México apuesta a los centroamericanos para revivir el campo… ¡urgente!

La escasez de mano de obra para el campo en México es es nacional y la apuesta es traer cada vez a más centroamericanos con visas de trabajo temporal

La falta de interés de las nuevas generaciones también golpea al campo mexicano. / Foto: Getty Images

La falta de interés de las nuevas generaciones también golpea al campo mexicano. / Foto: Getty Images Crédito: David McNew | Getty Images

MEXICO.- A Arturo Magaña le encanta el campo. El mundo rural, la tierra, los cultivos los animales… pero tiene un límite: “Cuando se pone difícil”. Esto quiere decir en su mundo que los productos valen poco y, en los últimos tiempos, que no hay mano de obra suficiente.

Por eso tiene desde hace 16 años un pie en Virgina, Estados Unidos, y otro en Oaxaca, México. En su historia, todo empezó cuando el precio por los novillos que quería vender ni siquiera pagaba la inversión y “no le quedó más remedio” que inscribirse en el programa de visas H2A como trabajador temporal en EEUU.

“Desde entonces paso la mitad del tiempo aquí y la otra allá”, cuenta en entrevista telefónica para este diario mientras hace su faena con los patrones estadounidenses que siembran fresas, tomate, vegetales, maíz, frutos rojos, sorgo, soya. Cada año, al terminar el contrato regresa al rancho en Oaxaca y siembra maíz y frijol  y se estampa con otra realidad: como él, muchos se quieren ir a EEUU.

“Ya no hay quien quiera trabajar a aquí”, detalla. “Cada vez es más difícil, tenemos que buscar trabajadores en otros pueblos o esperar a que se desocupen, que haya quien quiera”.

El problema de Arturo Magaña no es un asunto aislado sino el común denominador en todo el campo mexicano. La escasez de mano de obra se agudizó tras la pandemia, cuando Estados Unidos requirió más y más trabajo  para su recuperación económica  y concedió dar a México cada vez más visas para trabajadores agrícolas.

En el más reciente anuncio tras la visita de Joe Biden en este año, el presidente anunció que México sería beneficiado con el mayor número de visas H2  de todos los tiempos con 356,000 para este 2023; de las cuales, 260,000 serían para campesinos.

Paralelo a estas cifras, el Consejo Agroalimentario de Jalisco reveló que, para enfrentar la escasez de mano de obra en el campo de aquí, este año se han otorgado 10,000 visas temporales de trabajo a jornaleros… ¡de Guatemala!, 5,000 para laborar en Jalisco y, el resto, en Michoacán y Guanajuato.  

Pero faltan más.

Luis Fernando Haro, director del CNA a nivel nacional, aclaró que el problema es nacional y la apuesta es traer cada vez más a centroamericanos con visas de trabajo temporal: tan solo para el occidente necesitan 40,000 trabajadores.

Para abordar esta crisis los agricultores organizados hicieron un congreso este año donde pusieron las cosas sobre la mesa. Entre otras cosas explicaron que el año 2022 fue particularmente más difícil porque estuvieron trabajando con 15% menos de lo óptimo y —aunque suene a muy poco— “es muchísimo”.

Cuando no tienes gente, las plantas no esperan: ellas crecen, necesitan fertilizantes, cuidados, desbosques, cosechas y si no hay el personal se echan a perder”. 

LAS CAUSAS

La emigración temporal o permanente a Estados Unidos no es causa única. La falta de interés de las nuevas generaciones golpea a tal punto que en el Estado de México, por ejemplo, el promedio de edad de los productores es de 60 años. 

Cuando los jóvenes heredan las tierras prefieren construir —aunque sea ilegal— o prefieren otras cosas en vez de dedicarse al campo”, explicó Laura Tamayo, directora de Comunicación, Asuntos Públicos, Ciencia y Sustentabilidad para Bayer en México.

Arturo Foster, un ingeniero agrónomo que opera en los límites del Estado de México y Guerrero, precisa el conflicto por la mano de obra es multifactorial. En el Pueblo donde opera, los pequeños agricultores que necesitan personal no pueden darle seguro social y prestaciones sociales. Por lo tanto, se emplean en Villa Guerrero, un pueblo vecino donde se instaló la empresa Flores de Chiltepec con capital canadiense.

Así llegan a Pilcaya hasta seis autobuses para llevar a jóvenes y mujeres a los invernaderos de Villa Guerrero, donde trabajan hasta doce horas, pero tienen empleo todo el año, a diferencia de los temporales que ofrecen los agricultores locales. 

“Van muchachos, madres solteras, señoras que antes eran amas de casa, sus hijos y hasta niños han agarrado”, detalla el agricultor. 

“A los que sembramos menos, nos dejan ancianos o personas que pueden trabajar pocas horas porque tienen otras actividades como llevar a sus niños a la escuelas, preparar el lunch al marido o esas cosas”.

En algunas ocasiones, Arturo Foster ha visto a centroamericanos que van de paso hacia Estados Unidos por un tiempo, mientras juntan algo de dinero para seguir adelante. “A ellos sí los explotan en Villa Guerrero, pero se van pronto”.

Más al sur del país, Arturo Magaña, el migrante que va intermitentemente a Virginia, observa que la agricultura local se ha visto afectada porque la mano de obra que absorbe el programa Sembrando Vida y el Tren Maya que ha ocupado alrededor de 400,000  personas, incluyendo de los centroamericanos.

“Yo no he perdido mucho porque mis siembras de frijol y maíz pueden esperar a que haya gente, pero lo cierto es que da mucho trabajo encontrar quién te ayude”, detalla.

¿QUE SIGUE?

Para Laura Tamayo, revivir el campo pasa irremediablemente por un asunto de oferta y demanda laboral “Para  que la mano de obra se quede en México  necesitamos mejorar las condiciones laborales y los salarios de esos trabajadores”.

Pero el asunto no es tan simple. El ingeniero Arturo Foster dice que aunque los pequeños productores tratan de mantener buenos salarios, no podrían cubrir las exigencias de seguro social, vacaciones y todas las prestaciones que dan las grandes empresas como la de Villa Guerrero; sin embargo, el campo mexicano está integrado principalmente por pequeños agricultores. 

“Yo opté por hacer otros esquemas de negocio y ofrezco comprar el producto a productores que tienen cuadrillas familiares de trabajadores y yo soy el intermediario para venderlo a McAllen y Nueva York, principalmente pepino persa y jitomates: soy un intermediador”. 

De otra forma, no tendría mano de obra como ocurre también en Centroamérica, donde los productores también se quejan. 

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