Alimentos ultraprocesados y el cerebro: qué dice un nuevo estudio
La creciente preocupación por el impacto de los alimentos ultraprocesados en la salud ha intensificado el debate sobre la alimentación, enfrentando la regulación con la poderosa influencia de la industria alimentaria
En los últimos años, la creciente preocupación por el impacto de los alimentos ultraprocesados (UPF, por sus siglas en inglés) en la salud ha reformulado el debate sobre la alimentación y la salud pública. Este cambio ha dado lugar a una avalancha de libros, campañas políticas y artículos académicos que destacan los riesgos asociados con el consumo de estos productos.
Sin embargo, esta preocupación no solo representa un desafío para los consumidores y los responsables de las políticas públicas, sino que también pone en jaque el modelo de negocio de la industria alimentaria, que ha encontrado en los UPF una fuente de enorme rentabilidad.
La industria alimentaria ha respondido a estas preocupaciones con una intensa campaña contra la regulación. Utilizando tácticas de lobby similares a las empleadas en sus batallas contra el etiquetado de alimentos y los impuestos a la “comida chatarra”, las empresas han invertido grandes sumas de dinero para influir en los legisladores.
Un análisis del Financial Times basado en los datos de lobby en Estados Unidos de la organización sin fines de lucro Open Secrets reveló que las compañías relacionadas con alimentos y bebidas gastaron 106 millones de dólares en lobby en 2023.
Esta cifra es casi el doble de lo que gastaron las industrias del tabaco y el alcohol juntas, y representa un aumento del 21 por ciento respecto a 2020. El incremento se debe en gran medida al lobby relacionado con el procesamiento de alimentos y el azúcar.
El uso de tácticas agresivas por parte de la industria alimentaria tiene paralelismos con las estrategias históricas de las compañías tabacaleras. En su intento de evitar la regulación, las empresas alimentarias han tratado de poner en duda las investigaciones científicas que destacan los efectos negativos de los UPF.
“La estrategia que veo que utiliza la industria alimentaria es negar, denunciar y retrasar”, afirma Barry Smith, director del Instituto de Filosofía de la Universidad de Londres y consultor de empresas sobre la experiencia multisensorial de la comida y la bebida.
Impacto de los alimentos altamente procesados
Una de las figuras más destacadas en esta lucha es el científico brasileño Carlos Monteiro, cuyo trabajo ha sido fundamental para entender los impactos de los UPF en la salud. Monteiro y su equipo han demostrado que los UPF están asociados con un mayor riesgo de enfermedades crónicas como la obesidad, la diabetes tipo 2 y las enfermedades cardiovasculares.
Estos productos, que incluyen desde refrescos y bocadillos empaquetados hasta comidas congeladas y cereales azucarados, están formulados para ser altamente palatables y convenientes, pero a menudo carecen de valor nutricional.
Su consumo excesivo se ha relacionado con una serie de problemas de salud, incluyendo la obesidad, la diabetes y las enfermedades cardíacas. Además, los UPF suelen contener altos niveles de azúcar, sal y grasas no saludables, y a menudo están diseñados para ser adictivos, lo que fomenta el consumo excesivo.
Además, el creciente movimiento por una alimentación más saludable ha dado lugar a una serie de iniciativas a nivel comunitario y gubernamental. Programas que promueven el consumo de alimentos frescos y locales, así como la educación nutricional en las escuelas, están ganando terreno. Estas iniciativas no solo tienen el potencial de mejorar la salud pública, sino que también pueden contribuir a la sostenibilidad ambiental y al apoyo a los agricultores locales.
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