la mediana de los niveles en sangre de los seres humanos adultos en los Estados Unidos. Eso incluyó PFHxS, que se midió en mi sangre a 2.7 nanogramos por litro, y en la sangre de Ling Ling a unos 13 ng/l. La mediana estadounidense para los seres humanos es de aproximadamente 1 ng/l.

Si bien la cantidad de PFAS en nuestra sangre es minúscula, los niveles de cada compuesto, excepto uno, están por encima de la media estadounidense, y eso podría representar una amenaza para la salud, dice Erika Schreder, toxicóloga de Toxic-Free Future. La organización sin fines de lucro con sede en Seattle estudia la contaminación por PFAS y presiona a la industria para que se encuentren alternativas a los químicos.

“Desafortunadamente, vemos que los niveles típicos pueden estar relacionados con ciertos problemas de salud, como disminución de la inmunidad, por lo que definitivamente es una preocupación”, dijo Schreder después de revisar mis resultados.

Así como es imposible saber cuántos cigarrillos causan cáncer, no existe un nivel claro de exposición a las PFAS que cause problemas de salud. Es posible que Ling Ling y yo todavía estemos expuestos a los químicos, y me preocupa lo que esto podría significar para nosotros dentro de 10 o 20 años. Carla Ng, investigadora de la Universidad de Pittsburgh que modela la bioacumulación de PFAS en organismos, califica esta persistente idea cultural errónea de que la exposición a sustancias químicas no es un problema, si no nos daña inmediatamente, como “anticuada”.

“Entendemos que muchas de las enfermedades crónicas a largo plazo que padecen las personas pueden relacionarse con estas exposiciones acumulativas a lo largo de su vida”, agrega Ng. “No se trata solo de evitar que alguien se desplome. Se trata de reducir la carga general de enfermedades relacionadas con el medio ambiente en la población de los Estados Unidos, que es bastante grande”. 

Si bien los resultados de laboratorio brindan información útil, la naturaleza de las sustancias químicas, la absoluta ubicuidad y las insuficiencias en las capacidades de prueba y los datos de la industria hacen que sea casi imposible obtener una lectura precisa de la cantidad de PFAS en nuestros cuerpos. También es difícil conectar con precisión los puntos entre los químicos en mi sangre y el apartamento.

“Y esto se debe a que las PFAS son omnipresentes”, dice Ng. “No se trata solo de los electrónicos, los productos para el cuidado de la salud o los productos de consumo, está en todas esas cosas, lo que hace que la viabilidad [del proyecto] sea casi imposible porque provienen de muchos lugares”.

Además, las PFAS que hoy se encontraron en mis enseres domésticos podrían aparecer en el agua o en mi comida mucho después de que los deseche. Los compuestos utilizados durante el proceso de fabricación o cuando los productos que contienen PFAS se depositan en un tiradero pueden eventualmente migrar a los suministros de agua potable y a la cadena alimentaria.

Eso también dificulta establecer un vínculo claro entre los compuestos que se encuentran en mi sangre y cualquier cosa que se encuentre actualmente en mi casa, dice Courtney Carignan, epidemióloga ambiental de la Universidad Estatal de Michigan.

“Existe el problema de la exposición de una persona en su hogar, y luego está el problema de que [los químicos] alguna vez se fabricaron y están llegando al medio ambiente… luego puede llegar al pescado que comes”, comenta.

La industria se pregunta regularmente si algo de esto es motivo de preocupación. 3M, el productor de PFAS y Scotchgard reconoce en su sitio web “posibles asociaciones con ciertos biomarcadores o resultados de salud en personas para PFOA y PFOS”, refiriéndose a dos PFAS más antiguos. Sin embargo, en una declaración que me envió por correo electrónico, un portavoz dijo que “el peso de la evidencia científica de décadas de investigación no muestra que el PFOS o el PFOA causen daños en las personas a niveles actuales o históricos”. 

Productos en mi hogar que contienen PFAS

Las pruebas encontraron productos que contienen PFAS en todas las habitaciones de mi casa, al igual que en mi garaje y sótano.

La mayoría de los productos se revisaron dos veces, una por Galbraith Laboratory, un laboratorio de Knoxville que es considerado líder en pruebas de químicos tóxicos, y por Peaslee de Notre Dame, profesor de física nuclear experimental, química y bioquímica. Las pruebas confirmaron la presencia de flúor, que indica presencia de PFAS, en el lubricante de la cadena de mi bicicleta, varios tipos de envases de alimentos, una pequeña alfombra tratada con Scotchgard, botas impermeables, utensilios de cocina y en el hilo dental Oral-B Glide.

