Cristina García pide a los latinos que salgan votar

Para la asambleísta Cristina García nada ha sido fácil. Las campañas para los puestos públicos que ha ganado, han sido verdaderas batallas.

“Todas mis campañas han sido batallas pero mi comunidad siempre se ha unido, hemos luchado y ganado. (En esta campaña) estamos haciendo lo que siempre hemos hecho: trabajar duro”, asegura la asambleísta.

Ahora compite para representar el nuevo Distrito 42 del Congreso de California que abarca varias ciudades del sureste de Los Ángeles y parte de Long Beach. Uno de los cargos más competidos y con un contrincante – el alcalde de Long Beach, Robert García- con él que comparte varías similitudes: ambos son García -aunque no los une el parentesco-, son demócratas, tienen 44 años de edad, son hijos de inmigrantes y destacados líderes.

Sin embargo hay diferencias. La asambleísta que vive en la pequeña ciudad densamente latina de Bell Gardens, habla de un acercamiento constante con la comunidad, escuchar sus necesidades y combatir algunos de los grandes problemas que afectan a las comunidades latinas.

Entre sus grandes logros ha sido la lucha férrea contra la corrupción, que inició en su ciudad. Se ha destacado por ser una firme defensora del medio ambiente. Se enfrentó a los dueños de la planta de reciclaje de baterías Exide Technologies, en Vernon que contaminó con plomo y luego obtuvo los recursos para la limpieza del suelo.

Presentó varias leyes, que fueron aprobadas y que exigen mejores estándares en la calidad de aire.
Una de sus propuestas, quizá la más conocida, fue sobre equidad de género. García presentó una propuesta de ley para eliminar el impuesto estatal en la venta de productos menstruales. Y no sólo eso. También logró que en todas las escuelas públicas de California haya toallas sanitarias o tampones disponibles para las estudiantes, de manera gratuita.

Esas iniciativas la hicieron ganarse dos motes: la “Reina de los tampones” y “Princesa del periodo”.
La asambleísta asegura que sabe las necesidades de la comunidad del distrito que representa y la desigualdad entre las diversas áreas.

García, maestra de matemáticas de profesión, conoce en carne propia los desafíos de la comunidad migrante, a pesar de tener un estatus legal en este país.

De niña sufrió la ausencia de su papá cuando lo deportaban a México. “Mi mamá, mi hermana y yo, nos íbamos a la frontera, a esperarlo hasta que tuviera éxito de cruzar sin papeles y esa misma ansiedad que yo sentía, es la misma que hoy en día tienen muchas familias”.

El año pasado, su papá obtuvo la ciudadanía. “Cuando tenía el certificado (de naturalización) en la mano, me dijo sin bromear: “vámonos antes de que me lo quiten”, y es que mi papá tenía miedo de que se lo quitaran porque todavía tiene ansiedad. Vive en este país desde hace más de 50 años y apenas pudo hacerse ciudadano”, relata.

García es positiva, pero también sabe que la mayor lucha es que los votantes latinos salgan a emitir su voto el próximo 7 de junio.

“Este es un distrito donde la mayoría somos latinos, pero si no salimos a votar, las decisiones se van hacer para los que viven al sur, los que no son latinos y a quienes muchas veces no les importamos. Es importante que salgan a votar. Tenemos el poder y tenemos la posibilidad de tener quien nos representante”.