¿Acaso mis sacrificios y desvelos no valieron la pena?
Graduadas amparadas por DACA reflexionan y se preguntan si el sueño americano sigue siendo para todos
La temporada de graduación está aquí y con eso, el mundo de oportunidades y sueños se abre cada vez más. Para muchos, este es el sueño americano, un testimonio de todo el trabajo duro y de todos los que vinieron antes y allanaron el camino para que pudieran cruzar ese escenario. Para muchos, pero no para todos.
Las leyes de inmigración en los Estados Unidos solo han empeorado en los últimos años lo que impacta directamente a aquellos que sólo desean usar sus habilidades y herramientas para hacer del país que los rechaza un lugar mejor.
Mientras que, para muchos, cerrar ese capítulo de sus vidas les ha traído alegría y emoción, otros no pueden evitar sentir una sensación ardiente de incertidumbre y tristeza. Bajando del escenario pensando ¿y ahora qué? ¿Acaso mis sacrificios y desvelos no valieron la pena?
Con la reciente decisión del sistema de la Universidad de California (UC) de contratar a estudiantes indocumentados para puestos en el plantel, muchos estudiantes han comenzado a preguntarse por qué el sistema Universidad Estatal de California (CSU) no ha optado por hacer lo mismo.
Según EdSource, “se estima que hay 1,700 estudiantes con estatus de DACA inscritos en el sistema UC de 10 campus. Entre 50,000 y 70,000 estudiantes indocumentados inscritos en los 115 colegios comunitarios del estado y alrededor de 9,500 en los 23 campus de la Universidad Estatal de California”.
Andrea Peña Reyes, inmigrante de Honduras y América Castillo, inmigrante de México, son dos orgullosas graduadas recientes de la Universidad Estatal de California de Northridge (CSUN) con un énfasis en periodismo televisivo.
Ambas han tenido que sacrificar mucho en el nombre de un futuro mejor. Un futuro que podría desmoronarse en cualquier momento. Sin embargo, ambas han persistido y logrado lo que se propusieron años atrás y juran luchar por lograr aún más en el futuro.
Para Castillo, el camino ha sido largo puesto que han pasado casi diez años desde que se graduó de la escuela secundaria. En aquel entonces, no gozaba de la seguridad y las oportunidades brindadas por la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA).
Fue hasta que logró obtener su permiso de trabajo que sintió una nueva sensación de alivio y esperanza que Castillo empezó a aplicar para pasantías en su campo de estudio elegido: periodismo.
“Trabajé en varios trabajos diferentes para ganar experiencia e incluso hice algunas pasantías sin paga y finalmente obtuve un trabajo de nivel de entrada en una conocida empresa de medios. Así que ahora con mi permiso de trabajo, siento que puedo lograr cualquier cosa si sigo trabajando duro”, dice Castillo.
Sin embargo, al igual que muchos que tienen DACA, Castillo aún se siente limitada en más de un sentido, puesto que no puede viajar al lugar que la vio nacer. Tampoco puede aplicar a trabajos que incumban salir de país, lo cual es común en la industria del periodismo.
Castillo espera expandirse más, tanto en la industria como en sus habilidades y seguir trabajando en su podcast que empezó durante su tiempo en CSUN.
“Quiero seguir tomando clases básicas de arte para mejorar mis habilidades de dibujo y cómics para contar más historias con mi personaje de cómic, Lil Murr. También espero continuar con al menos una temporada completa de mi podcast, Las Chismosas Del Valle”, dice Castillo.
Reyes, al igual que Castillo, sueña con el día en el que se mejore su situación legal y pueda liberarse de las cadenas que la jalan hacia abajo. Reyes, quien es indocumentada y no posee permiso de trabajo o DACA, ha perdido muchas oportunidades a través de los años.
“Mi situación no me deja avanzar profesionalmente ya que hay muy pocas oportunidades para ejercer mi carrera. Me afecta mentalmente porque siento que no soy suficiente y que tengo una pared enfrente de mí, aunque quiero correr lejos no me deja avanzar”, dice Reyes.
Dado que la mayoría de las pasantías requieren un permiso de trabajo, Reyes a menudo se encontraba rechazando oportunidades debido a su estado legal. No tuvo la oportunidad de obtener una pasantía ni adquirir la experiencia que conlleva a pesar de haber sido elegida una y otra vez por sus profesores y profesionales por igual.
“Me parece que las universidades tienen que ofrecer oportunidades para todos los estudiantes sin importar su estatus. Ya tienen toda nuestra información y nos permiten estudiar y obtener becas, me parece que el segundo paso es que nos den la oportunidad de trabajar dentro de las universidades y conectar con nuestro campus”, dice Reyes.
El camino a la graduación no fue fácil ni lineal para ninguna de las dos. Haber sido aceptadas en el programa de periodismo en CSUN en 2020 fue un tiempo muy confuso y bastante solitario para ambas, pero a pesar de los desafíos lograron alcanzar sus metas.
Actualmente, Reyes trabaja como periodista independiente para La Opinión y sueña con el día en el que pueda trabajar como productora o reportera en una estación de noticias.
“Una de mis metas es trabajar en una estación de noticias en la televisión o en la radio. Otras de mis metas es viajar a diferentes partes de los Estados Unidos y del mundo, pero por mi situación sigo en el mismo lugar”, dice Reyes.
Es la incertidumbre del mañana lo que hace que la batalla cuesta arriba sea cada vez más difícil. No hay ninguna garantía de que mañana exista alguna protección, por lo tanto, ambas hablan por la comunidad cuando demandan que exista más compasión y comprensión.
“Dejen de vernos como una amenaza para este país. Solo somos humanos y, al igual que los padres fundadores, solo queremos vida, libertad y la búsqueda de la felicidad. Este país puede ser mejor si todos aprendemos unos de otros y trabajemos juntos”, dice Castillo.
“Estoy tan feliz de ver que mi comunidad se fortalece a pesar del clima político. Podríamos escondernos y hacernos pequeños, pero elegimos ser ruidosos y luchar por lo que es correcto”.