Inmigrantes, víctimas y olvidados por su propia gente

A casi 30 años de la construcción del muro, más de 12,500 personas han muerto a lo largo de la frontera en la búsqueda de una vida mejor

Tumbas sin nombre en Holtville, California.

Tumbas sin nombre en Holtville, California. Crédito: Beatríz Limón | EFE/Beatriz Limón

¿Por qué todos conocemos a George Floyd y no sabemos el nombre de ni siquiera uno de los 12,500 inmigrantes que han muerto trágicamente a causa de “El Muro” que Estados Unidos levantó en 1994?, una barda construida a través de la Operación GateKeeper durante la administración del presidente Bill Clinton.

Es bueno que todos sepamos el nombre de George Floyd. Su muerte fue trágica, pero también lo fueron las muertes de los 12,500 inmigrantes que intentaron cruzar la frontera.

Déjenme compartirles información de algunas de esas personas que fallecieron o fueron asesinadas en la frontera:

Antes de morir después de cruzar Texas, Marco Antonio Villaseñor, de 5 años de edad, le pidió a su papá que le diera un poco de agua, pero no recibió respuesta. Luego le preguntó a otro hombre que tampoco respondió; fueron en total 18 que no pudieron asistir o dar agua al pequeño.

Pero ¿por qué nadie pudo ayudar al menor de edad? Porque todos estaban muertos. Más tarde también Marco Antonio murió.

En esa ocasión me tocó viajar a Victoria, Texas, donde sucedió la tragedia. Nos encontramos con los familiares de las víctimas y les dimos todo nuestro apoyo como otras veces lo hemos hecho con otras familias.

Se ahogó en brazos de su hijo

Lucrecia Domínguez, como tantas que querían cruzar, no tenía los documentos legales para hacerlo, pero sí tenía sus dos hijos pequeños: Jesús de 15 años y Nora de 8.

Ella se acercó a un contrabandista -pollero o coyote-, que estaba a punto de cruzar a un grupo a EEUU a la mañana siguiente. El individuo accedió a cruzarla, pero no con los niños.

Lucrecia inmediatamente le preguntó que por qué no. Él le contestó que no se podía, que los niños retrasarían al grupo. No obstante, ella se apareció al día siguiente con sus hijos y finalmente, con más dinero pudo convencerlo para que cruzara a toda la familia.

Desafortunadamente, el grupo cruzó, pero los niños y ella se quedaron atrás. En ese momento el contrabandista decidió dejarlos atrás a la madre y a los dos niños. Lucrecia murió, literalmente en los brazos de Jesús, su hijo de 15 años.

Los tres Hernández

Luego estaban los tres inmigrantes con apellido Hernández, una historia que ahora, en honor a las víctimas, está en proceso de convertirse en una canción por parte de Los Tigres Del Norte.

Esequiel Hernández fue asesinado por un Marine estadounidense, mientras se encontraba cuidando su rebaño. Posteriormente rendimos homenaje en su tumba, en el patio de la casa de sus padres.

Sergio Hernández, un joven de 15 años, acusado de tirar piedras al lado estadounidense, fue asesinado por los agentes de la Patrulla Fronteriza, quienes entraron ilegalmente a la nación y le dispararon en la cabeza. ¡No se presentaron cargos criminales!

Anastasio Hernández fue asesinado por agentes de la Oficina de Aduanas (CBP), mientras lo esposaban y lo deportaban a México.  El joven murió tres días después de que la familia pidiera justicia.

Murió quemada

Blanca perdió la vida quemada en las montañas fronterizas mientras cruzaba hacia la brumosa zona de San Diego. La única forma en que la reconocieron fue por su esmalte de uñas blanco. Ella siempre se pintaba las uñas de blanco.  

Tragedias que no terminan

Le sigue la muerte de 53 inmigrantes que perdieron la vida en San Antonio, Texas, mientras permanecían en la cabina de un camión sin poder salir. ¿Puedes nombrar el nombre de una de las víctimas?

Por si no fuera suficiente, 13 inmigrantes fallecieron en Holtville, California, cuando un camión chocó contra una camioneta repleta de migrantes luego de cruzar el muro fronterizo. En esa camioneta iban los padres de un joven inmigrante que estaba hospitalizado en Estados Unidos.

Otros 40 migrantes fallecieron quemados en Ciudad Juárez, lo que mancha de sangre las manos del actual presidente de México. Sin olvidar que fue el presidente Peña Nieto, quien bloqueó la investigación de los 72 migrantes asesinados por los Zetas en el norte de México.

Marcelino trágicamente fue encontrado muerto en el desierto al cruzar la frontera. La respuesta de su madre al ser notificada quedó plasmada en una canción del grupo de rock Mana:  Pobre Juan.

Más recientemente sabemos que el gobernador de Texas, Gregg Abbott, obliga a los niños a regresar a Río Bravo y los niños siguen muriendo.

¿Te sorprende tanta tragedia?

Si no nos indigna tanta muerte, qué nos está pasando que pareciera que nos estamos volviendo inmunes al dolor.

Una víctima más de los delitos de odio fue Heather Heyer, una activista asesinada durante una manifestación en contra del supremacismo blanco en el estado de Virginia.

Ante tanta tragedia, el próximo 2 de noviembre rendiremos homenaje a los miles de migrantes no identificados que descansan en el cementerio de “los no olvidados” en Holtville, California. Ojalá nos pudieran acompañar.

Enrique Morones recibió en el 2009 el premio nacional de derechos humanos en México; es el fundador de Border Angels & House of Mexico y actualmente es el director ejecutivo de Gente Unida, San Diego

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