Las PFAS en estos productos pueden llegar a mi cuerpo por diferentes vías y puede explicar en parte los niveles elevados en mi sangre.

Las PFAS aplicadas a productos como una alfombra, un sofá o ropa impermeable continuamente se desprenden y se inhalan, o se adhieren al polvo que llega a nuestras manos y es ingerido. Las sustancias químicas pueden acumularse en nuestros órganos y desencadenar enfermedades.

Schreder de Toxic-Free Future dice que visualiza la capa protectora resistente a las manchas que los químicos PFAS forman como una alfombra con pelusa. Los trozos de pelusa repelen el agua y las manchas, pero, con el tiempo, la pelusa se desprende.

“Pueden flotar en el aire, contaminando así el aire interior de tu casa y tú los inhalas”, dice ella. “Luego, se convierten en tu cuerpo en estos compuestos altamente persistentes”.

Los estudios han encontrado que las mascotas como Ling Ling a menudo tienen niveles más altos de PFAS en la sangre que los humanos, en parte porque son más pequeñas y en parte porque “si eres un niño pequeño o un gato, pasas mucho más tiempo interactuando con el polvo de la casa”, dice Schreder. De hecho, Ling Ling tenía niveles más altos que yo para 2 compuestos.

En mi casa, mis botas impermeables Sorel y la pequeña alfombra en mi sótano que había sido tratada con Scotchgard me pusieron en riesgo potencial de sufrir este tipo de exposición. Los investigadores me dijeron que los muebles, las alfombras y los zapatos tratados con protectores contra las manchas como Scotchgard son una fuente frecuente de contaminación por PFOS en el hogar y en la sangre de los estadounidenses, y que encontraron PFAS en mi sangre. Sorel no respondió a las solicitudes de comentarios. 

Según algunas estimaciones  (PDF), hasta el 90% de las alfombras en el mercado fueron tratadas con productos PFAS hasta que la industria los dejó de lado el año pasado. Eso siguió a las propuestas para prohibir las alfombras tratadas con PFAS en varios estados y las decisiones de minoristas como Home Depot y Lowe’s de dejar de vender alfombras tratadas con Scotchgard. Las PFAS han sido reemplazadas por protectores contra manchas libres de químicos.

Si bien Peaslee de Notre Dame no detectó PFAS en mi sofá o en una habitación alfombrada, las sustancias químicas pueden permanecer en nuestros cuerpos durante décadas. La exposición a muebles que tuve antes de mi sofá actual, que compré hace 2 años, podría estar detrás de algunos de los niveles de PFAS en mi sangre y en la de Ling Ling, dice Schreder.

Varios expertos que revisaron mis pruebas se alarmaron por los niveles en el lubricante para bicicletas, que eran los más altos de cualquier producto en mi hogar. Entro en contacto con este producto cuando lubrico mensualmente la cadena de mi bicicleta, y “ese es el tipo de producto que puede provocar mucha exposición”, dice Schreder.

Los seres humanos también absorben por la piel las PFAS, que se utilizan habitualmente en las cuerdas de las guitarras, la cinta adhesiva de fontanero y las pantallas de los teléfonos móviles, entre otros productos cotidianos que los seres humanos tocan habitualmente. 

En la cocina, confirmamos que el papel pergamino y la sartén antiadherente que utilizo en la noche de tacos contenían PFAS. También encontramos los químicos en recipientes de comida para llevar de varios restaurantes de Detroit.

El uso de químicos en el envasado de alimentos está muy extendido, y algunos restaurantes probablemente utilizan al menos algunos recipientes que los contienen, y es probable que algunos propietarios de restaurantes no lo sepan. Los productos de fibra moldeada, por ejemplo, contenían categóricamente los químicos hasta el año pasado. Cuando hablé con Avalon sobre sus bolsas de galletas, la copropietaria, Jackie Victor, dijo que estaba “sorprendida” al saber que contenían los químicos, que planeaba retirarlos de inmediato y que encontraría una alternativa sin PFAS.

“Nosotros también somos víctimas”, me dijo Víctor.

Algunos en la industria del envasado de alimentos están realizando un esfuerzo enorme para eliminar las PFAS de sus productos o cadena de suministro, pero eso no me ayuda ahora porque he comido cientos de galletas de chispas de chocolate con sal marina de Avalon a lo largo de los años. También soy escritor culinario que come comida para llevar regularmente. La pregunta urgente era: “¿Se han filtrado los químicos en mi comida?”

Probablemente.

