Doc Holliday: el famoso ex dentista y pistolero del Viejo Oeste

Doc Holliday cometió su primer asesinato el 19 de julio de 1879, matando a un hombre por dispararle a su salón de Nuevo México.

Doc Holliday murió por la tuberculosis y e exceso de alcohol.

Doc Holliday murió por la tuberculosis y e exceso de alcohol.  Crédito: JASON CONNOLLY | AFP / Getty Images

A pesar de su formidable reputación como pistolero mortal, Doc Holliday solo participó en ocho tiroteos durante su vida, y solo se ha verificado que mató a dos hombres. Aun así, el e xdentista elegantemente vestido de Atlanta tenía una actitud notablemente intrépida hacia la muerte y el peligro, tal vez porque se estaba muriendo lentamente de tuberculosis.

En 1879, Holliday se instaló en Las Vegas, Nuevo México, donde abrió una taberna con un socio. Este pasaba las tardes jugando en el salón y parecía decidido a mejorar su estado de salud bebiendo en exceso. 

Un mujeriego notorio, Holliday también disfrutaba de la compañía de las mujeres del salón de baile que los socios contrataban para entretener a los clientes, lo que a veces generaba problemas.

El 19 de julio de 1879, un ex explorador del ejército llamado Mike Gordon trató de persuadir a una de las chicas del salón de Holliday para que dejara su trabajo y se escapara con él, cuando ella se negó, Gordon se enfureció. Salió a la calle y comenzó a disparar balas al azar hacia la cantina. No tuvo oportunidad de causar mucho daño: después del segundo disparo, Holliday salió tranquilamente del salón y derribó a Gordon con una sola bala y murió al día siguiente.

Al año siguiente, Holliday abandonó el negocio de las tabernas y se unió a su viejo amigo Wyatt Earp en Tombstone, Arizona. Allí mató a su segunda víctima, durante el famoso “tiroteo en el O.K. Corral” en octubre de 1881.

Durante los siguientes seis años, Holliday ayudó en varios otros asesinatos e hirió a varios hombres en tiroteos. 

Su consumo excesivo de alcohol y la tuberculosis finalmente lo alcanzaron, y se retiró a un balneario de Colorado donde murió en 1887. Golpeado por la ironía de un final tan pacífico para una vida violenta, según los informes, sus últimas palabras fueron “Esto es gracioso”.

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