Padres de familia de LAUSD: las drogas ya están adentro 

Para abordar el problema de las drogas en las escuelas se necesita un programa integral de educación, control y prevención

Preocupa la violencia alrededor de las escuelas del LAUSD. (archivo/Impremedia)

Preocupa la violencia alrededor de las escuelas del LAUSD. (archivo/Impremedia) Crédito: Archivo | Impremedia

Una noche de septiembre del año pasado, Melanie Ramos, de 15 años de edad y estudiante de la preparatoria Helen Bernstein de Los Ángeles, fue hallada sin vida en los baños de la escuela.  

Había ingerido una pastilla de Percocet contaminada con fentanilo que obtuvo de otro estudiante.  

Melanie se convirtió en el rostro de una epidemia de opiáceos que está causando estragos en las escuelas preparatorias del sur de California, y ahora también en las primarias. Con esto en mente, hace unos días invité al señor Jaime Puerta a dar una presentación a padres y madres de familia de distintas escuelas de Los Ángeles sobre los peligros del fentanilo. 

La mayoría de los estudiantes no son adictos, pero son vulnerables. Las escuelas, que debieran protegerlos, son el lugar donde muchos se enganchan con las drogas.  

“No hay ninguna droga más letal en la historia de los Estados Unidos: bastan dos miligramos –una porción que cabe en la punta de un lápiz–, para matar a una persona”, explicó el señor Puerta.

Este padre se volvió un experto en esa sustancia después que una sobredosis le arrebatara la vida a su hijo Daniel de 16 años en 2020. Igual que Melanie, el chico desconocía qué estaba consumiendo. A raíz de esa tragedia, Puerta hizo su misión educar a otros padres sobre la epidemia de fentanilo, y con ese fin fundó la organización VOID (Víctimas de las Drogas Ilícitas en inglés).  

El fentanilo farmacéutico es un analgésico potente que se usa para aliviar el dolor de pacientes de cáncer, pero la narcoindustria lo ha transformado en una potente droga ilícita que circula clonada como Xanax, OXY-Contin, Aderall o Percocet, oculta en caramelos y dulces, o aglutinada en pastillas de colores fabricadas en laboratorios clandestinos. 

El año pasado, tras el escándalo de la muerte de Melanie, el superintendente del distrito escolar angelino, Alberto Carvalho se vio muy presionado para hacer algo. Pero se limitó a dotar los botiquines de las escuelas con naloxone (Narcan), un medicamento para tratar las sobredosis de fentanilo.  Una respuesta reactiva e insuficiente.   

A este respecto, quiero compartir una instructiva experiencia personal. En julio de 2019, mi familia y yo solicitamos una reunión con las autoridades escolares para discutir el abuso de drogas en la preparatoria Cleveland de Los Ángeles, donde una de mis hijas cursaba el primer año de bachillerato. Entre otras cosas, mi hija denunció que ella y otras compañeras de curso no podían utilizar los baños de la escuela debido a que varios estudiantes los monopolizaban para aspirar tabaco –vaping– y fumar marihuana.

La dirección de la escuela negó que hubiese consumo de drogas en el plantel y, sin embargo, en esa misma junta, representantes de la Policía Escolar admitieron que las drogas son un problema crónico en los planteles, y que su consumo se ha extendido a las primarias.  

Después de escuchar al señor Puerta en nuestra reunión, las madres y padres presentes aprovecharon la ocasión para ventilar sus frustraciones. Están muy preocupadas por la seguridad de sus hijos y creen que el LAUSD no hace lo suficiente para protegerlos. 

Para abordar el problema de las drogas en las escuelas se necesita un programa integral de educación, control y prevención, es por eso que a continuación propongo algunos ejes:

1. Un plan de monitoreo efectivo de los espacios en cada plantel

2. Campañas vigorosas de educación en las escuelas, empezando en la primaria.

3. Adopción de instrumentos de medición de resultados.

4. Incorporar a estudiantes, docentes y padres de familia.

5. Crear un sistema de rendición de cuentas sobre el empleo de fondos estatales dirigidos a frenar el uso de drogas y tabaco en los centros educativos. 

La mayoría de los estudiantes no son adictos, pero son vulnerables. Las escuelas, que debieran protegerlos, son el lugar donde muchos se enganchan con las drogas.  

El LAUSD es el segundo distrito escolar más grande del país. Tres de cada cuatro estudiantes son latinos. El superintendente Alberto Carvalho alega que las escuelas del distrito son las más seguras de la nación.  

Nosotros sabemos que eso no es cierto. 

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(*) Evelyn Alemán es la presidenta de Our Voice, una iniciativa creada por y para padres de familia que quieren una educación de calidad para sus hijos. 

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