Los Psicólogos Sin Fronteras conceden el primer paso para solicitar asilo
Los profesionales platican con personas que sobrevivieron atentados y en la frontera encontraron abusos y maltrato
Entre innumerables tiendas de campaña en el campamento La Esperanza, donde unos dos mil migrantes esperan desde hace meses la posibilidad de cruzar la frontera en busca de asilo, un equipo de psicólogos recorre ocasionalmente el lugar en busca de los casos más vulnerables.
“En ocasiones encontramos mujeres con embarazos de alto riesgo, o que tienen unas semanas para dar a luz, o personas, por ejemplo, con un tumor canceroso, que son casos prioritarios para pedir asilo por su alta vulnerabilidad”, platicó a La Opinión el coordinador de Psicólogos Sin Fronteras, Luis Guillermo Gómez Rosales.
También platican con personas que sobrevivieron atentados, con quienes tuvieron que huir y en la frontera encontraron abusos y maltrato, algunos con notables traumas emocionales por lo que han tenido que vivir y que les obliga a buscar asilo.
“Nosotros damos el primer paso –identificar alta vulnerabilidad—, pero conseguir que las familias crucen a pedir asilo y llevar su proceso dentro de Estados Unidos no sería posible si no fuera por todo un equipo de personas y organizaciones”, dijo el psicólogo.
Los casos más vulnerables, que los Psicólogos Sin Fronteras recaban en diálogo directo entre el campamento migrante, pasan entonces a personal de salud y a abogados de migración que dan forma a las solicitudes de asilo.
Los mismos psicólogos levantan con un toldo móvil unas instalaciones con mesas y sillas, donde los abogados, traductores y voluntarios de organizaciones entrevistan a los migrantes y forman los expedientes.
Luego esos expedientes pasan a la Unión Americana de Libertades Civiles (Aclu) en San Diego, que presenta formalmente peticiones argumentadas a la oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP), que otorga fechas y horas para que las familias y migrantes se presenten en la garita peatonal de San Ysidro.
“Todo el trabajo comienza con las entrevistas de las familias con los psicólogos”, dijo a La Opinión la abogada de migración Dulce García.
“Ellos encuentran razones que no son muy obvias o visibles para demostrar que son casos de alta vulnerabilidad, que son prioritarios para que el gobierno de Estados Unidos les permita cruzar la frontera y atenderlos mientras procede su solicitud de asilo”, comentó la abogada.
Los psicólogos se identifican solo con un chaleco beige claro con letras bordadas con hilo color lila a la espalda, “Psicólogos Sin Fronteras BC”, por Baja California, aunque en realidad son representantes nacionales.
Todos son profesionales que viven de sus respectivos trabajos pero se unen como voluntarios para ayudar en el campamento a los migrantes.
También hacen una labor de control de incidentes cuando las personas podrían perder los estribos, desesperadas por la espera para pedir asilo en Estados Unidos.
“Ellas ni siquiera están en el campamento, acaban de llegar y ya pasaron porque están embarazadas y nosotros aquí hemos aguantado meses y no nos pasan”, protestó una madre de familia hace unos días, mientras esperaba detrás de un acordonado, una oportunidad para exponer su caso a los abogados.
Cuando la situación estaba en riesgo de revuelta, el psicólogo Luis Gómez intervino con una paciencia asombrosa. “A ver, amor… quedamos en que vamos a atender primero los casos más vulnerables, ¿verdad?”, le dijo a la mujer y llevó la conversación a un tono conciliador, más que de protesta.
Robert Vivar, un dirigente de veteranos deportados que colabora como voluntario en el equipo que elabora los archivos de petición de asilo en el campamento, explicó a La Opinión que el trabajo de los psicólogos es fundamental.
“Es cierto que todas las colaboraciones en favor de las familias que buscan asilo son muy importantes, pero yo diría que el trabajo de los compañeros psicólogos es excepcional” pues todo el proceso empieza con ellos y son quienes además llevan un orden en las consultas a los abogados.
El coordinador de los psicólogos, Luis Gómez, opinó por su parte que todos los participantes forman “una plataforma en la que ofrecemos a las familias y migrantes un servicio más integral, psicológico, médico y legal”.
Explicó que mientras que no se trata de que los migrantes sigan su proceso de asilo dentro de Estados Unidos, el equipo colabora para sacar de las circunstancias de alto riesgo a los casos más vulnerables y urgentes entre los migrantes.
El grupo comenzó cuando la ACLU demandó a la administración Biden para que reabriera el proceso de asilo que canceló Donald Trump y a la fecha ha ayudado a que crucen unos 125 casos, la mayoría de ellos familias y algunas de ellas hasta de ocho miembros.