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La educación como escala de ascenso social

La realidad es que la educación es la llave del ascenso social para la inmensa mayoría de las personas

California presenta la tasa más baja de alfabetización de los Estados Unidos.  Casi el 25 por ciento de sus habitantes mayores de 15 años carece de la capacidad para comprender una simple frase.

California presenta la tasa más baja de alfabetización de los Estados Unidos.  Casi el 25 por ciento de sus habitantes mayores de 15 años carece de la capacidad para comprender una simple frase.  Crédito: copyright

El 21 de mayo de 1536 quizá sea una fecha que no les resulte familiar.  Con todo, es una de las más relevantes de la trayectoria humana porque en ella se estableció la primera escuela pública, gratuita y obligatoria de la Historia.

El lugar de aquel evento fue la ciudad protestante de Ginebra, en Suiza.  Los ginebrinos simplemente seguían el principio totalmente reformado de leer la Biblia a diario y, lógicamente, para conseguirlo tenían que alfabetizarse. Ya que sabían leer y escribir, ¿por qué no aprender algo de matemáticas, Historia, lenguas extranjeras o ciencias naturales?  No podían imaginarlo entonces seguramente, pero con aquel paso estaban colocando los cimientos de su futuro progreso.  

Se trataba de un paso impensable en el mundo católico donde, por ejemplo, se podía llegar a santo, como Fray Escoba, sin saber leer y escribir.  Suiza alcanzó pronto un envidiable nivel de alfabetización y, pese a no contar con riquezas naturales, pasó a convertirse en una de las naciones más prósperas del planeta.  

A inicios del siglo XIX, las diversas repúblicas de Hispanoamérica se fueron emancipando y contaban, a diferencia de Suiza, con enormes riquezas naturales, pero ¡ay! su población, como la de España, estaba compuesta en más de un noventa por ciento por analfabetos.  

No era difícil sino imposible que pudieran competir con otros países donde la educación ya había desembocado en la Revolución científica.  A día de hoy, ese abismo de diferencia no se ha visto superado. Quizá algunos consideren que estoy hablando solamente de anécdotas históricas.  ¡Todo lo contrario!  Me estoy refiriendo al futuro de la gente que vive en California.  

Mientras escribo estas líneas, California presenta la tasa más baja de alfabetización de los Estados Unidos.  Casi el 25 por ciento de sus habitantes mayores de 15 años carece de la capacidad para comprender una simple frase y – nuevamente grave – sólo el 77 por ciento de su población adulta tiene una capacidad para leer situada de un nivel medio hacia arriba.  

Los datos – por si desean comprobarlos – son del WorldPopulation Review.  Estoy más que seguro que los lectores de esta columna ansían lo mejor para si y para los suyos.  

No me cabe la menor duda de que no desean estancarse sino progresar.  Por eso, debo advertirles que es prácticamente imposible que lo consigan sin educación.  

Hace un par de días, la cajera de un supermercado al que acudí se vio en serías dificultades a la hora de atender a una angla por la sencilla razón de que sólo hablaba español.  No me cabe duda de que trabajar atendiendo una caja es decente, pero, como le dije a aquella mujer: “si no desea ser más que una cajera, lo único que tiene que hacer es no aprender inglés”.  

En otras palabras, no debería desperdiciar las ocasiones que tiene de avanzar y para ello tiene que mejorar su educación.  La realidad es que la educación es la llave del ascenso social para la inmensa mayoría de las personas.  Nunca es tarde para aprender.  Busquen la educación, cultívenla, aprovéchenla a menos que quieran para ustedes y sus hijos el quedarse limitados en lo más bajo de la escala social, algo que puede ser totalmente honrado, pero no lo mejor que se puede encontrar en este país.  La prueba está en aquella Ginebra del siglo XVI donde se abrió la primera escuela pública, obligatoria y gratuita de la Historia.  

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