Dan emotivo adiós al obispo de Los Ángeles, David O’Connell en misa de cuerpo presente

La comunidad se vuelca a despedir al obispo quien trabajó incansablemente por los pobres y los inmigrantes

El obispo David O'Connell deja una profunda huella en la comunidad inmigrante. (Screenshot/La Opinión)

El obispo David O'Connell deja una profunda huella en la comunidad inmigrante. (Screenshot/La Opinión) Crédito: Impremedia

Durante una sentida y abarrotada misa de cuerpo presente en la Catedral de Nuestra Señora de Los Ángeles, fue despedido el obispo auxiliar David G. O’Connell, quien perdiera la vida trágicamente el 18 de febrero pasado al ser asesinado en su propia casa, lo que causó conmoción y una gran tristeza entre la comunidad angelina.

Su partida inesperada dejó el corazón roto y una profunda huella entre las familias inmigrantes para quienes trabajó incansablemente.

“Ve amigo mío, descansa en los brazos de tu gran amigo Jesus. Júntate con el pobre Juan Diego bajo la mirada amorosa de la Virgen”, dijo después de El Evangelio de San Mateo, durante la homilía, monseñor Jarlath Cunnane quien agradeció a Dios por la bendición de ser amigo del obispo O’Connell por 50 años desde 1971.

“La amistad es algo que se le daba muy bien. Era amigo de jóvenes y viejos, y en lugares tan lejanos como Perú, Sudáfrica, Irlanda, de todas las escalas sociales y los corredores del poder”.

Monseñor Cunnane dijo que el obispo O’Connell ayudó a los pobres y peleó por la justicia.

Y recordó que hace algunos meses, el obispo O’Connell citó el final de Las uvas de la Ira, la novela de Steinbeck, que monseñor adoptó para describir la vida del obispo.

“Donde haya una pelea para que los hambrientos coman, allí estaré. Dondequiera que haya una víctima de violencia que necesite consuelo, estaré allí. Dondequiera que el inmigrante extraño sea bienvenido, allí estaré. Cuando haya un niño que necesite una buena educación, allí estaré. Dondequiera que haya un corazón herido, recibiendo sanidad y paz, ahí estaré. Dondequiera que haya un alma perdida, dado el amor de Dios, allí estaré.Dondequiera que la división y la enemistad sean superadas por el encuentro y la conversación, allí estaré”.

El obispo O’Connell de 69 años fue asesinado el sábado 18 de febrero por la tarde en la casa propiedad de la Arquidiócesis en Hacienda Heights donde el sacerdote vivía solo. De acuerdo a la policía, el obispo fue encontrado en su habitación con una herida de bala en la parte superior de su cuerpo. Los paramédicos lo declararon muerto en el lugar de los hechos.

Las autoridades arrestaron como presunto responsable de su muerte a Carlos Medina de 61 años, quien es el esposo de la mujer que trabajaba como ama de llaves para el obispo David G. O’Connell.

El obispo O’Connell había nacido en el condado de Cork, Irlanda en 1953. En 2015 fue nombrado obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Los Ángeles por el Papa Francisco.

Estudió para el sacerdocio en All Hallows College en Dublín y fue ordenado para servir en la Arquidiócesis de Los Ángeles en 1979. Después de la ordenación, se desempeñó como párroco asociado en varias parroquias y como párroco en las parroquias St. Frances X. Cabrini, Ascension, St. Eugene y St. Michael, todas en Los Ángeles.

Fue el presidente del Grupo de Trabajo de Inmigración Interdiocesano del sur de California, y ayudó a coordinar la respuesta de la iglesia a los niños y familias inmigrantes de América Central en los últimos años. 

Fue clave en patrocinar la inscripción de varios jóvenes inmigrantes en escuelas católicas, varios de los cuales han avanzado a la universidad.

 En septiembre pasado, el obispo O’Connell fue honrado con el premio Evangelii Gaudium del  seminario St. John en Camarillo, por su servicio desinteresado a la comunidad y la Iglesia en Los Ángeles. 

A nivel nacional, fue presidente del Subcomité de la Campaña Católica para el Desarrollo Humano de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos.

Los servicios conmemorativos del obispo auxiliar O’Connell dieron inicio desde el miércoles por la noche con una misa conmemorativa en Hacienda Heights. Los feligreses llenaron la Iglesia Católica St. John Vianney para honrar al sacerdote asesinado.

También se llevó a cabo una vista pública el jueves por la mañana en la Catedral de Nuestra Señora de los Ángeles en el centro de Los Ángeles.

Los servicios continuaron con una misa de vigilia en la catedral a las 7 p.m; y la misa fúnebre por O’Connell en la misma catedral a las 11 a. m. del viernes.

Su sobrino David O’Connell dijo que su tío fue una inspiración para ellos a través de su vida entera, quien siempre les recordaba que si estaban en capacidad de ayudar a alguien, lo hicieran.

“Todo lo que él quería, era hacer las cosas más fáciles para cualquiera. Nunca pidió una sola cosa a cambio. Nunca terminó una llamada telefónica sin decirme que orgulloso estaba de mí. Espero que él sepa todo lo orgulloso que estamos de él”.

El arzobispo de Los Ángeles, José H. Gómez, dijo que la despedida del obispo auxiliar O’Connell era un momento triste pero también de gozo porque fue un ejemplo bello de vida y por la bendición de su existencia.

“Voy a seguir su ejemplo”, dijo el arzobispo.

Al salir el cuerpo del obispo auxiliar O’Connell de la Catedral de Nuestra Señora de Los Ángeles, fue despedido entre aplausos.

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