Existen buenas razones para cerrar la central Diablo Canyon en 2025

California no puede darse el lujo de tener una planta de energía nuclear inflexible operando al mismo tiempo que su abundante energía solar. Hay que escoger.

Radioactive Waste Cleanup Continues At Hanford Nuclear Reservation

Crédito: Jeff T. Green | Getty Images

Bajo los últimos tres gobernadores, California ha logrado trazar un camino claro para reducir a cero los gases de efecto invernadero en la quinta economía más grande del mundo. Cumplir con este ambicioso objetivo de una manera que no ponga en peligro la confiabilidad eléctrica, y al mismo tiempo mantener costos razonables en toda la economía innovadora de California, ha mantenido ocupados a planificadores y economistas de energía dentro y fuera del gobierno estatal durante los últimos 15 años.

En 2016, Pacific Gas and Electric Company presentó un plan a la Comisión de Servicios Públicos de California para retirar los dos reactores nucleares de Diablo Canyon al vencerse sus licencias de operación a finales de 2024 y 2025. Ese plan anticipó que casi una década sería suficiente tiempo para desarrollar los nuevos recursos energéticos que llevarían a California hacia un futuro más sostenible.

California ha progresado en la construcción de nuevas fuentes de energía limpias y confiables. Durante la ola de calor de la semana del 15 de agosto, el Operador Independiente del Sistema de California despachó más de 2800 megavatios de energía almacenada en baterías justo antes de la puesta del sol, cuando los requisitos del sistema de energía neta alcanzaron su punto máximo. Esas tantas baterías enviaron un 25 por ciento  más energía que la máxima capacidad de los reactores de Diablo Canyon.

Los proveedores de energía de California están firmando contratos para agregar otros 10,000  megavatios de almacenamiento de batería a la red para el verano de 2025. Si California cumple con sus compromisos, la planta de Diablo Canyon no será necesaria para la confiabilidad más allá de 2025.

La planta de energía nuclear de 40 años de antigüedad no solo no será necesaria para esta confiabilidad, sino que, si continúa operando, obstaculiza la operación eficiente de la red eléctrica regional. Esto se debe a que la planta nuclear carece de las características que se necesitan para cumplir con los requisitos de flujo de energía que las baterías llenan muy bien. Diablo Canyon simplemente ya no es necesario cuando brilla el sol. Las plantas de energía solar de California producen siete veces más electricidad que Diablo Canyon al mediodía. Esa cantidad crecerá hasta 20 veces hacia fines de esta década y mantienen a California en su meta de cero emisiones de carbono.

California no puede darse el lujo de tener una planta de energía nuclear inflexible operando al mismo tiempo que su abundante energía solar. Hay que escoger. Lo más probable es que la energía solar se desperdicie ya que la planta nuclear no es capaz de aumentar o disminuir su producción con rapidez. Y esto resulta en una gran pérdida de dólares públicos y hace menos competitiva a nuestra economía.

Extender la licencia de una central nuclear es un proceso extraordinariamente complejo que habitualmente se inicia al menos cinco años antes de la fecha de vencimiento. Requiere millones de horas de trabajo por parte de los empleados y consultores de PG&E, razón por la cual el Gobernador solicita, durante los últimos diez días de la sesión legislativa, que la Legislatura asigne $1.4 mil millones a esto. Es posible que mientras gastan ese dinero, encuentren fallas importantes que impiden la extensión de la licencia o requieren gastos adicionales.

En lugar de poner tantos huevos en una canasta, California debería enfocarse en desarrollar un portafolio diverso de recursos comprobados y de bajo costo.

No solo se ponen en riesgo estos millones en gasto público, sino que una decisión repentina de depender de la planta nuclear por 10 años más altera toda la cuidadosa planificación de la Comisión de Servicios Públicos en su modelo integrado de recursos y del Operador Independiente del Sistema de California en sus estudios de confiabilidad de transmisión. Años de trabajo de estas agencias tendrían que comenzar de nuevo.

Dos empresas de servicios públicos de California, el Distrito Municipal de Servicios Públicos de Sacramento y Southern California Edison, cerraron plantas de energía nuclear antes de que se vencieran sus licencias de operación, debido al aumento de los costos y la disminución de rendimiento. Ninguno de ellos se arrepiente. La decisión de cerrar estas instalaciones abrió nuevas posibilidades que han beneficiado a sus clientes y a la economía.

Toda decisión importante tiene costos de oportunidad. Elegir un camino cierra los demás. La decisión de PG&E de 2016 de no renovar la licencia de operación de Diablo Canyon se tomó de manera muy deliberada y analítica. Revertirla apresuradamente, sin ningún análisis significativo o supervisión pública, es una receta para el arrepentimiento.

Edward Smeloff es el director encargado del equipo de regulación de Vote Solar.

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