Líder de los deportados en México traslada su lucha a Los Ángeles
'Voy a buscar fondos en EE UU para seguir ayudándolos a trabajar allá, pero ganando en dólares'
Israel Concha, defensor de los deportados en México, regresó a Estados Unidos al obtener una visa U, que se otorga a las víctimas del crimen que colaboran con las autoridades, y desde Los Ángeles sigue trabajando en la creación de oportunidades laborales en territorio mexicano para los expulsados del país.
“Ya tenemos una oficina en el distrito financiero del centro de Los Ángeles desde donde continuaré siendo una voz para todos los migrantes deportados en México”.
Desde que se estableció en Los Ángeles en febrero, no se ha quedado quieto.
“He estado en reuniones con líderes migrantes y cada mes, hemos tenido eventos en Tijuana, Guanajuato, Baja California y aquí mismo. Participé en la Marcha por la Reforma Migratoria”.
Pero además quiere recaudar fondos entre los empresarios estadounidenses para seguir apoyando a los deportados a México.
Sin tener récord criminal, Concha fue deportado a México en 2014, después de pasar dos años en un centro de detención del Servicio de Migración y Aduanas (ICE) en Texas. En el país se quedó su hijo que entonces tenía 2 años. En detención, su esposa, ciudadana estadounidense, le mandó pedir el divorcio.
A su regreso a la ciudad de México, de donde había salido siendo un niño de 3 años, creó en 2015, el proyecto New Comienzos para ayudar a los deportados y a quienes regresan a México a encontrar trabajo, aprovechando sus habilidades bilingües en español e inglés.
“Decidimos crear nuestras propias oportunidades como con un Call Center Bilingüe, una escuela de inglés con maestros dreamers, establecimos convenios con la Secretaría de Educación para certificarlos en la enseñanza de inglés. Formamos una agencia digital y una compañía de logística con la fórmula de trabajar en México, pero ganando en dólares”.
Su lema siempre ha sido que el sueño americano también se puede lograr en México y que hay vida después de la deportación.
Pero cómo fue que logró regresar a EE UU tras ser deportado, después de que le dijeron, ‘váyase y no regrese’.
“Yo vivía en Corpus Christi y era dueño de una compañía de más de 50 taxis. Una vez que llevaba a un muchacho a unos departamentos, al llegar me pidió usar mi teléfono para llamar y que bajaran a pagarme. Se me hizo muy raro. Yo le ofrecí marcar el número y al momento de hacerlo, comenzó a golpearme. Traía una manopla de hierro en una mano. Sangrando, brinqué al asiento de atrás, forcejeamos. Salimos del carro. Y fue cuando se detuvo, me pidió disculpas y solo me dijo que era un hombre con necesidades y se fue”.
Una vecina llamó a la policía y se levantó un reporte. “El incidente ocurrido en 2012 salió en los periódicos. El vehículo parecía la escena de un crimen. Tuve que ir al doctor para que me dieran unas puntadas y al agresor no lo encontraron”.
No fue sino hasta que estuvo detenido en el centro de migración de San Antonio, Texas, que un investigador lo visitó para que identificara al atacante y colaborara con la investigación policiaca.
“Descubrí entonces que mi agresor había sido un joven en malos pasos que fue contratado para golpearme por el dueño de una empresa contraria, a quien no le gustó que le hubiera salido competencia”.
Basado en esa agresión, en 2014, un mes antes de que lo deportaran, presentó una solicitud de Visa U.
En 2017 le avisaron que había ganado la Visa U, pero fue hasta el 2018 cuando le dijeron que podía regresar a EE UU. “Sentí una gran paz interna, pero lo mío ya estaba en México. Me estaba yendo mucho mejor que todo el tiempo que viví en Estados Unidos. Había podido ayudar a más de 50,000 personas”.
Cruzó por su mente renunciar a la Visa U, pero dice que cuando entró el nuevo gobierno federal y los apoyos ya no se dieron a través de las organizaciones, y empezó a batallar por los recursos y para que le renovaran convenios oficiales, pensó que tal vez debería venir a EE UU para buscar apoyos entre los empresarios y seguir adelante.
En su decisión, influyó mucho que hace 3 años, sufrió un intento de secuestro en la ciudad de México a manos del crimen organizado. “No me secuestraron, pero me golpearon y terminé 3 días en el hospital con 30 puntadas”.
Al no lograr justicia, pese a la intervención del entonces alcalde de la ciudad de México, Miguel Mancera y algunos diputados, abandonó el caso por consejo propio de las autoridades policiacas.
Todo esto lo llevó a retomar la Visa U. “Pedí mi cita en la embajada de EE UU. Me tomaron huellas y me dieron un pasaporte en enero. En febrero regresé al país y llegué a Los Ángeles donde las autoridades de migración me dieron la bienvenida, después de que en 2014 me dijeron que me fuera y no regresara”.
Su meta en EE UU es continuar con la labor de apoyar para que los retornados puedan trabajar en México y ganar en dólares. “Mi mayor deseo es poder ir y venir a México sin restricciones migratorias”. Por lo pronto, está feliz porque muy pronto va a reunirse en Texas con su hijo de 7 años, a quien no ha visto por años.