Contaminación acústica generada por el hombre obliga a los delfines a “gritar” para hacerse oír 

El ruido generado por la actividad humana, como las perforaciones y la navegación, tiene el potencial de afectar negativamente a la salud de las poblaciones de delfines salvajes

Contaminación acústica generada por el hombre obliga a los delfines a "gritan" para hacerse oír

Un estudio de la revista Current Biology demuestra que los delfines tienen que "gritar" cuando intentan trabajar juntos Crédito: Justin Sullivan | Getty Images

El hombre no solo está destruyendo la vida marina con el desecho de residuos, si no también con contaminación auditiva, que ya está empezando a afectar el comportamiento de los delfines, quienes ahora deben “gritar” para comunicarse ante la presencia de mucho ruido.

Un estudio de la revista Current Biology publicado el 12 de enero demuestra que los delfines “gritan” cuando intentan trabajar juntos en respuesta al aumento de los niveles de ruido submarino generados por la actividad humana.

La investigación explica que los delfines son animales sociales e inteligentes que dependen del silbido y la ecolocalización para cazar y reproducirse. Esto significa que el ruido generado por la actividad humana, como las perforaciones y la navegación, tiene el potencial de afectar negativamente a la salud de las poblaciones de delfines salvajes.

“Esas mismas razones que hacen que el sonido sea tan ventajoso para los animales también los hacen susceptibles a la perturbación del ruido en el medio ambiente“, dice la primera autora Pernille Sørensen, de la Universidad de Bristol, Bristol, Reino Unido.

Así se realizó el experimento

Para el experimento, los delfines Delta y Reese fueron colocados en una laguna experimental y equipados con grabadoras de sonido de ventosa para documentar sus vocalizaciones. Los delfines tenían que trabajar juntos para pulsar cada uno su propio botón subacuático situado en cada extremo de la laguna con un segundo de diferencia.

Durante cada ensayo se les liberaba desde un punto de partida y, en algunos ensayos, se retenía a uno de los delfines entre cinco y diez segundos mientras que el otro era liberado inmediatamente. En los ensayos de liberación retardada, los delfines tuvieron que depender únicamente de la comunicación vocal para coordinar la pulsación del botón.

Tras el experimento, los investigadores descubrieron que cuando se reproducían niveles crecientes de ruido desde un altavoz subacuático, ambos delfines compensaban cambiando el volumen y la duración de sus llamadas para coordinar la pulsación del botón. De los niveles de ruido más bajos a los más altos, la tasa de éxito de los delfines descendió del 85% al 62.5%.

Según los resultados, los delfines no sólo cambiaron sus llamadas, sino también su lenguaje corporal. A medida que aumentaban los niveles de ruido, los delfines se reorientaban más para enfrentarse entre sí y nadaban más hacia el otro lado de la laguna para estar más cerca.

“Esto nos demuestra que, a pesar de utilizar estos mecanismos compensatorios, su comunicación se vio perjudicada por el ruido”, afirma Sørensen.

Aunque esta investigación se llevó a cabo con delfines que viven bajo cuidado humano, destacan los autores, el ruido generado por el hombre también puede tener efectos perjudiciales en los delfines salvajes.

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