Michoacanos llegan a Tijuana en busca de asilo; muchos hacen lo inimaginable por cruzar

“¿Qué sigue? No lo sabemos, pero los migrantes están desesperados, y como vemos, el ingenio no les falta”, dijo un pastor

Inmigrantes tratan de llegar a la línea fronteriza en moto. (Manuel Ocaño)

Inmigrantes tratan de llegar a la línea fronteriza en moto. (Manuel Ocaño) Crédito: Manuel Ocaño | Impremedia

Al señor Esteban los sicarios del narcotráfico le dieron 15 minutos para abandonar el poblado de Aguililla en el estado de Michoacán.

“La verdad, ni nos fijamos de qué cartel eran los que llegaron. Nada más pensamos en salir para salvar nuestras vidas”, platicó a La Opinión en un albergue de Tijuana, todavía temeroso, semanas después del incidente.

Él, su esposa y dos hijos adolescentes tenían algunos fondos en un banco, y usaron parte del dinero para viajar en autobús desde Morelia, la capital del estado, hasta Tijuana.

“No quisimos volar, porque no queríamos gastar mucho y ya no queríamos quedarnos más tiempo en el estado” a la espera de que saliera un vuelo, según dijo el señor.

La familia llegó a la frontera con el plan que apenas unas semanas antes había funcionado a un familiar suyo que también tuvo que huir de la guerra entre carteles en el estado de Michoacán.

Se hospedaron y don Esteban rentó en una agencia un vehículo compacto. Dijo que encontrar la fila de vehículos para cruzar a San Diego le pareció un poco enredado, pero consiguió formarse y avanzar lentamente poco más de una hora.

“Así le había hecho mi primo: manejó hasta adentro y ya estando ahí le dijo al (oficial) de la migración que quería entregarse para pedir asilo, y sí lo dejaron pasar; ahorita está en Denver con otros familiares”, dijo Esteban.

Yo los entiendo porque están desesperados y eso los lleva a buscar nuevas formas para cruzar la frontera.

Esteban, inmigrante.

Pero el resultado fue distinto para esta familia. Don esteban dijo que en cuanto se aproximaban en el auto a la doble línea amarilla que demarca la división entre Estados Unidos y México en la garita de San Ysidro, oficiales de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) les dijeron con señas que mostraran sus documentos para entrar al país.

Sin mostrar los documentos, el padre de familia dijo que intentó hablar con los oficiales, pero ya otros dos estaban enfrente del vehículo sobre la franja amarilla.

“Fue muy penoso, porque nos hicieron ir cruzando todos los carriles, las filas de autos, hasta que salimos al lado derecho que estaba despejado, pero ahí no podíamos manejar en sentido contrario para salir de nuevo a las calles de Tijuana. La policía llamó a una grúa que remolcó el carro”, dijo don Esteban.

La familia se quedó finalmente sin dinero y consiguió refugio en un albergue en Tijuana, ahora sin saber qué puede hacer, excepto aguardar, según dijo el señor.

“Yo los entiendo porque están desesperados, y eso los lleva a buscar nuevas formas para cruzar la frontera”, explicó por su parte un pastor que dirige otro albergue en Tijuana.

El pastor Albert Rivera, del refugio Ágape para migrantes, explicó que cuando el presidente Joe Biden asumió el cargo el 20 de enero, decidió cancelar un programa que obligó a decenas de miles de migrantes a quedarse en la frontera mexicana mientras se revisaban sus peticiones de asilo.

“El presidente decidió que pasaran (a Estados Unidos) unos 25,000 migrantes que tenían todavía casos pendientes en ese programa. Luego, cuando ya pasaron esos miles de personas, comenzaron a dejar pasar nada más de 25 a 40 migrantes cada día a lo largo de toda la frontera”, dijo.

Ese número reducido incluyó únicamente los casos más vulnerables, como personas que necesitaban atención médica de urgencia, mujeres embarazadas que sin atención tendrían que dar a luz en el campamento, en la calle.

De acuerdo con organizaciones de defensa de migrantes en Tijuana, mientras solo unos cuantos cruzaban diario la frontera, cada día llegaban cientos a la ciudad en busca de asilo.

En Michoacán recrudecía una guerra entre cárteles, principalmente el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y los Cárteles Unidos, que en su lucha por controlar territorio aterrorizan a la comunidad.

Ambos bandos, por ejemplo, ahora utilizan drones desde los que dejan caer granadas de fragmentación sobre personas que nada tienen qué ver con sus enfrentamientos, como forma de ahuyentar con terror a la comunidad, para obligar a evacuar áreas y asegurar territorio.

“El mayor problema fue cuando las autoridades estadunidense cerraron por completo el proceso de asilo, y ya no dejaron pasar a nadie, ni siquiera a esos 25 a 40  personas que antes pasaban”, dijo el pastor Rivera.

El CJNG también tiene presencia en Tijuana, se disputa el estado con el cártel de Sinaloa, y muchos migrantes michoacanos temen ser identificados y que haya represalias por haber huido.

Los intentos de cruzar en vehículos rentados disminuyeron conforme los agentes fronterizos exigieron mostrar identificaciones antes de llegar a la demarcación amarilla de la frontera sobre el asfalto en las garitas.

Hasta hace unas dos semanas siguieron los intentos en motocicletas, una modalidad de los vehículos rentados.

Los migrantes avanzaban básicamente sin tener que formarse entre las hileras de vehículos que, en espera, avanzaban lentamente. Y los migrantes motociclistas solo revelaban que se entregaban en busca de asilo cuando ya estaban  dentro de territorio estadunidense y frente a inspectores de CBP.

El pastor Rivera cruzaba casualmente la frontera por la garita de Otay en San Diego cuando se encontró con que CBP por primera vez había ordenado también a los conductores de motocicletas que hicieran una fila para cruzar a California y mostraran antes de pasar sus documentos migratorios.

“¿Qué sigue? No lo sabemos, pero los migrantes están desesperados, y como vemos, el ingenio no les falta”, dijo el pastor.

Y aun aquellos motociclistas que cruzaban la frontera, eran dirigidos a una zona de inspección pormenorizada.

Los migrantes insisten entregarse en las garitas y evitan cruzar por campo abierto la frontera, porque debido a una medida sanitaria en el marco de la pandemia, el Título 42, la patrulla los expulsa de inmediato, muchas veces incluso por el mismo sitio pro el que entraron a Estados Unidos, sin darles tiempo a pedir asilo.

La alcaldesa entrante de Tijuana, Montserrat Caballero, mencionó los intentos de cruces por las garitas entorpecen la circulación vehicular fronteriza.

La oficina de CBP no respondió a solicitudes de la prensa para proporcionar cifras sobre casos de intentos de cruces en vehículos rentados o en motocicletas para pedir asilo.

Se estima que en lo que va del año han llegado a Tijuana más de 15 mil inmigrantes michoacanos, pero solo poco más de 2,000 han cruzado a Estados Unidos.

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