Regresa el circo después de año y medio de cierre obligado por la pandemia

Don Rubén Caballero del Circo Hermanos Caballero habla de los desafíos que vivieron cuando tuvieron que parar de trabajar

El payasito Tutti Frutti da la bienvenida a los niños al Circo Caballero después de un año y medio sin trabajar. (Araceli Martínez/La Opinión)

El payasito Tutti Frutti da la bienvenida a los niños al Circo Caballero después de un año y medio sin trabajar. (Araceli Martínez/La Opinión) Crédito: Araceli Martínez | Impremedia

Después de un año y medio de cierre obligado a causa de la pandemia, Rubén Caballero, quinta generación de gente de circo, dice que la reapertura de su Circo Hermanos Caballero, le ha traído una gran alegría.

“La gente está respondiendo, no a lo grande, pero está viniendo”.

En atención a los protocolos de salud, les piden a los asistentes al circo, el comprobante de vacunación de covid-19.

Caballero recuerda que la pandemia los pescó en marzo de 2020, al inicio de la temporada circense en Las Vegas.

“Fue algo impresionante para toda la humanidad, no solo para el circo. En verdad jamás imaginamos que esto llegaría a pasar en este mundo”.

No tenían ni tres meses de haber abierto la temporada en Phoenix, Arizona, cuando estalló la covid-19.

“En ese momento teníamos un personal de entre 80 y 70 artistas de Brasil, Argentina, Perú y Rusia”.

Don Rubén Caballero, dueño del circo Hermanos Caballero. (Araceli Martínez/La Opinión)

Fue gracias a sus ahorros que pudo sostener a las familias de los trabajadores durante los primeros seis meses de la pandemia.

“A los artistas los traemos con contratos por un año, año y medio, y con visas de trabajo”.

Dice que cuando vieron que la pandemia no parecía tener fin y no podían abrir el circo, empezaron a mandar a los artistas a sus países.

“Llegó un momento en que pensé que íbamos a cerrar”.

Algo muy duro de considerar para Caballero quien la mayor parte de sus 78 años los ha pasado en el circo. 

“Hace 45 años que mis abuelos y padres vinieron a este país y no han parado de trabajar”.

Recuerda que su padre y abuelo fueron dueños de circos pequeños en México.

“Desde hace 20 años yo soy el dueño de este circo. Pero para llegar a esto, tuve que alcanzar objetivos verdaderamente impresionantes. Recorrí el mundo como trapecista, acróbata, payaso, malabarista y alambrista. Todos los trabajos que encierra el mundo del circo, los desempeñé”.

Una temporada difícil vivieron los circos a causa de la pandemia. (Araceli Martínez/La Opinión)

En la actualidad se dedica a administrar su circo, contratar a los artistas y promoverlos. “Trabajo detrás del escenario”, dice.

Caballero es padre de 8 hijos de 53 a 35 años; y abuelo de 20 nietos, todos dedicados al circo.

“Mi hijo mayor tiene su propio Circo Hermanos Caballeros con su esposa y sus hijos”.

Precisa que desde hace cinco años, su circo se enfoca en presentar funciones en los estados de California, Nevada, Arizona y parte de Washington.

Pero cuando irrumpió la crisis de salud por el coronavirus y se vinieron las órdenes de cierre de negocios, dice que se sintió muy mal anímicamente, y hasta se enfermó.

“Yo creo que a todos nos pegó covid, y algunos lo logramos sobrepasar. Me ayudó mucho que siempre he sido un hombre muy activo. Nunca he fumado, ni tomado alcohol. Me he dedicado 100% al negocio del circo”.

Y el año y medio en el que no pudieron trabajar, considera que fue muy difícil, pero da gracias a Dios de estar con vida.

Desde el punto de vista económico sobrevivió y pudo pagar a los artistas por sus ahorros y un pequeño reembolso que el gobierno dio para las pequeñas empresas, casi al final de la contingencia.

El joven trapecista Andrew Caballero, el payaso Tutti Frutti y el empresario circense don Rubén Caballero. (Araceli Martínez/La Opinión)

Así que cuando por fin le sdieron luz verde para abrir las puertas del circo al público, dice que se llenó de alegría y energía. “Fue un momento muy agradable ver que mi inversión se iba a poner a trabajar de nuevo”.

La reapertura la emprendió con 30 artistas, la mitad pura familia y el resto de Chile y Brasil.

“Ha sido difícil conseguir gente para que nos ayude a armar y desarmar el circo. Con eso de que el gobierno dio mucho dinero, la gente no quiere trabajar. Y actualmente no es fácil traer trabajadores de México”.

Dice que como siempre, la mayor recompensa, es ver que al final de la función, la gente se pone de pie y aplaude a todos los artistas. “Quiere decir que lo que traemos, vale la pena y la gente sale contenta”.

Lo salvan los ahorros

A Rafael Isaac Maluenda Flores, conocido en el ambiente circense como el payaso Tutti Frutti, la covid-19 los sorprendió en Las Vegas.

“Habíamos llegado con la ilusión de seguir con la temporada”, recuerda.

