Editorial: Contratación por habilidad y no por diploma

A los gobiernos también les toca invertir en el desarrollo de la educación para las ocupaciones requeridas en el mercado laboral, haciéndose cargo de los gastos arancelarios y la orientación profesional

LEIPZIG, GERMANY - AUGUST 30: Graduates in gown and caps celebrate their graduation at the HHL Leipzig Graduate School of Management on August 30, 2014 in Leipzig, Germany. A total of 167 students in various Masters programs of business management graduated today, including the regular MBA program, whose students are 80% from foreign countries, while the more advanced graduate programs have a higher percentage of German-born students. (Photo by Jens Schlueter/Getty Images)

Graduación en la universidad: el futuro es incierto.  Crédito: Jens Schlueter | Getty Images

Por generaciones, nuestras familias y comunidades premiaron y privilegiaron a aquellos hijos que obtuvieron un diploma universitario. Crecimos bajo el preconcepto de que la educación superior es la clave para el éxito en la vida laboral, cultural y social. 

Pero desde hace ya décadas que eso ya no es cierto. Numerosas carreras de las que se gradúan millones de estudiantes invirtiendo sus mejores años ya no tienen la misma demanda en el mercado laboral. En consecuencia, sus salarios son bajos, las oportunidades escasas y las posibilidades de progreso mínimas.

Esto conduce a largos períodos de desempleo, dificultad para pagar las deudas estudiantiles y búsqueda de trabajo desordenada e infructuosa.  

Mientras tanto, el costo de los aranceles universitarios sigue subiendo. 

Esto hace que quienes logran profesiones con mejores ingresos vengan de familias más pudientes, y que la movilidad social sea más difícil

Según una reciente encuesta de ZipRecruiter,  casi la mitad de los egresados de la universidad lamentan su decisión de carrera. Son el 87% los periodistas, seguidos por quienes estudiaron sociología, artes liberales como literatura, filosofía, matemáticas, o ciencias sociales; comunicaciones, educación, ciencias políticas e inglés y estudios generales.

Esto contrasta con los egresados de computación, ingeniería, criminología, enfermería, salud y administración de empresas, que expresaron satisfacción con su elección. 

Pero muchas de las carreras universitarias más comunes, como sociología o historia, frecuentemente no llevan a empleos. 

Es necesaria entonces una rectificación cultural que aliente a quienes no planifican un futuro académico. Por eso son importantes y positivas las decisiones de varios estados en ese sentido.

En Pennsylvania el gobernador demócrata Josh Shapiro abrió el 92% de estos empleos -unos 65,000-  a personas sin títulos universitarios. El de Maryland, Larry Hogan, y de Utah Spencer Cox, ambos republicanos, eliminaron los requisitos de un título universitario de cuatro años para miles de trabajos estatales en 2022.

Una apertura similar se nota en el sector privado, que comienza a ampliar su contratación con base en habilidades y no en diplomas. En IBM, por ejemplo,  la mitad de las ofertas de trabajo ya no requieren un título de cuatro años.

Para una carrera universitaria, entonces, la decisión no puede reducirse a cuál escuela aceptó la solicitud o al monto de sus becas; el futuro laboral es crucial. Y las alternativas ya no tienen por qué ser académicas. Existen muchas carreras profesionales que requieren solo un título de colegio comunitario (AA), que lleva dos años completar, o de secundarias vocacionales y cursos especializados y que tienen demanda y buenos ingresos. 

A los gobiernos también les toca invertir en el desarrollo de la educación para las ocupaciones requeridas en el mercado laboral, haciéndose cargo de los gastos arancelarios y la orientación profesional. 

Tomar conciencia de ello llevará a una vida más acorde con nuestros planes y sueños, de menos frustraciones y más satisfacción laboral.  

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