Una patineta lo saca de las sombras y lo ayuda a obtener la ciudadanía

Leo Martínez vino a este país a los 4 años, a los 14 comenzó a patinar, y a los 17 se autodeportó a México para arreglar su estatus migratorio. Ahora quiere poner en alto a los mexicanos

A pesar de los obstáculos, Leo Martínez nunca perdió la fe en que podría arreglar su residencia en EE UU. (Araceli Martínez/La Opinión)

A pesar de los obstáculos, Leo Martínez nunca perdió la fe en que podría arreglar su residencia en EE UU. (Araceli Martínez/La Opinión) Crédito: Araceli Martínez Ortega | Impremedia

Cuando dos días antes de cumplir los 14 años, a Leo Martínez, un compañero de clases, le regaló una patineta, tuvo el presentimiento de que esa tabla cambiaría su vida para siempre, al grado que lo ayudaría a salir de las sombras y a obtener la residencia y la ciudadanía de Estados Unidos. 

“El 21 de mayo de 2004, dos días antes de cumplir 14 años, mi amigo Zack Roza, me regaló una de sus patinetas, la que más me gustaba. Él era una persona única en el salón de clases. Siempre llegaba con su patineta y a mí me llamaba mucho la atención”. 

Cuando posó sus pies sobre la tabla de patinar, el adolescente quedó fascinado.

Patinar me encantó, y ‘dije, esto es lo que quiero hacer toda mi vida’. Ya antes había pensado que quería ser basquetbolista, el Michael Jordan mexicano; y cuando aprendí a tocar la guitarra, quise ser rockstar, pero la patineta se convirtió en mi pasión ”.

Leo Martínez, quiere ser un ejemplo a seguir. (Araceli Martínez/La Opinión)
Leo Martínez, capturado en plena acción. (Cortesía Xander Robertson)

Leo recuerda que ese mismo día que le regalaron la patineta, aprendió lo básico del patinaje. “No es que mi amigo me enseñara sino que aprendí al verlo”.

Hace 31 años, Leo nació en la ciudad de México. Sus padres lo trajeron a vivir a Estados Unidos cuando tenía 4 años.

“Venimos en 1995 para ganar dinero, ahorrar y luego regresar. Pero llegando acá, no nos alcanzó para poder ahorrar”.

Así que se establecieron en Reno, Nevada. “Yo siempre supe que no era de aquí. Todo se me hacía muy extraño”.

Leo Martínez junto a Zack Roza quien le regaló su primera patineta. (Cortesía)

Y fue en esa ciudad donde empezó a patinar, luego de que su amigo le regalara su primera patineta.

Tanto le gustó que a los 15 años abandonó la secundaria (high school) para enfocarse en el patinaje. “Comencé a ganar concursos y patrocinios”.

Sin embargo, pronto se desilusionó cuando quiso participar en un concurso más grande donde podía ganar dinero, pero no pudo entrar porque era solo para residentes legales y ciudadanos.

Fue uno de sus patrocinadores Manuel Mederos de Pikkante Skateboards, quien le dio un contrato por dos años y lo apoyó para solicitar la residencia.

Leo Martínez, dedicación por el patinaje. (Araceli Martínez/La Opinión)

Pero cuando acompañado por su madre Raquel Solís  fue a ver un abogado de migración, éste le dijo terminantemente que para arreglar su estatus migratorio, en base al patrocinio y a una petición de residencia hecha por su padrastro Francisco Peña, tenía que irse a México antes de cumplir los 18 años.

“Por ley si te quedas después de los 18 años, se considera que cometes un delito federal”.

Con mucho temor, pero lleno de esperanzas, Leo se autodeportó a los 17 años, mientras seguía adelante su proceso de solicitud de residencia.

Me tuve que arriesgar. Yo sabía que al regresar a México, arriesgaba a mi familia, mi carrera, cualquier sueño que tenía. Me cayó mucho miedo a perder todo, pero también a esa edad tenía tanta confianza en mi patineta y en que iba a lograr algo”.

Con esa fe regresó a México y pasaron tres largos años, antes de que pudiera retornar y reunirse con su familia de nuevo en EE UU.

“Cada mes era lo mismo. No pasaba nada y transcurrían meses y meses sin noticias de mi residencia”.

