Grupo de la tercera edad celebra haber sobrevivido a la pandemia

Los abuelitos del este de LA realizaron su primer reunión después de 19 meses y agradecieron por estar vivos; muchos llegaron con sus enfermeras

El grupo de Amigos de Salazar Park se reunieron para su festín anual del Día de Acción de Gracias. (Jacqueline García/La Opinión)

El grupo de Amigos de Salazar Park se reunieron para su festín anual del Día de Acción de Gracias. (Jacqueline García/La Opinión) Crédito: (Jacqueline García/La Opinión) | Impremedia

Entre risas y conversaciones amenas, un grupo de personas de la tercera edad disfrutaron el martes un festín en celebración adelantada del Día de Acción de Gracias en un restaurante de Montebello.

Para los que llegaron —algunos acompañados de sus enfermeros— este era un evento muy esperado después de un año y siete meses que no se reunían debido a la pandemia. Antes de que apareciera el coronavirus el grupo era muy activo y solía salir a varios lugares durante el año.

Natalia Colores, de 90 años, lleva 40 años asistiendo al centro de personas mayores del parque Rubén Salazar, en el este de Los Ángeles. Ella solía servir café por las mañanas a las personas que llegaban a partir de las 7 de la mañana.

Sin embargo, desde que comenzó la pandemia en marzo del 2020, ella se la pasó encerrada en su casa. Su enfermera Blanca Martínez llegaba cinco días a la semana para mantenerla activa ya que no quería salir y correr el riesgo del contagio.

“Si sabía lo que pasaba y mejor me quedaba en la casa. Nunca me contagie”, dijo Colores quien forma parte de los Amigos de Salazar Park, como se le conoce al grupo de miembros longevos del centro. 

Elba Leonor González, de 78 años, dijo que antes de la pandemia junto a Colores eran voluntarias para servir la comida y el café a los ancianos que llegaban. Una vez que comenzó la pandemia optó por resguardarse en su hogar.

“Yo me mantenía ocupada limpiando la casa, barriendo las hojas de los árboles y limpiando afuera”, dijo González quien renta un cuarto en una casa.

Julia Álvarez (centro) junto a su cuidador Marcelo Vasquez y otros miembros del grupo. (Jacqueline García/La Opinión) Crédito: (Jacqueline García/La Opinión) | Impremedia

Ella contó que hace unos años su hijo falleció en México y se quedó sola. Por eso no pierde la oportunidad de poder pasar un buen tiempo con sus amigos del centro quienes en cierta parte se han convertido en familiares.

Luis Mejía, de 79 años y su esposa María García, de 66, dijeron que estaban muy emocionados de reunirse nuevamente, al aire libre, con sus compañeros del centro.

“Nos da gusto verlos porque en este tiempo fallecieron como 12, unos por la edad y otros del covid”, contó Mejía.

La pareja dijo que desde que comenzó la pandemia hasta julio del 2021 se mantuvieron encerrados. Mejía sembró milpa, tomates, cuidaba gallinas e incluso sembró un árbol de guayabas el cual ya está dando frutos. 

Mientras tanto García se ocupaba de la casa y en sus tiempos libres cosía y diseñaba su propia ropa.

“Nuestros hijos nos traían la comida y las cosas más necesarias”, contó Mejía.

“Ya cuando salíamos un poquito más nos íbamos en el carro a comprar café y nos estacionábamos para tomarlo ahí en un parque. No salíamos del carro, solo veíamos a la gente pasar”, agregó García.

Esperando por su nueva normalidad

Pese a que el grupo celebraba su reunión y ya están planeando salidas próximas como una visita a una iglesia y una cena en Taco Bell, también se preocupan que la reapertura del centro de personas mayores no es igual a como lo era antes de la pandemia. 

“Antes yo iba a hacer ejercicio ahí adentro en la bicicleta pero desde que regresamos sigue cerrado. Ahí están las máquinas sin usar”, dijo Mejía.

El grupo hizo una oración antes de comenzar a comer. (Jacqueline García/La Opinión) Crédito: (Jacqueline García/La Opinión) | Impremedia

Martínez era la instructora de zumba en el centro, pero dijo que hasta el momento no le han llamado para que vuelva a impartir clases.

Cris Mojica, líder del grupo, dijo que para él lo más importante es que pronto vuelvan a permitirles utilizar la cocina para que los ancianos reciban sus alimentos calientes. Desde que comenzó la pandemia y hasta el momento solo reciben alimentos en bolsas y fríos.

“Hay personas que no pueden cocinar y necesitan su comida caliente”, dijo Mojica, de 90 años.

Mojica dijo que él trata de abogar por los miembros del centro ya que como bien se vio en la pandemia no se sabe cuánto tiempo les queda de vida y quiere que los reconozcan como parte vital de la comunidad.

“Me da nostalgia porque no sabemos quién va a seguir aquí el próximo año, muchos de nosotros ya estamos más mayores”, expresó.

Recientemente se comenzaron a impartir nuevamente las clases de inglés en el centro los martes de 11:30 am a 12:30 pm. Pero se espera que con la completa reapertura del centro estas clases puedan aumentar los días al igual que las actividades del centro.

Gracias a la vida

Antes de comenzar su festín el grupo se levantó y tomados de la mano hicieron una oración en agradecimiento. También recordaron que celebran el que hayan sobrevivido a la pandemia. 

Julia Álvarez, de 93 años, dijo que ella tiene muchas cosas que agradecer, principalmente por estar viva y sana.

“Agradezco que todos me aprecien y me agrada que pueda estar de vuelta en el parque”, dijo Álvarez.

El grupo recibió como regalo gorritos de estambre tejidos por una voluntaria. De izq. a der., Natalia Colores, María García y su esposo Luis Mejía. (Jacqueline García/La Opinión) Crédito: (Jacqueline García/La Opinión) | Impremedia

Ella contó que durante la pandemia se mantuvo fuerte y encerrada en la casa bajo la atención de su cuidador personal y otra persona que limpiaba la casa.

“Rezaba mucho durante el día, pero no me dormía para que pudiera dormir en la noche”, contó Álvarez.

Mientras tanto, Rosa Mejía Tolentino dijo que ella agradece que los contagios de covid-19 sigan disminuyendo.

“Fue muy fuerte y triste escuchar que se murieron varios, pero le damos gracias a Dios por los que estamos y seguimos aquí”, indicó.

Antes de regresar a sus hogares, el grupo recibió un regalo de una voluntaria, Katia Machado, quien envió gorritos de estambre hechos a mano para cada uno de los miembros. 

Emocionados cada uno escogió el de su preferencia y nuevamente agradecieron que personas que no los conocen les mande regalos. 

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