Las investigaciones demuestran que las PFAS de los envases de alimentos pueden filtrarse a la comida y eso aumenta con la temperatura, la duración del contacto y otros factores, dice Laurel Schaider, investigadora de PFAS en Silent Spring Institute. Entre otras cosas, la organización sin fines de lucro estudia el uso de los químicos en la industria alimentaria y en 2017 encontró PFAS (PDF) en casi el 50% de los recipientes de comida rápida que sometió a pruebas. Los químicos que identificó incluían PFHxS y PFOA, que se encontraron en mi sangre.

Más tarde, Silent Spring analizó datos federales de PFAS y encontró una correlación significativa entre las personas que comen fuera de casa y niveles más altos de sustancias químicas en su sangre.

“Lo que comimos ayer puede permanecer en nuestros cuerpos durante años”, agrega Schaider.

PFAS en nuestra sangre

¿Las PFAS que están en mi casa son responsables de las PFAS en mi sangre? Los expertos con los que hablé dicen que es casi seguro, pero aquí es donde la imagen se vuelve especialmente imprecisa.

Vista Analytical Laboratory en California examinó mi sangre y la de Ling Ling en busca de 24 compuestos. En ambos detectó niveles elevados de PFOA. El compuesto se usaba comúnmente para producir PTFE que se aplicaba a una amplia gama de productos de consumo, incluyendo la sartén que usé para freír el pescado, el lubricante para bicicletas, la cinta de plomería y el hilo dental.

En Ling Ling y en mí, la prueba encontró PFOS y PFHxS, que son componentes de la espuma contra incendios, y el primero se encontró en Scotchgard hasta 2003. Mi sangre también contiene PFNA, sustancia que se utiliza en la producción de recubrimientos antiadherentes y resistentes a las manchas.

Una herramienta desarrollada por Carignan, Silent Spring y Northeastern University muestra cómo mis niveles y los de Ling Ling se comparan con los de los humanos adultos que viven en los Estados Unidos.

Si bien es probable que algunos de los químicos estén presentes en los productos de mi hogar, la prueba de Galbraith nos dice cuánto flúor hay en los productos, pero no identifica los compuestos de las PFAS individuales. 

Los expertos con los que hablé dicen que también es posible que los químicos se encuentren en nuestros alimentos, especialmente en el pescado, que Ling Ling y yo comemos con regularidad. Las PFAS también están apareciendo en el ganado y los cultivos a través de pesticidas, aguas residuales contaminadas que se usan como fertilizantes, así como agua contaminada que se usa en las granjas. 

En los Estados Unidos, La industria está reemplazando los compuestos más antiguos y más extendidos con una nueva generación de PFAS que, según afirma, son más seguros, aunque esa afirmación se contradice con un creciente conjunto de investigaciones. Es probable que los nuevos químicos se encuentren en productos fabricados recientemente que tengo en casa. Las pruebas no encontraron esos químicos en mi sangre, pero eso no significa que no estén en Ling Ling y en mí.

Ng dice que los laboratorios comerciales no tienen la capacidad o los estándares analíticos para analizar nuestra sangre en busca de más de 40 compuestos PFAS, pero existen miles. Mi sangre no fue analizada para la mayoría de los químicos de sustitución. Muchos de los compuestos más recientes también pueden haber eludido la detección al acumularse en nuestros órganos internos pero no en nuestra sangre, dice Ng.

Y una vez que están en mi cuerpo, los compuestos más recientes se pueden convertir en los compuestos que se detectaron en mi sangre, dice Schaider. Eso presenta otra posible explicación de mis resultados.

Esta incógnita me crea aún más ansiedad y me deja preguntándome si debería acudir a mi médico para un examen de detección de cáncer o un examen de hígado. Es posible que los químicos estén detrás de mi colesterol alto, aunque las galletas y los batidos que son parte de mi dieta semanal podrían estar ocasionando este problema.

Tratar de identificar las fuentes de los químicos es un tanto desesperante y estresante. Simplemente no está claro cuánto contribuyen las PFAS en cada elemento a los niveles en nuestra sangre, por lo que no puedo eliminar la fuente, y esa incertidumbre es parte de “la injusticia de estos químicos”, dice Ng.

“Te preocupas porque están en tu sangre y pueden haber estado en tu sangre durante mucho tiempo, por lo que es difícil saber si el desarrollo de una afección médica es a causa de la exposición a las PFAS, pero eso solo quedará en tu mente “, ella dice. “Es fundamentalmente injusto que tengamos que lidiar con esto por la simple conveniencia de que los huevos no se peguen a la sartén”.