Pero reconoce que lo que salvó a su familia de la crisis económica que se vino con la pandemia, fue haber seguido el consejo de la abuelita, ahorrar para los tiempos difíciles.

“Tengo la fortuna de trabajar con mi papá y mi mamá. Mis dos hermanas y mi hermanito. Mi papá, es mi patiño, a quien le echó chistes durante mi presentación. Mi mamá se encarga de los vestuarios y es mi palera (la persona que sale de entre el público para ofrecerse a acompañarme en mis actos. Mis hermanas de 22 y 16 años hacen actos de bicicleta con malabares y mi hermanito de 10 años quiere ser payasito de circo como yo”.

El payaso Tutti Frutti es originario de Chile. (Araceli Martínez/La Opinión)

Pero además el payaso Tutti Frutti se enamoró de una de las bailarinas brasileñas del espectáculo, se casó y en julio tuvo a su bebé.

“La pandemia nos unió más como familia. Decidimos que todos juntos, teníamos que sacar la cara ante la adversidad. La gente del circo tiene la mentalidad de guerreros, no somos superhéroes, pero nos sentimos”.

Tutti Frutti nació en Santiago de Chile y pertenece a la sexta generación de familias dedicadas al circo, por parte de madre y padre.

“Nací en un hospital pero crecí en el ambiente del circo donde desde muy pequeño, te ponen una naricita y te pintan la cara de payasito y te sacan al escenario. Es una tradición”.

Fue a los 15 años que después de haber aprendido acrobacia y malabares, que descubrió que lo suyo era hacer cosas chistosas y hacer reír a sus amigos.

“Mi padre me dijo, si te quieres dedicar a ser payaso, hazlo bien. Crecí en el Circo de Los Tachuelas de mis tíos y siempre me acercaba a los payasos mayores de 60 años y me gustaba ver cómo se vestían y cómo preparaban sus cosas. Panqueque, Cototin, Zapatín fueron mis grandes maestros”.

Después de trabajar en Colombia y en Chile en otros circos, se unió al circo de los Hermanos Caballeros.

“Venimos por un año y ya han pasado 5, si no contamos el año de la pandemia”.

Y dice que la pandemia fue una época difícil para todos los artistas, no solo para los del circo.

“Los primeros tres meses estacioné mi trailer y me dediqué a vivir de mis ahorros, pero al tercer mes ya me empecé a preocupar porque no abríamos”. 

Y siempre estaba al pendiente llamando a Rubén Caballero. “Yo estoy listo, le decía. Él me respondía, yo creo que el próximo mes ya abrimos, pero pasaba un mes, otro mes y volvíamos a hablar y veíamos que las cosas estaban peor. El tiempo transcurría. Nunca llegaba ese momento de regresar al circo”.

El payasto Tutti Frutti te invita al circo. (Araceli Martínez/La Opinión)

Tutti Frutti dice que trataba de aprovechar el tiempo y hasta se mandó a hacer zapatos nuevos.

Dice que cuando los ahorros empezaron a escasear, tuvo que conseguir algo de trabajo en una compañía de mudanzas.

Sin embargo, la pandemia le afectó mentalmente. “Era como si todo se hubiera apagado. Al principio, era estar en nuestra casa rodante todo el tiempo. No podíamos salir. Teníamos miedo. Era feo”.

Y le hace feliz que la relación con su mujer no se haya deteriorado, cuando muchas parejas decidieron poner fin a su matrimonio durante la pandemia. “Nuestra bebé nació el 9 de julio”.

Cuando por fin llegó el día de abrir las puertas, dice que fue como cuando debutó como payaso.

“Pero conseguí relajarme, ensayé y todo salió muy bien”.

Hoy dice que está feliz porque ser payaso de circo es lo suyo.

“Lo más bonito del payaso es que el público te recuerda de una manera especial. A veces no sabemos el problema que la gente está pasando y ver que le sacas la risa al público, es una gran alegría”,

Hace tres días, un señor me trajo a regalar un payaso mini Tutti Frutti después del show del domingo.

“Eso vale más que un aplauso”.

El salto cuádruple de Andrew Caballero. (Cortesía)

Andrew Caballero, un joven trapecista de 13 años, nieto de Rubén Caballero, dice que la pandemia lo hizo sentirse frustrado y triste, pero a la vez trató de aprovechar para hacer algo positivo y se puso a ensayar sus actos.

“El 22 de octubre de 2020, durante la cuarentena, cuando hacía los ensayos en la casa de mi abuelo en Las Vegas, rompí el récord mundial de la persona más joven que logra hacer cuatro piruetas desde el trapecio”.

Entonces Andrew tenía 12 años. Y empezó como trapecista a los 6 años.

A diario dedica 4 horas a sus ensayos en el trapecio, el resto del tiempo se ocupa en la escuela y el trabajo, porque cuando no está en las cuerdas, ayuda en todo lo que puede en el circo.

“El circo me encanta. No lo cambio por nada”.

El Circo Hermanos Caballero se presentará del 4 al 29 de noviembre en la Plaza México de Lynwood. De lunes a sábado a las 4:30 y 7:30 p.m; y los domingos a las 2:00, 4:30 y 7:30 de la tarde.

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