Astrónomos descubren una nueva forma en la que pueden “morir” las estrellas

Los investigadores observaron que el estallido de rayos gamma detectado en 2019 en una galaxia lejana se habría producido por el impacto entre estrellas, un fenómeno que antes solo había sido asumido teóricamente.

Estrella

Ilustración de una estrella que está por morir. Crédito: W. M. Keck Observatory/Adam Makarenko | Cortesía

Un grupo de astrónomos asegura haber descubierto que las estrellas también pueden morir a través de choques interestelares, una nueva forma de perecimiento que antes solo se había teorizado, según se detalla en un estudio publicado por la revista Nature.

Normalmente, el destino final de una estrella depende de su masa: “Las estrellas grandes acaban formando una supernova (una explosión gigantesca), y las de masa pequeña, como el Sol, se apagan como una enana blanca”, explicó el autor principal Andrew Levan, de la Universidad de Radboud, en los Países Bajos.

Muerte tras una colisión interestelar

En otros casos menos usuales, las estrellas de neutrones -uno de los posibles remanentes de una supernova, el otro es un agujero negro- pueden fusionarse cuando están en un sistema binario, como un par de objetos que nacen demasiado cerca uno del otro.

Sin embargo, según los investigadores, eso no es lo que sucedió en octubre de 2019, cuando se produjo un estallido de rayos gamma de energía colosal, procedente de una galaxia lejana situada rumbo a la constelación de Acuario: “En lugar de un final natural, las estrellas pueden morir en una colisión“, señaló el astrofísico Levan.

Claves de una galaxia a 2,000 millones de años luz de la Tierra

En función de su duración, que va desde menos de dos segundos hasta varios minutos, un evento de este tipo significa, respectivamente, la fusión de dos estrellas de neutrones o la explosión de una gran supernova. Esta ráfaga, bautizada GRB191019, duró más de un minuto, por lo que normalmente pertenecía a la segunda categoría.

Pero los astrónomos no han observado señales de supernova en la galaxia en la que se originó el chorro y que se encuentra a unos 2,000 millones de años luz de la Tierra. Eso no es nada sorprendente, porque esta antigua galaxia ya casi no genera más estrellas y, por lo tanto, ciertamente ya no forma estrellas masivas que probablemente terminen en supernova.

Encuentro en el corazón de la galaxia

Una larga observación del evento ocurrió a una distancia extremadamente cercana del núcleo de la galaxia, a menos de cien años luz. A modo de comparación, el Sistema Solar está a unos 27.000 años luz del centro de la galaxia. Este núcleo galáctico “es una región muy densa, que puede contener decenas de millones de estrellas, que pueden colisionar o dispersarse”, añadió Andrew Levan.

Sobre todo porque los “objetos compactos” que la pueblan, enanas blancas, estrellas de neutrones y pequeños agujeros negros, están sujetos a la fuerza gravitacional del agujero negro supermasivo, que acecha en el centro de la galaxia. Esto llevó al equipo internacional de investigadores a concluir que los dos objetos celestes cuya colisión provocó el estallido de rayos gamma “se formaron en lugares diferentes entre sí y se encontraron” en el corazón de la galaxia, según el astrofísico.

Los astrónomos creen que tales colisiones, cuya existencia solo ha sido asumida teóricamente, pueden ocurrir de forma rutinaria en dicho entorno. De todas formas, su observación se hace muy difícil porque los corazones de las galaxias son regiones llenas de polvo y gas.

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