Pero dispuesto a ponerle la mejor cara a su situación, decidió que si iba estar en México, haría lo más que pudiera para  tratar de inspirar a niños y jóvenes. “Viví en Nayarit y en Querétaro; y me hice profesional del patinaje en México, comencé a viajar y a conocer más de la República Mexicana haciendo demostraciones y exhibiciones para inauguraciones de pistas de patinaje, gobiernos locales y centros de juventud”.

Leo Martínez dedica un mensaje a los inmigrantes. (Araceli Martínez/La Opinión)

Finalmente llegó el día en que debía presentarse a una entrevista con las autoridades de migración estadounidenses en Ciudad Juárez para obtener su visa.

“Me dieron la residencia y regresé el 10 de agosto de 2009. Y cuando estaba lo peor de la pandemia, el 18 de junio de 2020, me dieron mi certificado de ciudadanía de Estados Unidos”.

Hasta la fecha, dice que se siente muy agradecido. “Mucha gente me decía que mi sueño de regresar al país y dedicarme al patinaje era imposible y no se iba a poder. “Vas a tener que trabajar en construcción o limpiando casas’. Yo decía, no puede ser. Voy a lograr cualquier cosa que quiera ser. Es cuestión de buscar la manera”. 

Leo dice que el éxito en el patinaje lo ha conseguido a través de mucha dedicación.

“A veces patino todo el día. Cuando estaba en la escuela, llegaba dos horas antes de entrar a clases para tener tiempo para patinar”.

Y asegura que no se trata de nacer con el talento para patinar sino que es algo que puedes crear.

“Tienes que tener mucha confianza. Hay gente que se aloca y se fractura. Yo tomo paso por paso y cuando estoy listo, me lanzó sobre las rampas, barandales y escalones”.

Dice que se ha lastimado varias veces, pero nada grave pues solo se ha fracturado el tobillo. 

Para Leo, el patinaje no es un deporte sino un estilo de vida.

Cuando estoy patinando siento libertad. Este pedazo de madera me ha dado la libertad de vivir la vida como yo quiero”, dice mientras muestra una tabla con un esqueleto que tiene la imagen de Pancho Villa, creada por el artista Tim Barón, patrocinada por Techné Skateboard.

Y no puede dejar de reconocer a todos sus marcas patrocinadoras. “Sin ellos nada de esto sería posible”.

Leo Martínez cuando se autodeportó a México, nunca dejaba su patineta. (Cortesía)

¿Qué te hace diferente de otros patinadores? 

“Siempre he querido transmitir una imagen positiva del mexicano, y lograr algo que no es lo normal. Y me hice la idea de que quería ser un buen ejemplo para mis hermanos”.

En la actualidad dice que se gana la vida como patinador y de los patrocinios de marcas. “Ahora me patrocina la marca de relojes Nixon y tengo el patrocinio de El Yucateco”.

Leo pide a los inmigrantes indocumentados, no perder la esperanza y realmente creer y aferrarse a sus sueños. “Claro llega un momento en que pierdes las esperanzas, pero tarde o temprano todo lo que inviertes te va a llegar”.

A Leo Martínez, su patineta le abrió el camino para la ciudadanía. (Cortesía)

Para él, lo más importante, es servir como una figura pública de la comunidad latina y ayudar a chicos indocumentados.

“Dejé de ir a la escuela a los 15 años para enfocarme en el patinaje y quiero crear una fundación para ayudar a los chavos a cumplir sus sueños”.

Subraya que todo lo que ha hecho en su vida, no ha sido para sí mismo sino para demostrar que un mexicano, a pesar de ser indocumentado, puede lograr algo fuera de lo normal y cambiar la narrativa de lo que son los latinos.

“Quiero poner a México y a la comunidad en alto porque los mexicanos no solo somos futbolistas y cantantes de música de banda. Somos una cultura muy diversa, llena de mucho talento. También somos patinadores”.

Y Leo se sueña a los 50 años, haciendo piruetas en el aire con su patineta. “Quiero ser como Tony Hawk, tiene 50 años y todavía sigue patinando y volando”.  

Para eso dice que se cuida mucho, entrena y hace ejercicio para mantenerse en forma.

Leo es embajador del Museo de Historia Natural de Los Ángeles y colabora con la Fundación Give Skate que dona equipo de patinaje usado a países subdesarrollados en África.

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