Ballet Hispánico de EE.UU. se abre paso en México

El Ballet Hispánico se ha presentado ante más de dos millones de personas en Estados Unidos, Europa y América Latina. Cuenta con un repertorio de más de 75 obras en la que trabajan más de 45 escenógrafos

Ballet hispánico en la coreografía Línea Recta. Foto: Erin Baiano.

Ballet hispánico en la coreografía Línea Recta. Foto: Erin Baiano. Crédito: Erin Baiano/ Ballet hispánico. | Cortesía

MÉXICO- Omar Rivera, una de las estrellas del Ballet Hispánico, con sede en Nueva York, ha estado confundido por años. No es un debate interior sobre su talento para la danza clásica, al contrario, ha demostrado en cada paso, cada salto, estiramiento y coreografía que lo suyo es ser bailarín; su maraña es, más bien, sobre las dos culturas que lleva dentro: la mexicana y la estadounidense.

Pero aquel medio día del 29 de octubre pasado, en el Teatro Juárez de la ciudad de Guanajuato, no tuvo aquel dilema interno: él es mexicoamericano y un poco más entre las tres coreografías que eran una muestra de la creatividad y variedad de la riqueza cultural de la comunidad migrante y sus hijos:  “es un latino”.

Parece una conclusión simple, pero en Estados Unidos no lo es. Podría preguntarse a millones de hispanos nacidos allá o a los 16 bailarines de origen latino que lo acompañaron para dar vida a la coreografía de Sor Juana, de la mexico-estadounidense Michelle Manzanales, inspirada en la vida y obra de la monja y erudita mexicana del siglo XVII Sor Juana Inés de la Cruz. 

La pieza fue estrenada en junio del 2023 en el New York City Center, pero bailarla después en el Festival Internacional Cervantino de Guanajuato, “tenía otra energía”.

Porque no era solo por el tema de la homosexualidad de la poetisa (intocable por años), ni porque hicieron otras coreografías de flamenco o el viaje artístico del coreógrafo Gustavo Ramírez Sansano en el mismo show que duró casi dos horas, sino porque era otra puerta más se abría para Omar Rivera a sus 27 años: la puerta de México.

Ballet Hispánico de Gustavo Ramírez Sansano.
Crédito: Erin Baiano | Cortesía

“Nunca había estado aquí”, reconoce el bailarín que es hijo de padres oriundos de Jalisco.

El Ballet Hispánico fue fundado en 1970 por Ernestina “Tina” Ramírez, hija del torero mexicano José Ramírez, “Gaonita”, y de Gloria Cestero, de origen portorriqueño, quien creció en un ambiente políticamente activo y al mudarse a Estados Unidos se dio cuenta de que no había un ballet que representara la hispanidad.

El Ballet Hispánico se ha presentado ante más de dos millones de personas en Estados Unidos, Europa y América Latina. Cuenta con un repertorio de más de 75 obras en la que trabajan más de 45 escenógrafos que buscan incentivar el orgullo y la identidad hispanoamericana”, engrandecer a creadores e intérpretes y buscar que la danza sea accesible para todos. 

Su escuela recibe alrededor de 800 alumnos al año, de entre los dos y los 23 años, además de clases para adultos. De este modo, se detectan talentos, quienes pueden ingresar a instituciones, como la Juilliard School o Fiorello H. La Guardia, de artes escénicas. 

Por sus pasillos han pasado grandes figuras como la actriz Nancy Ticotin, la cantante Jennifer López y el actor Michael DeLorenzo, entre otros. Y, sin embargo, ¡nunca había estado en México!

El porqué de esa ausencia no lo tiene muy claro el director artístico, Eduardo Vilaro, bailarín de la compañía quien dirige el Ballet desde 2015, tras el retiro de Tina Ramírez.

“No nos conocemos los unos de otros, pero en eso estamos ahora y esperamos que se abran puertas después del Cervantino”, detalla.

VAIVÉN

La presencia en territorio mexicano del Ballet Hispánico fue parte de los festejos culturales por los  200 años de relaciones bilaterales entre México y Estados Unidos que este año tiene como invitado de honor al vecino del norte, pero, para la compañía y su equipo, significó algo más íntimo.

En México no tienen que demostrar nada más que sus habilidades a diferencia de Estados Unidos, donde el ser latino conlleva un sanbenito.

“Aún se siente mucha discriminación, nos colocan en un estereotipo, una actitud muy americana: te ponen en una cajita, en un cliché y no te sacan de ahí. Con el movimiento de ‘Black lifes matter’ mejoró un poco, pero el racismo sigue”, detalla Vilaro, emigrante cubano desde 1968.

Director artístico, Eduardo Vilaro.

“Aún se siente, aunque tengas un puesto, una preparación, una elegancia. Es muy sutil y peligroso. Se siente en cómo te hablan, cómo te dirigen la palabra. Por ejemplo,  si estoy con una persona americana (anglosajón) le hablan a ellos primero, aunque yo sea el director del ballet. Son microagresiones, pero el diablo está en los detalles”.

Con todo, el Ballet Hispánico no ha hecho otra cosa que buscar su lugar en Estados Unidos y empoderar a otros latinos con distintas estrategias. Después de cada función, el director general se sienta con el director de teatro o los bailarines y le hablan al público del arte, de la representación de éste en la comunidad; de romper estereotipos.

“Ya estamos hablando de nuestros propios personajes y heroes”, destaca Vilaro.

Por ello han montado coreografías de Evita Perón, la ex candidata presidencial argentina que falleció por cáncer, por ejemplo. Y no dudan en poder retomar sin remordimientos la cultura propia de la relación de Diego Rivera o Frida Kahlo o un ballet sobre la actriz mexicana, diva del Cine de Oro, María Felix.

“Las próximas generaciones latinos en EE.UU. ya tienen a quien mirar”, destaca el bailarín Rivera, quien nació en Los Ángeles y se mudó a Texas a los 11 años, donde conoció la danza clásica y decidió tomarla profesionalmente, a pesar de las suspicacias de los padres acerca del futuro de su hijo.

Una coreografía fue clave para afianzarlo en el Ballet hispánico: Con los brazos abiertos, de Michelle Manzanales, quien explora con humildad, nostalgia y humor los símbolos mexicanos icónicos que ella se resistía a abrazar cuando era una niña mexicano-estadounidense que crecía en Texas.

¿Podrá sobrevivir?, se preguntaban como desconocedores del arte hasta que lo entendieron ya con su hijo en el colegio, el único de origen mexicano entre anglosajones, asiáticos, africanos… Entonces comenzaron a ir a ver las funciones, a sentirse orgulloso de su hijo.

Bailarines mexicanos o de origen mexicano en el Ballet hispánico:

  • Fátima Andere, migrante de niña a Miami.
  • Isabella Vergara mexicano-estadounidense oriunda de Sonora.
  • Omar Rivera, nacido en LA de padres jaliscienses.
  • Michelle Manzanales, texana de origen mexicano.

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