Liraglutida: potencial tratamiento para antojos de opioides, pero con desafíos a superar

La liraglutida, un medicamento GLP-1 utilizado para tratar la obesidad y la diabetes, ha demostrado reducir significativamente los antojos de opioides en pacientes con trastorno por consumo de opioides, según un pequeño análisis. Aunque prometedor, se necesita más investigación debido a la alta tasa de abandono y otras limitaciones del estudio

Liraglutida: potencial tratamiento para antojos de opioides, pero con desafíos a superar

Crédito: Kimberly Boyles | Shutterstock

El medicamento GLP-1 liraglutida ha mostrado resultados prometedores en la reducción de los antojos de opioides en un pequeño análisis presentado en la Asociación Estadounidense para el Avance de la Salud.

Este estudio representa el primer ensayo controlado aleatorio que prueba medicamentos contra la obesidad para tratar la adicción a los opioides, una condición que causa aproximadamente 80,000 muertes al año en Estados Unidos.

Entre los 20 pacientes con trastorno por consumo de opioides en el estudio, aquellos que tomaron liraglutida experimentaron una reducción del 30% en los antojos de opioides durante el período de tres semanas del estudio. Este efecto se observó incluso con la dosis más baja de liraglutida.

Además, entre los pacientes que ya estaban tomando buprenorfina, aquellos que también tomaron liraglutida tenían más probabilidades de reportar cero antojos que el grupo de placebo. Este efecto se hizo estadísticamente significativo a partir del décimo día del estudio, a medida que se ajustaba la dosis de liraglutida a dosis más altas.

Aunque el estudio sugiere que la liraglutida podría ser una opción segura y efectiva para reducir los antojos de opioides, hubo una alta tasa de abandono debido al malestar gastrointestinal, que fue aproximadamente el doble en el grupo de liraglutida en comparación con el grupo de placebo.

Sin embargo, se observó que los pacientes que tomaron tanto liraglutida como buprenorfina tuvieron tasas de abandono menores y menos malestar gastrointestinal en comparación con aquellos que solo tomaron liraglutida, lo que sugiere un enfoque combinado podría ser beneficioso.

Es importante tener en cuenta que este estudio tiene limitaciones, como el pequeño tamaño de la muestra, la diversidad limitada de participantes y el ensayo relativamente corto. Además, estudiar a los pacientes en un entorno residencial podría no ser representativo de todos los pacientes con trastorno por consumo de opioides.

Crisis de opioides en Estados Unidos

A pesar de estas limitaciones, los investigadores están planeando ensayos de seguimiento más amplios para evaluar aún más la eficacia de la liraglutida y otros medicamentos GLP-1 en el tratamiento del trastorno por consumo de opioides. Si se confirman estos resultados preliminares, podría haber una nueva opción de tratamiento para esta devastadora condición.

La crisis de opioides en Estados Unidos ha sido calificada como una emergencia de salud pública por numerosas autoridades gubernamentales y de salud. Según el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), la crisis se ha exacerbado desde la década de 1990, cuando los médicos comenzaron a recetar opioides de manera más frecuente para tratar el dolor. Esto llevó a un aumento significativo en el abuso y la adicción a los opioides, incluidos los analgésicos recetados, la heroína y el fentanilo sintético.

Las estadísticas oficiales revelan que la crisis de opioides ha tenido un impacto devastador en la salud y la vida de millones de estadounidenses. En 2019, más de 70,000 personas murieron por sobredosis de drogas en Estados Unidos, y aproximadamente dos tercios de esas muertes involucraron opioides.

Además, se estima que más de 2 millones de personas en Estados Unidos sufren de trastorno por consumo de opioides, lo que genera una carga significativa en los sistemas de atención médica y las comunidades en todo el país.

Ante esta crisis, las agencias gubernamentales han implementado diversas estrategias para abordar el problema, que incluyen la expansión de programas de tratamiento de adicciones, la promoción de prácticas de prescripción más seguras por parte de los médicos, el fortalecimiento de la aplicación de la ley contra el tráfico ilegal de opioides y la educación pública sobre los riesgos de los opioides y la importancia de la prevención y el tratamiento de la adicción.

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