Centenares de latinos salen a pedalear para unir familias
La cultura de los lowriders o ciclistas de “ranflas” se mantiene vigente en el sur de California; no quieren que se pierda la cultura del Movimiento Chicano
La pasión por montarse en una bicicleta y pedalear en horas de una ola calor superior a los 80 grados podría significar una locura, pero el tal amor por este pasatiempo que decenas de familias tuvieron un sano día de esparcimiento con el segundo evento anual de Bikes on The Blvd. (Bicicletas en el Boulevard).
En el Este de Los Ángeles, en el Atlantic Park, familias de clubes ciclistas de San Diego, Lodi, Rialto, Las Vegas, Arizona y Los Ángeles exhibieron las obras de arte que han creado con sus bicicletas. Ellos representan las nuevas generaciones del Movimiento Chicano.
Arnold “Stack” Flores, fundador de “Bikes on the Blvd.” expresó que creó el club de bicicletas el 10 de julio de 2020 con el afán de tener un pasatiempo “y que la cultura de los lowriders no se pierda en el mundo del Movimiento Chicano”.
En efecto, su presencia sigue vigente, como en el caso del mexicoamericano José Aguilar, integrante del club Bomb Life de Inland Empire y propietario de más de medio centenar de bicicletas modificadas en forma personalizada.
“Tengo unas 10 bicicletas para espectáculos y otras 40 clásicas; me gustan desde “morro” [pequeño]”, dijo “Entre todas, he invertido al menos unos $70,000” añadió este jefe de mantenimiento de departamentos en la ciudad de Rialto.
Así como los automóviles lowriders, que son vehículos personalizados con gatos hidráulicos que permiten bajar el chasis hasta el pavimento, José ha modificado también sus bicicletas, que son la sensación en cada evento de “ranflas”. Ranfla es un término que usaban los “pachucos” mexicanos en la década de 1940 para referirse a las bicicletas.
Todo es un ambiente familiar
Desde muy temprano, familias completas se congregaron en el Atlantic Avenue Park, en espera del banderazo de salida para cientos de pedalistas, que incluyó a niños, jóvenes y adultos. Ellos pedalearon sobre la calle Sexta, en dirección al Bulevar Atlantic, con destino final en el arco del Boulevard Whittier y la intersección con la calle Arizona, en pleno Este de Los Ángeles.
“Nosotros venimos de San Diego”, dio a conocer Miguel Vaca, miembro del equipo San Diego North County Sweat Kreations, quien se divertía con un modelo miniatura de un automóvil lowrider, que manejaba a control remoto, junto con su hija Leila, de 9 años y su sobrina Mía, de 6 años.
“Estos eventos son para estrechar los lazos familiares entre todos los que somos parte de algún club”, declaró Miguel. “Aquí solamente hay familias y hacemos estas actividades para alejarlos de los peligros en las calles y de los pandilleros”.
Vaca, un técnico farmacéutico comentó que creció en la ciudad de San Pedro, donde veía a los adultos pasearse por las calles en los extravagantes automóviles.
“Yo tengo mi propio carro lowrider, es un Impala 1973”, dijo. “Lo compré como en $1,800 y le he invertido unos $3,100”.
Ashley Alvarado, esposa de Pablo Gutiérrez procedente de San Diego, también le fascinan las bicicletas y los autos lowrider.
“Este pasatiempo lo mantiene ocupado, en lugar de andar de vago en la calle”, dijo ella. “Yo lo valoro por el tiempo que le dedica a la familia y a sus hijos…, así continuamos con la cultura de los lowriders en bicicletas”.
En la cultura de los lowriders, “la familia es primero, antes que todo”, describió José Luis Vaca. “Son coches que expresan identidades sociales, culturales y estéticas”.
Diversidad étnica en los clubes
Este pasatiempo, de hecho, ha sido popular en muchas comunidades estadounidenses desde mediados del siglo XX, aunque con mayor énfasis entre las comunidades mexicano-estadounidenses, afroamericanas y se ha extendido a otras razas.
“Todo mundo es bienvenido; la diversidad étnica puede verse reflejada en todos los clubes”, indicó
Donn King, de ascendencia filipina, fundador y presidente del Rack City Low.
“Nuestra meta en Rack City Low es trabajar para que las nuevas generaciones se mantengan unidas”, dijo King. “Nuestros clubes están llenos de diversidad, unidad, y eso atrae a todos; nuestro enfoque en Los Ángeles es ponerle un alto al odio, y que nada nos divida…, tenemos que ser una sola raza”.
Mike Acosta, de 40 años, miembro del club Finest Kreations, recordó que él y Luis – su hermano gemelo-, comenzaron a seguir los pasos de su padre Louie en el mundo de los lowriders, desde 1983
“Entre más brillante quede mi bicicleta, mejor”, dijo Mike respecto de su bicicleta modificada, en la que incluye una botella de tequila colgando del manubrio y un teléfono portátil.
Añadió que su pasión por las bicicletas le ayudó “a dejar de pintarrajear paredes y robar en tiendas”.
“Mi padre falleció recientemente, y en honor a su memoria yo quiero seguir la tradición de los lowriders”.
Mujeres se unen a los eventos
Históricamente, los lowriders eran en su mayoría hombres latinos de Texas, el suroeste y el sur de California. Desde la década de 1950, los clubes de automóviles y los miembros de la familia han convertido automóviles más antiguos para cruceros, espectáculos y competencias en eventos.
En la actualidad, las mujeres son piezas importantes en cada evento; apoyan a sus esposos, sacan a pasear y divertirse a sus hijos, y la familia completa se mantiene unida.
“A mí me encantan estas reuniones de los ciclistas”, dijo Eustolia Ibarra, una mujer mexicana de Aguascalientes, mientras tejía una colcha de estambre. “Estaba bien calorcito en la casa, pero aquí, en el parque hay poquito aire fresco”.
De la misma manera se expresó Erin, madre de siete hijos y esposa de José Juárez, el coleccionista de bicicletas lowrider.
“Me gusta ser parte de esta gran familia”. “Aparte de pasar un fin de semana de esparcimiento, nos ahorramos el pago de la niñera”.