La misión de los nuevos médicos latinos en Los Ángeles

Hacen falta 130 mil doctores latinos en California; para cerrar la brecha se requiere eliminar el racismo sistemático

Irma Castellanos, su hija Kendra, Narciso Arriaga, padre de la doctora y su hermano Jonathan.

Irma Castellanos, su hija Kendra, Narciso Arriaga, padre de la doctora y su hermano Jonathan.  Crédito: FOTOS: JORGE LUIS MACÍAS | Impremedia


Kendra Arriaga Castellanos, hija de padres hondureños, ha sido asignada a medicina de emergencia en el Centro Médico Harbor-UCLA, mientras que José Armando Guerrero, hijo de padres mexicanos será un nuevo anestesiólogo en UCLA Medical Center.

Kendra y José Armando son parte de un grupo de 28 estudiantes de medicina graduados de la Universidad de Medicina y Ciencias, Charles R. Drew de Los Ángeles, quienes conocieron el lugar donde harán su residencia como médicos.

José Armando Guerrero Rodríguez junto a sus padres Olivia Rodríguez y José Armando Guerrero.

Kendra, de 28 años, narró a La Opinión que la conquista de su sueño le resultó “increíblemente difícil”, por los días de desvelo y estudios de madrugada diarios, aunque siempre recibió el apoyo de sus padres: Irma Castellanos, Narciso Arriaga y de su hermano Jonathan.

Para ayudarse a cumplir la meta, ella trabajó cuatro años como supervisora en la cafetería de UCLA.
“Hubo días en que pensé si podría superar esto o no, pero con el amor y el apoyo de mis padres, familiares y mentores, pude superar todos los obstáculos que hubo en mi carrera”, dijo.

Además de ser una persona latina en el campo de la medicina, ella tuvo que pelear por su posición.
“Hay muy pocos latinos en la academia de medicina, pero enseñé que merecía mi puesto, porque tengo la capacidad para ser doctora”.

Para Kendra, representar a la comunidad latina “también era la cosa más linda, porque entrar al cuarto de un paciente que también era hondureño, centroamericano o latino era y va a seguir siendo bonito; algunos me abrazaban y me decían que orarían por mí, para que terminara la carrera, y por eso, ahora soy doctora”.

Con lágrimas en sus rostros por el logro de Kendra, sus padres: Irma Castellanos y Narciso Arriaga, ambos originarios de Santa Bárbara, Honduras, además de su hermano Jonathan, celebraron con la nueva doctora.

“Cuando uno está agarrado de Dios, las cosas fluyen y gracias a él mi hija ha llegado a completar sus sueños”, dijo la señora Castellanos. “Lo logró y la verdad todo el esfuerzo es de ella; nosotros, como padres inmigrantes lo único que hicimos fue apoyarla emocional y económicamente, en lo que pudimos”.
“Yo la veía trabajar en sus estudios hasta las tres de la mañana, e incluso había noches en que me levantaba y le decía, hija ¿quieres que te prepare un café o que te haga algo para comer?”, expresó la madre de Kendra.

Su padre, Narciso Arriaga, añadió que “aunque no tenemos esa mayor educación como para decirles mucho, estamos para ayudarles, nuestros hijos necesitan nuestra experiencia de la vida, que persigan sus sueños, porque, para atrás ni para coger impulso…Siempre adelante”.
Por su parte, Jonathan, también impactado emocionalmente exclamó: “¡Mi hermana ya es doctora! y sé que va a ayudar a mucha gente, porque es muy linda”.

Enorme disparidad
En California, los datos más recientes del Departamento de Acceso e Información Sanitaria (HCAI) muestran que, en la fuerza laboral, los médicos latinos y afroamericanos están significativamente subrepresentados.
Dicha entidad informó que, a pesar de recientes mejoras, las poblaciones latinas todavía están significativa e insuficientemente representadas en la medicina.

Con aproximadamente 130,000 médicos en total en California faltan 37,000 médicos latinos para alcanzar la paridad con sus homólogos asiáticos y anglosajones, quienes representan el 37% y 45% de la fuerza laboral, respectivamente.

El informe señala que esos futuros médicos abordarían la escasez de doctores en el sur de Los Ángeles y otras comunidades de escasos recursos, mejorarían la diversidad de los médicos y aumentarían la accesibilidad a la atención médica en las comunidades de color.

Según un informe de 2022 de HCAI, el sur de Los Ángeles tiene una escasez estimada de casi 1,500 médicos en todas las especialidades.