La mayoría de las empresas con las que me puse en contacto para hacer comentarios no respondieron. Procter & Gamble, que usa PTFE en su hilo dental Oral-B Glide, declaró que Oral-B dio negativo en la prueba de presencia de PFAS y afirmó que el PTFE no es un PFAS. Las empresas químicas han comenzado recientemente a hacer esa afirmación y argumentan que es más seguro porque no necesariamente se acumula en el cuerpo de la misma manera que otros compuestos similares.

Pero los expertos que hablaron conmigo dicen que no hay suficiente investigación científica independiente para determinar si el PTFE es seguro. El PTFE también se ha considerado generalmente un compuesto de PFAS, y la Agencia de Protección Ambiental lo clasifica como tal (PDF). Además, Ng dice que se utilizan otros compuestos de PFAS en la producción de PTFE, lo que, según ella, es un problema. 

Procter & Gamble también dijo en el comunicado que probó su hilo usando una versión modificada del método EPA 537. Sin embargo, esta prueba no verifica el PTFE ni la mayoría de los 4,700 compuestos de las PFAS. Por el contrario, nuestras pruebas buscaron el nivel total de flúor, que es el elemento común en todas las PFAS, y les da a los laboratorios una idea más clara de cuánto PFAS podría haber en un producto. Nuestra prueba mostró que el flúor constituye el 17% del hilo dental Oral-B Glide. 

Preocupado, Peaslee me dijo que ha cambiado a seda encerada.

Cómo protegernos

Los defensores de la salud pública y los investigadores dicen que solo hay una forma real de protegernos: una prohibición virtual de la producción de PFAS.

De lo contrario, hay muy pocas medidas significativas que podamos adoptar, aunque un sistema de filtración de agua es una buena opción. Las PFAS pueden pasar por muchos filtros, pero los investigadores de las universidades de Duke y del estado de Carolina del Norte encontraron que los filtros de ósmosis inversa y de dos etapas son los más efectivos. Compré un sistema de filtración Berkey, que según la compañía elimina los PFAS de cadena corta y larga.

También me deshice de mis ollas y sartenes antiadherentes de teflón, cambié de marca de hilo dental, compré un lubricante para bicicletas diferente (aunque no estoy seguro de que no contenga PFAS) y dejé de comprar productos que sé que contienen PFAS. En lugar de barrer con una escoba, que levanta el polvo y los contaminantes, ahora uso una aspiradora que tiene un filtro HEPA que los atrapa.

Carignan dice que estos son buenas medidas a adoptar, pero que las personas que están “tratando de comprar una salida a un problema” pueden tener una “falsa sensación de seguridad”. A menos que yo planee no ir a comer fuera y dejar de consumir productos animales por completo, por ejemplo, generalmente estaré expuesto a PFAS en los alimentos y sus recipientes.

El secreto de las empresas sobre el uso de PFAS, el etiquetado engañoso de los productos y la ubicuidad de los químicos hace que evitarlos sea casi imposible.

“La mayoría de nosotros reconoce realmente que para resolver esto correctamente, [una solución] tiene que provenir de un enfoque regulatorio”, dice Carignan.

Pero el enfoque regulatorio tal como está diseñado actualmente es ineficaz. Los organismos de reglamentación deben considerar cada compuesto de la clase PFAS de forma individual (PDF). El gobierno puede tardar años en completar el proceso de demostrar legalmente que un solo compuesto es peligroso, incluso si la evidencia sólida de investigadores académicos sugiere que los PFAS son categóricamente dañinos.

Las empresas de químicos también modifican a menudo la estructura de los compuestos PFAS existentes para crear docenas de químicos “nuevos” que envían al mercado. Incluso cuando hay pruebas sólidas de que los compuestos son peligrosos, la EPA los ha aprobado y, a menudo, permite que las empresas de químicos etiqueten esos peligros como secretos comerciales y los oculten al público.

Dicho de otra manera, los investigadores se ven obligados a participar en un juego de enredos regulatorios que les es imposible ganar. Por lo anterior, los defensores dicen que las únicas soluciones son regular las PFAS como una clase de químicos en lugar de hacerlo de forma individual, y promulgar una prohibición excepto para usos esenciales, como propone la Unión Europea.

No hay mucho que una persona puede hacer para protegerse a sí misma, dice Schreder. 

“La única forma en que nos vamos a proteger es proteger a todos los demás desechando los productos y limpiando las áreas que ya están contaminados”, dice.

Nota del editor: Este artículo fue producido por Type Investigations en asociación con Great Lakes Now/Detroit Public TV, Consumer Reports y The Guardian.

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