Salvadoreña transforma su tienda de segunda en una perfumería en El Sereno

La pandemia la obliga a reinventarse y darle un giro al negocio que inició su madre quien falleció en 2021 a causa de la demencia

Tricia Bonilla lanza su pequeño negocio de perfumes. (Araceli Martínez/La Opinión)

Tricia Bonilla lanza su pequeño negocio de perfumes. (Araceli Martínez/La Opinión) Crédito: Araceli Martínez Ortega | Impremedia

El año pasado a la salvadoreña Tricia Bonilla se le hizo realidad el sueño de su madre y el suyo propio al convertir su tienda de ropa de segunda mano en una perfumería en el barrio de El Sereno en Los Ángeles.

“Ella no alcanzó a ver todo esto. Me duele mucho. Mi mamá murió como consecuencia de la demencia”, dice Tricia, quien nació en San Miguel en El Salvador y llegó en 1995 a Los Ángeles para reunirse con su madre, quien había emigrado desde principios de los 80.

Fue su progenitora quien inicialmente abrió una perfumería en el barrio de Highland Park, pero tras un asalto lo perdieron todo.

“Eso fue en 2003. Los asaltantes vaciaron la tienda y nos quedamos en la calle. Gracias a que los ladrones no pudieron dar con un escondite donde mi mamá guardaba $2,000, pudimos abrir una tienda de ropa de segunda por la calle York en Highland Park, sin saber nada de ese tipo de negocios”.

Pero cuando tiempo después el dueño vendió el local y se encontraron con que no tenían dónde poner su tienda, consiguieron un nuevo lugar a un lado de su casa en el barrio de El Sereno.

Tricia Bonita posa para La Opinión afuera de su boutique. (Araceli Martínez/La Opinión)

“Aquí estamos desde 2012. Nuestros mayores clientes cuando estuvimos en Highland Park eran estudiantes universitarios; y acá en El Sereno, gente de nuestra comunidad, hispanos principalmente”, dice Tricia.  

Con lo que no contaba era con que su madre enfermaría de demencia; y durante siete años, no pudo dedicarle el tiempo necesario a la tienda, y lo que vino a darle el remate fue la pandemia de covid-19.

“La cerramos, pero yo me aferré al lugar y nunca dejé de pagar la renta porque sabía lo importante que era para mi mamá. También tenía miedo de que covid-19 se fuera a transmitir por medio de la ropa usada”.

Antes de volver a abrir y ante el peligro de contagio que podía representar la vestimenta de segundo uso, Tricia se puso a buscar cómo darle un nuevo giro de negocio a su tienda.

“Tenía que reinventarme y de ahí vino la perfumería. Cuando abrimos fue una sorpresa para la gente, al ver que ahora estábamos vendiendo perfumes. ¡Bendito Dios que nos ha ido bien! Tenemos clientela que viene no solo de El Sereno sino de Highland Park, Van Nuys y Pasadena”.

Tricia Bonilla hace realidad su sueño y y el de su mamá. (Araceli Martínez/La Opinión)

Dice que la promoción de su negocio ha sido de boca a boca.

“Una clienta me manda a su suegra,  a su cuñada, a su sobrino, y así se ha ido pasando la voz”.

Observa que la ropa de segunda implica una menor inversión que los perfumes.

“Ahora tenemos un poco de ropa para vender pero es nueva, y bolsas exclusivas”.

¿Una perfumería es un buen negocio? Preguntamos a Tricia, pues existe la idea de que mucha gente ya no usa perfume, y algunos hasta les molesta.

“Los perfumes se siguen vendiendo. Los hispanos son mis principales clientes, pero tengo clientela armenia, y hay gente que paga hasta $625 por un set de perfumes. A las personas no les importa pagar lo que cueste su perfume preferido como un Armani, Chanel, Valentino, Gucci o Carolina Herrera”.

¿Cuál es la diferencia entre comprar un perfume a Tricia que en un gran almacén de ropa?

“Yo compro a la misma distribuidora que les surten a todas las tiendas caras. La diferencia es que las grandes tiendas tienen precios más elevados por el mismo perfume. Claro están pagando por el lujo”.

Además dice que ella tiene marcas que no se van a encontrar en los grandes almacenes.

¿Sale para vivir de la perfumería?

“La perfumería es un trabajo de medio tiempo. De aquí sale para completar para los gastos de la familia. Mi esposo, tiene un trabajo; yo cuento con un empleo en el condado de Los Ángeles y uno de mis hijos también trabaja”.

Tricia Bonilla dice que los perfumes se venden bien. (AracelI Martínez/La Opinión)

Sin embargo, dice que lo que más le encanta de su perfumería es poder interactuar y platicar con la gente.

“Los clientes se vuelven parte de mi familia. Me conocen y saben quién soy”.

Tricia no puede negar que su pequeño negocio le aporta mucha felicidad.

“Solo que me da mucho sentimiento que mi mamá ya no esté porque tener una boutique con perfumería y ropa, era nuestro sueño. Alcanzó a ver muy poquito. Falleció en el 2021 a causa de la demencia que le dio muy fuerte. Yo era su única hija”.

Dice que está segura que su perfumería continuará creciendo; pero ahora desea alcanzar su otro sueño para septiembre del 2024.

“Ese sueño es ir a El Salvador. No he regresado desde que vine para acá. Y es que sufrimos mucho con la guerra y vinimos con una gran marca, pero mi familia me dice que hay muchos cambios ahora y que debo ir”.

Y sobre todo, Tricia anhela el momento de reencontrarse con su hijo mayor de 29 años, a quien dejó de un año de edad y no ha vuelto a ver. “Él no quiere, ni puede venir a Estados Unidos. Tiene su vida en El Salvador. Aunque nos comunicamos todos los días, mi sueño es regresar a El Salvador y reencontrarme con mi hijo. ¡Ojalá Dios me lo permita!”.

Variedades Maria’s & Perfumes se encuentra en 5122 1/2 S Huntington Drive. Los Ángeles, California. 90032.

El nombre de la perfumería de Tricia, debe su nombre a su madre María Olimpia Bonilla.

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