“La enorme disparidad me permite saber que nos enfrentamos a un sesgo institucionalizado que es real, a un racismo estructural”, dijo a La Opinión, la doctora Deborah Prothrow-Stith, decana de la Universidad de Medicina y Ciencias (CDU) Charles R. Drew, sobre la falta de médicos de minorías.

“La falta de dinero para estudiar medicina se traduce de muchas maneras diferentes y comienza temprano en la vida de un estudiante, porque los sistemas escolares públicos que atienden a niños afroamericanos y latinos no tienen los recursos para los laboratorios de biología y bioquímica”, añadió. “Y los profesores suelen decir que la ciencia no se enseña bien en muchas escuelas públicas”.

La doctora Prothrow-Stith manifestó que, de esa manera, cuando los estudiantes llegan a la universidad, están un poco atrasados y muchos que comienzan la universidad con la aspiración de convertirse en médicos, descubren que el ponerse al día en las ciencias y es demasiado para ellos.

“La falta de dinero significa, además, que los programas especiales de tutoría, los programas especiales de verano, los programas de la Academia Pre Med no están para las minorías”, expresó. “De ahí que la mayoría de los estudiantes de medicina se gradúan con una deuda de entre $250,000 y $750,000; eso, por sí solo es mucha presión para los estudiantes que provienen de familias que no tienen mucho dinero”.

Inversión en su educación
José Armando Guerrero Rodríguez, de 28 años y graduado como anestesiólogo que irá al Centro Médico UCLA señaló que su objetivo siguiente es ayudar a los pacientes en la medida de su capacidad.
“Quiero dar lo mejor de mí mismo y trabajar en un área donde haya necesidad”, dijo. “También, quiero buscar oportunidades para ser voluntario en mi tiempo libre y brindar servicios gratuitos en las comunidades donde se necesite”.

Para el joven de ascendencia mexicana, su inspiración es retribuir el esfuerzo que hicieron sus padres en su carrera: Olivia Rodríguez, de Michoacán, y de José Armando Guerrero, de Jalisco. Ellos viven en la ciudad de Lompoc, en el condado de Santa Bárbara.

“He tenido familia que no tuvo acceso a cuidado y salud y para mí es importante servir a la comunidad”, declaró el joven médico, quien destacó que, en Estados Unidos, a diferencia de otros países la carrera de médico implica un esfuerzo de seis años extra.

Él, después de la preparatoria debió cursar cuatro años de universidad; cuatro más de medicina y ahora la residencia

“En la estructura de educación de otros países, la carrera de medicina empieza después de terminar la preparatoria”, dijo. “Son solo seis años, y aquí es más por el entrenamiento”.

A la par de sus estudios, los sacrificios que debió hacer para terminar la carrera, José Armando tuvo que trabajar en ciertas noches como guardia de seguridad de UCLA, de 9:00 p.m. a 5:00 a.m.

Aunque no especificó el monto de la deuda que ha contraído, expresó que, en efecto, muchos estudiantes seguramente deben miles de dólares.

“Eso es algo muy común. Es una inversión que hace uno en su educación”, subrayó el joven doctor, mientras que sus padres dijeron sentirse orgullosos del mayor de cuatro hermanos.

“Desde pequeño ha sido ha sido persistente; decía que quería ser doctor. Y que no le importaba si iba a tener ayuda o no…” declaró la señora Olivia Rodríguez. “Él dijo, no me importa endeudarme, yo voy a estudiar y a ser doctor”.

La ayuda no es para todos

La doctora Margarita Loeza, decana asistente en la facultad de medicina para asuntos estudiantiles y admisiones, y especialista en medicina familiar, destacó que, si bien la carrera de medicina es costosa, para muchos de los estudiantes de la Universidad Charles R. Drew de Medicina y Ciencias no hay un modelo a seguir.

“Primero, es una carrera larga. Son cuatro años de universidad, otros cuatro en la escuela de medicina y entre tres y seis años de residencia”, dijo. “Son casi 13 a 15 años en que los muchachos no pueden trabajar y la carrera cuesta mucho dinero; además no hay muchos doctores latinos que sean mentores para estos estudiantes”.

Asimismo, consideró que en la carrera de medicina “hay mucho racismo porque la gente piensa que los latinos o la gente de color no es suficientemente inteligente para ser doctor. Así es en este país; nuestros estudiantes no tienen acceso a las referencias en el sistema; hay ayuda económica, pero no la hay para todos”.

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